Francisco[1]
Jiménez de Cisneros nació en la muy noble villa de Torrelaguna en 1436 y murió
hace exactamente 500 años. Durante los 81 años que estuvo vivo le dio tiempo a
ser confesor y consejero de la reina Isabel la Católica, Arzobispo de Toledo,
Primado de España, Canciller Mayor de Castilla, tercer inquisidor general de
Castilla, y por supuesto Cardenal. También gobernó la Corona de Castilla en dos
ocasiones, la primera tras la muerte de Felipe el Hermoso esperando a que
llegara el padre de la viuda, Fernando el Católico, y la segunda vez cuando
murió Fernando el Católico esperando a que llegara el nieto, Carlos V. Es lo
que tiene ser el regente, vamos, el presidente del consejo de regencia, para
ser exactos.
En su segunda regencia, que duró casi dos años,
demostró ser un tipo bastante bien dotado para la cosa de mandar, organizar y
en una palabra, reinar. Sus habilidades indiscutidas para gobernar sirvieron
para mantener la paz en unos momentos en que los nobles castellanos andaban
soliviantados con muchas ganas de recuperar el poder. También controló las
intrigas que había para evitar que viniera Carlos V y que en su lugar ocupara el trono su hermano. Y
todo esto lo consiguió con 80 años, de modo que no son simplemente ganas de
agradar decir que fue un excelente gobernante.
Pero sin hacer de menos a su labor política, quiero
destacar su aportación a la cultura de este país, España, que empezó a conocerse con ese nombre, justo con el reinado de los Reyes Católicos, siendo el cardenal ya buen
mozo. Cisneros reformó la vida religiosa y quizá entonces se dio cuenta de que
la renovación siempre empieza por la educación, y si también quería reformar el
nuevo estado, por lógica también tenía que hacer algo en ese sentido. Así, en 1499 fundó en Alcalá de Henares la Universidad
Cisneriana, que todo el mundo conoce y que sin duda es un hito dentro de la cultura española. La Universidad
de Alcalá fue la primera universidad renacentista, humanista y universal. Llevó
a los mejores profesores, se ocupó en organizar las labores pedagógicas y dotó al centro de una estupenda biblioteca con un elevadísimo porcentaje de libros sobre ciencias naturales, no solo teología, humanidades y latines que
tanto se llevaban en aquellos momentos.
Si todos los que han pasado por el poder desde
entonces, hubieran tenido las mismas inquietudes culturales y por la
formación de sus paisanos, este
país sería mil veces mejor en todos los sentidos, o en casi todos. El Cardenal Cisneros también tiene su lado oscuro que no hay que dejar pasar por alto, quizá porque era un rehén de su tiempo, por tratar de justificarlo. Fue extremadamente duro e intransigente con la población morisca, lo que causó la rebelión de las Alpujarras duramente reprimida y que dio lugar al decreto de los Reyes Católicos de 1502 según el cual los musulmanes de Castilla eran obligados a la conversión, y si no lo hacían tenían que abandonar el territorio. Dicho así no parece excesivamente terrible, pero lo fue. También ordenó la quema de 4.000 coranes, supongo que no encontrarían más, y otros manuscritos musulmanes en una plaza de Granada. La idea era reducir a cenizas la cultura musulmana. En fin, que cuando se ponía en plan inquisidor, el Cardenal perdía toda su gracia.
Todo esto es para decir que el sábado que
viene, yo estaré en Torrelaguna firmando libros invitado por la Biblioteca Juan
de Mena en unos actos que el Ayuntamiento organiza para la celebración del V
centenario de la muerte del Cardenal Cisneros.
Por si alguien tiene pensado ir, yo estaré de 17:00 a
18:30. Luego me volveré a Madrid, quizá con una ligera insolación.
A los que se
acerquen, les recomiendo que más tarde se pasen a tomar un vino en El Alfolí de
la Sal, un estupendo lugar ubicado en un antiguo almacén de sal (como su
nombre, aunque no lo parezca, indica) del S XIV. O un chorizo estupendo en Casa
Patata… en fin, que además de libros, en Torrelaguna hay otros atractivos para pasar un sábado.
De la colegiata, situada en la plaza donde estará la
Feria del Libro, ni hablo porque lo que diga es poco. Eso hay que verlo.
[1] Realmente se
llamaba Gonzalo, pero lo cambió por Francisco cuando a consecuencia de una
lacerante crisis de fe ingresó en la orden de los franciscanos (Francisco de
Asís, ya sabéis).
Muchos más así necesitaríamos...
ResponderEliminarmuchos, muchos, mon ami.
Eliminar¿Pero no era una calle?...
ResponderEliminarsí, esquina Hartzembusch
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