jueves, 31 de marzo de 2016

Locura pasajera





Como me estaba volviendo loco me prometí no pensar más en ello, pero entonces me di cuenta de que precisamente eso es lo que había hecho desde el inicio: no pensar en ello; de modo que cambié de táctica y empecé a pensar… ahora ya no tengo solución.

Mi celda no es del todo desagradable y hasta podría decirse que es confortable. Quizá sea porque tanto las paredes como el suelo, están totalmente acolchados. También el techo, lo cual me parece completamente innecesario, pues aún no he conseguido volar.
Llevo aquí metido desde hace… no lo sé, con la locura uno pierde no solo la razón, también otras cosas igualmente necesarias para percibir la realidad tal como es. El tiempo, ese es el gran enemigo de los locos, lo sentimos de diferente manera, al menos en mi caso. Por ejemplo, las noches tienen más horas que el día, y algunos días desaparecen de la semana. En mi semana tengo repetido el lunes dos o tres veces, sin embargo me falta el sábado. De domingos no ando mal, aunque no hay regla fija; algunas semanas tengo lo normal, es decir uno, y otras veces me tiro tres días seguidos de domingo, lo cual incrementa mi locura porque son aburridísimos. Además no tengo tele, bueno ni tele ni ningún mueble, no tengo nada.
Bien pensado, esto no es vida, si lo sé, no me vuelvo loco. Claro que eso es muy fácil decirlo, y otra cosa muy distinta hacerlo.

Afortunadamente ya me queda muy poco de estar aquí, los loqueros que me atienden me han dicho que  ya no se vislumbran indicios de paranoias. Qué bien.

Por fin ha llegado el día. Esta mañana ha venido el médico y con una enorme sonrisa me ha dicho que ya estoy curado. Lo ha dicho con orgullo como si todo el mérito fuera suyo, precisamente él, que con su celda acolchada me ha hecho pensar en la idea del suicidio, algo que jamás se me había pasado por la cabeza.

Ya estoy de vuelta en casa, cómo me alegro. De hecho llevo ya una semana haciendo vida normal, feliz, relajado, hablando con mis vecinos sin que acaben llamando a la policía …, en fin, estoy nuevo. Mis semanas vuelven a ser como las de todo el mundo y también la duración de mis noches. Cuando estaba loco, lo que más echaba de menos era dormir a pierna suelta, pero ahora, por fin, vuelvo a dormir de un tirón. A pesar del monstruo verde. Menos mal que solo está un ratito, justo antes de dormir. Sale de debajo de la cama, me mira con sus ojos enrojecidos llenos de cólera, exhala un humo mefítico por los orificios nasales y pasados unos segundos, en cuanto paso mi mano por sus escamas frías y húmedas, se le va el mal humor y se acuesta a mis pies. Ya no me ataca como antes, lo cual es una enorme ventaja, vaya que sí lo es.






martes, 22 de marzo de 2016

100 años para escribir


                                                                 caricatura de la revista La Flaca representando a la familia Borbón de Isabel II





El siglo XIX español  fue extenuante, siempre cuesta arriba, y aunque este hecho sea un maldito inconveniente para los que lo vivieron, representa una oportunidad estupenda para escribir sobre él. Coges cualquier periodo de ese siglo plagado de revoluciones, bandos enfrentados, intrigas y guerras, sitúas ahí con cierto cuidado una trama coherente con el tiempo, y ya tienes una novela.
Las historias se hacen más interesantes cuanta menos tranquilidad haya alrededor y si esa inestabilidad es sobradamente conocida por el lector, pues eso que se ahorra el escritor en descripciones. Digamos, que ya tiene la salsa preparada para el guiso sin tener que hacerla.
Uno de los personajes más interesantes que se movieron en ese caldo de continuas revueltas, hasta que lo mataron para que dejara de moverse, fue el General Prim, pero antes quiero enmarcar el contexto histórico.



El siglo XIX fue crucial para todos los países para posicionarse cara a un futuro que ya estaba a la vuelta de la esquina, y así lo hicieron Inglaterra y Francia, pero no así España que ya antes de empezar el XIX andaba papando moscas. El cambio entre el antiguo régimen y la modernidad llegó con tanto retraso como la entrada del pensamiento culto liberal.  América española y España iniciaron un retraso cuyos sucesivos gobernantes supieron como mantener incluso encontraron la forma de aumentarlo, a base de mucho poder y pocas luces. Cuando ocasionalmente salía un dirigente que daba la talla y pretendía colocar al país en el puesto que por historia merecía, algo sucedía que inmediatamente era eliminado. Visto con perspectiva, da la sensación de que hubiera una voluntad de mantener a España alejada de toda posibilidad de progresar, con un pueblo inculto y encima encantado con su burricie pues siempre se representa a la sociedad de entonces como gente alegre que no paraba de pasárselo bomba entre verbenas, toros, fiestas, campechanismo palurdo, panderetas y vino. Supongo que esto no fue así, y que más bien lo que abundaba era el sufrimiento.

