Esta mañana he tenido una regresión a mi infancia,
que por lo visto es bastante normal a partir de los noventa años. Siempre he
sido muy precoz. El desencadenante ha sido volver a escuchar, después de un par
de siglos, la canción que cantaba el oso Baloo a Mowgli en la película El Libro de la Selva.
Busca lo
más vital. Qué jodio oso, cuanta
razón tiene.
Busca lo
mas vital,
lo que es necesidad,
y olvídate de la preocupación. Tan solo lo
muy esencial
para vivir sin batallar,
y la naturaleza te lo da.
La regresión a mi infancia ha empezado, porque el
libro de Rurdyad Kipling en el que se basa la película, me fascinó pese a que
lo leí porque era lectura obligatoria en mi colegio. Luego, cuando vi la peli,
también la disfruté de lo lindo lo cual no me impidió iniciarme en el
inevitable comentario de “no está mal, pero el libro está mucho mejor”.
Doquiera que vaya,
doquiera que estoy,
soy oso dichoso
soy oso feliz.
Luego, ya dieciochoañero yo, me hice definitivamente
fan de la canción, al ver lo bien que la cantaba y bailaba una amiga mía, de
singular belleza, cuyo recuerdo está unido indisolublemente a mi época hippie,
gloriosa por numerosas razones (la época, no la amiga, aunque también). Y es
que la letra es un tratado de filosofía vital, la antítesis de lo que ha sido
la obsesión de una generación de agresivos ejecutivos con hambre de comerse el
mundo, poderosos yupies y afanados American Psycho. Todos empeñados en hacerse
ricos y en ganar mucho sin darse cuenta de que perdían mucho más. La década de
los ochenta, sobre todo, fue el delirio para estos workholics (el inglés es
obligado) y luego poco a poco se fueron calmando, como si descubrieran de
repente que la reducción de la jornada laboral, la vida familiar y las
excursiones al campo, también tienen su lado bueno, mucho mejor que el estrés y
los dopajes para soportarlo. Algunos lo han descubierto a partir de encontrarse
en el paro, y hombre, no es la mejor manera, pero peor es morirse sin haberse
dado cuenta.
Busca lo mas vital, lo que has de precisar, pues nunca
del trabajo hay que abusar.
La vida es
demasiado corta como para tomársela en serio, lo cual no significa que nadie
trabaje, ni muchísimo menos, sino que todo el mundo disfrute. Tengo un amigo, bastante
oso también, que divide a las personas en “disfrutonas” y en “no disfrutonas”,
y tiene toda la razón, es una cuestión de actitud. MI vecino, por ejemplo, es
un caso clarísimo de actitud positiva y siempre está de excelente humor aunque
no pare de comerse sapos. Su cuñada, en cambio, está todo el día con
insufribles problemas, cuando la realidad es que no tiene ninguno, pero da
igual porque se los inventa; se inventa dolores, se inventa fatigas, se inventa
cansancios, y al final, aunque todo sea mentira, el caso es que la pobre mujer
sufre una barbaridad.
Cuando tomas un fruto
con espinas por fuera
y te pinchas
la mano, te pinchas en vano.
Seamos
todos osos dichosos y osos felices y vamos a tomarnos las cosas siempre de
forma positiva. Da gusto estar con “disfrutotes”, en cambio, los “no
disfrutotes” te amargan.
Es lo que
tiene la primavera, que te hace escribir tonterías.