La mente humana, simbólica y todo eso, se anticipa a la realidad y representa por su cuenta escenas que luego pueden ser así o no. En este proceso, no es necesario decirlo, la imaginación tiene un papel protagonista. Esta mañana he leído el siguiente titular:
UN MENSAJE EN UNA BOTELLA… DE HACE 98 AÑOS.
Tienes que ser de otro planeta para no lanzarte en
picado sobre la noticia y descubrir qué ponía en el mensaje. Pero, y aquí está
lo más interesante, antes de
hacerlo tu mente ya se ha imaginado uno por su cuenta. Uno o varios. En mi caso,
antes de leer la primera línea yo ya había supuesto tres
posibles escenarios:
1.- Que se trataba (lo obvio) de un náufrago que desesperadamente lanza la botella con su mensaje de auxilio indicando su situación, probablemente una pequeña isla rodeada de tiburones.
2.- Un individuo secuestrado a bordo de un barco pirata rumbo a la Conchinchina.
3.- Una carta de amor imposible, arrojada desde lo alto de un acantilado segundos antes de hacerlo el propio amante cuyo corazón dejó de latir antes de escribir su legajo.
1.- Que se trataba (lo obvio) de un náufrago que desesperadamente lanza la botella con su mensaje de auxilio indicando su situación, probablemente una pequeña isla rodeada de tiburones.
2.- Un individuo secuestrado a bordo de un barco pirata rumbo a la Conchinchina.
3.- Una carta de amor imposible, arrojada desde lo alto de un acantilado segundos antes de hacerlo el propio amante cuyo corazón dejó de latir antes de escribir su legajo.
Un mensaje de hace 98 años puede incluso revelar
secretos históricos, confesiones de asesinos que nunca fueron descubiertos,
proyectos de alguna invasión (alemana) que no llegó a producirse,… mil cosas
diferentes y sugestivas, pero la
realidad, una vez más, decepciona.
La botella de hace 98 años, encontrada por un
pescador escocés, después de estar casi un siglo a la deriva recorriendo los
mares (la botella, no el pescador), resulta que forma parte de un lote de otras
dos mil botellas diseñadas para hacer un estudio de las corrientes marinas.
¿Dónde está el romanticismo en intentar averiguar si el flujo de agua alrededor
de una isla escocesa gira así, o lo hace asao? Y el mensaje que aparecía en el
interior de la botella no podía tener menos encanto: por favor, indique dónde y cuándo encontró esta carta y llévela a la
oficina de correos más cercana. Luego los agradecimientos de la Escuela
Escocesa de Navegación y ahí se acabó todo el misterio y la magia. Pues vaya. Y
para quitarle todo el valor que pudiera quedarle, la botella estaba numerada.
Pero ahí no ha acabado todo. A continuación puse en
la tele el canal Al Jazeera buscando noticias remotas (dentro de lo que cabe,
pues con la globalización todos hablamos de lo mismo), y me encuentro con Artur
Mas españoleando (muy a su pesar) desde los confines de Catar. ¿Por qué una
emisora de Oriente Medio, tan lejos, incluye entre sus noticias a este señor
exponiendo sus razones independentistas y la serie innumerable de problemas que
ha planteado, principalmente a los propios catalanes?
Pues eso, otra vez la realidad decepcionando. La
segunda vez en el día. Si lo se ni me levanto.