La calumnia. Boticcelli
Se puede ganar demostrando superioridad o bien, buscando la forma de
inhabilitar al contrario, lo que menos trabajo cueste. Nos estamos acercando y
según nos acercamos, las descalificaciones irán en aumento, siempre sucede. Me
refiero, naturalmente, a las próximas elecciones. Lo siento, pero es muy
difícil cuando uno tiene un blog de asuntos generales, no dedicar al menos un
artiblog a comentar lo que ve, y lo que he visto esta mañana no me ha gustado
nada, independientemente de quienes sean los protagonistas y a qué partido
pertenecen. Cuando se traspasa la barrera de las ideas para atacar a un
contrario, y se invade el territorio de lo privado, me da igual quién sea el
infractor, y a quién ha intentado dañar.
En este caso, Juan Carlos Monedero ha insinuado de forma chusca
que Albert Rivera esnifa cocaína. Además lo dice como un niño tonto, sin
decirlo claramente, entre risitas de vieja escandalizada, buscando frasecillas
de doble sentido pretendidamente graciosas, sin conseguir hacer reír nada más
que a otros idiotas entregados a seguir la broma del intelectual. Y lo dice sin
tener pruebas, pero sobre todo, ¿y qué? ¿y qué si se mete cocaína? Yo ignoro si
Albert Rivera le da a la farlopa, esnifa cola de pegar o se aplica un cilicio
antes de acostarse, es algo que me trae sin cuidado, pero por lo que se ve a
Monedero no le deja indiferente y en lugar de buscar un debate de ideas, lo
hace de usos y costumbres, condenando uno que él reprueba. Ya está, ya salió un
vigilante de la moral, alerta a lo que hacen los demás para denunciarlos
públicamente.
Y no estamos hablando de una dama victoriana, sino de
uno de los teóricos de un partido que se posiciona como progresista, tolerante,
avanzado y muy en contacto con la realidad que sucede diariamente en la calle.
Pues no sé, pero los comentarios de Monedero a mí me
han recordado a mi abuela.