                                                        

En este inconmensurable marco de miseria, ya en la segunda mitad del siglo XIX aparece un hombre renovador, inteligente, que quería modernizar a España, y que sin duda lo hubiera conseguido de no haber sido asesinado. Hoy se sabe perfectamente a pesar de los intentos que hubo por ocultarlo, que en el magnicidio estaban involucrados importantes personajes que supieron como aprovecharse de la desaparición del general, entre ellos, el propio general Serrano, en cuya memoria lleva su nombre una de las calles más importantes de la capital del reino. Para qué veas el castigo ejemplar que sufrió el urdidor.
Las ideas liberales de Prim hubieran favorecido la integración de España en una Europa moderna, pero… no pudo ser.
Se han escrito muchos libros sobre Prim, y también alguna novela ambientada en esa época, pero siempre queda espacio para añadir otra.


Dentro de poco os hablaré de esa nueva novela.


                                                           



miércoles, 16 de marzo de 2016

Discrepancias







Después de tantos años juntos ahora empezamos a tener problemas. Yo creía que siempre estaría de mi lado, apoyándome en mi forma de ver las cosas, defendiendo mis opiniones como si fueran las suyas, sin embargo cada vez discrepamos en más asuntos; la verdad es que no paramos de discutir y el número de veces en que nos llevarnos la contraria va en aumento. Empezó la cosa, como siempre ocurre en todas las parejas, con leves insinuaciones, a veces imperceptibles, pero poco a poco las insinuaciones trocaron en clamorosas señales de desacuerdo. No sé en qué momento llegó el desamor, no puedo determinar una fecha en concreto, solo puedo decir que ella antes no era así, todo lo contrario, siempre me animaba a hacer cosas nuevas a probar otras experiencias. Ahora también lo hace, ojo, pero cuando me convence y me meto en algún “problema”, como a ella le gusta llamar a las cosas que más me atraen, resulta que de repente me da la espalda y me deja tirado, solo y normalmente con algo que me duele profundamente.
Lo estoy pasando francamente mal. Está claro que he debido de hacer algo que le ha molestado muchísimo, algo que le ha decepcionado de forma irreparable. Lo siento de verdad, pero como siga así de intransigente conmigo me temo que tendré que tomar alguna solución drástica, no sé, quizá separarnos.


Sí, últimamente me llevo muy mal con mi edad y no sé qué hacer con ella. Es que si la dejo… ¿qué será de mí?



martes, 8 de marzo de 2016

El tiro al pacto






La última, lo prometo, esta es  la última vez que dedico mi tiempo y el espacio de mi blog para comentar algo sobre política, pero es que yo soy de los ciudadanos que quieren, exigen, que se llegue a un acuerdo de una vez por todas para quitar de en medio al nefasto, se forme un gobierno presidido por PS, y dejemos de escuchar y leer siempre los mismos argumentos por los que Podemos no Puede. Que conste que entiendo los argumentos puristas de no querer pactar con ciertas cosas de C’s, pero es que amigos, pactar en modo alguno significa quiero que mi programa vaya íntegro sin concesiones; para conseguir eso, hay que obtener mayoría absoluta en las elecciones y eso es algo que no ha conseguido nadie. Lo que sí ha quedado claro es que España ha votado a la izquierda mayoritariamente, pero ay, de forma tan dispersa que ahora resulta imposible que se pongan de acuerdo, y eso es algo que no debería suceder. Podemos se ha equivocado, a mi modo de ver las cosas, porque lo primero es echar al gobierno que tantas calamidades ha traído, y luego ya veremos, ya se encontrará la manera de conseguir otros objetivos. Si tanta repulsa les da que en el pacto entre el PSOE y C’S no se haya tocado el asunto del copago, lo cual me parece perfecto, deberían darse cuenta de que el copago seguirá vigente mientras siga Rajoy en funciones. Es decir, por su culpa, por su abstención irresponsable, unos cuantos meses más. Y lo mismo pasa con la ley mordaza que tanto asco nos da, que ahí sigue, en plena vigencia mientras no se llegue a un acuerdo.  Y lo mismo con el IVA cultural y con la reforma de las cosas reformables, y con todo lo que nos gustaría que se cambiara. Estupendo.
La alternativa, la baza que se usa como amenaza, es repetir elecciones, y a mí no me da la gana. Pedir nuevas elecciones, pedirnos a los ciudadanos que volvamos a votar es pedirnos que cambiemos de opinión, que votemos otra cosa diferente a la que ya votamos el 20D, pues es obvio que si cada uno vuelve a votar lo mismo que ya votó, el resultado será exactamente el mismo. Es decir, nos están diciendo que en aquella ocasión nos equivocamos, pero que ahora tenemos otra oportunidad. Y ésta es la parte que me resulta menos soportable, que cuenten con que vamos a cambiar de voto, y según sea ese cambio detectado en los sondeos, utilizarlo en beneficio propio (para repartir puestos, sí, ahora que no lo nieguen). 
Y mientras tanto, preocupados por las cosas que realmente importan a los españoles: cambiar el nombre del Congreso de los Diputados y que se llame “Congreso”, a secas. Lo verdaderamente extraño es que la propuesta no sea “Congreso de Diputados y Diputadas”.


En fin, para que este artiblog no termine de tan triste manera, os recomiendo una exposición en El Matadero de Madrid sobre la literatura popular española y el cambio cultural que tuvo lugar en España a mediados del siglo pasado. Más información AQUÍ, o bien en el blog de mi amigo César, AQUÍ (la Exposición es sobre su padre, José Mallorquí).