lunes, 17 de septiembre de 2012

Las máquinas del tiempo






He de reconocer que muchos sábados, después de comer, la molicie me vence y, ahí, semisentado (esparrancado, vamos) en mi sofá, puedo quedarme frito en un decir jesús. Precisamente me pasó ayer. Estaba viendo la tele y leyendo un artículo científico al mismo tiempo. En la tele ponían una peli de nazis y el artículo hablaba del teletransporte. Teletransporte no material, pero sí de información. La cosa es así: en virtud de un fenómeno que lo llaman entrelazamiento, un fotón puede conocer el estado cuántico de otro que está en un lugar muy distante. Es decir, que tengo un fotón en mi casa, y si hay otro que está “entrelazado” con el mío en Boston, los dos adoptan el mismo estado cuántico, que es tanto como decir, que se ponen idénticos. Lo que hace uno, lo replica el otro como dos monitos de repetición. Esto sin duda tiene muchas aplicaciones que ya habrá tiempo de pensar, pero de momento se les ha ocurrido que puede servir para que la información llegue de mi casa a Boston instantáneamente, por seguir con el mismo ejemplo de antes. Si esto lo hacemos con muchos fotones “entrelazados”, podré teletransportar más información que si tengo escuetamente uno, es obvio. Y yo no se qué tienen las cosas obvias que me dan sueño, y por eso, presa de la molicie a la que hacía referencia al principio me quedé frito.
Durante media hora estuve flotando en el mundo de los sueños y cuando volví al real, ya estaban con el juicio de Nüremberg en la peli de nazis, y como la quería ver, cogí el mando y di marcha atrás hasta situarla en el punto en que me quedé dormido. Entonces me acordé de mi fotón entrelazado con el de Boston y me di cuenta de que mientras ellos se pasaban información instantáneamente, yo también había hecho lo mío, pues estaba en el mismo punto de la peli que media hora antes. Me sentí bastante fotón y miré a mi tele comprendiendo que estábamos entrelazados. Éramos una bonita pareja de fotones entrelazados en la misma cuerda, pero lo nuestro tenía trampa, pues realmente sí había pasado media hora. Treinta minutos que no existían en ningún sitio, y que nadie, salvo yo, tenía constancia de que hubieran transcurrido, pero el caso es que ahí estaban. Mejor dicho, ya no estaban. Cosas del tiempo.
Heráclito de Éfeso, decía que no te puedes bañar dos veces en el mismo río y si viviera ahora, diría que no puedes leer dos veces el mismo periódico en Internet. En cuanto lo terminas, la portada ya ha cambiado. Y el resto también, claro. Es terrorífico, resulta imposible leerlo entero, enseguida unas noticias reemplazan a otras (salvo que sea el mes de agosto) y puedes estar poniéndote al día durante todo el día, lo cual es un disparate en si mismo.
Pero donde más se nota el valor del tiempo es en las llamadas operaciones de alta frecuencia en bolsa. Resulta que hay un programa informático que permite realizar transacciones en milisegundos (MILISEGUNDOS) y beneficiarse de los desfases de los precios. Si antes me parecía que debería estar prohibido comprar, y vender al rato siguiente, como medida obvia para acabar con la especulación improductiva, ahora que el rato son milisegundos, ni te cuento. ¿Qué ventaja económica sale de estas operaciones, salvo para el que las realiza? ¿Dónde está el beneficio para las empresas o para la sociedad que las nutre comprando sus productos?
Y mientras tanto, casi todos los gobiernos se oponen a la Tasa Tobin. Pues qué bien, que viva la pepa, y al  mismo tiempo, que viva el tiempo, que cada vez más, está claro que es oro.




2 comentarios:

  1. ¿Fotones es lo que se utiliza para hacerte las fotos para el carnet? ;-))
    Pasa un buen fin de semana apoltronado ante pelis de nazis o documentales de bichos, que lo mismo acabo saliendo (el otro día salí en la TV nacional de Burkina, en prime time, que es lo mismo que decir nada, no supone ni un milisegundo de gloria, que diría el Warhol)

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    1. si has salido en la tele, entonces ahora se tiene que llamar Burkina Fashion TV. Parece malo, pero yo creo que si lo examinas con cariño es un juego de palabras deleznable.
      Este fin de semana me temo que no podré apoltronarme, pues tengo muchas cosas que hacer. Pero con empeño a lo mejor lo consigo.
      Empiezo a echar de menos esos milisegundos de gloria... ;-))

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