Voy a comentar un suceso que ha salido en las redes sociales
como ejemplo de intolerancia, odio, y no sé qué. Yo creo que es mucho más
sencillo, para mí se reduce a un caso de paletismo agudo con complicaciones
aportadas por un carácter agresivo y violento. Pero antes tenemos que definir
qué es un paleto.
Cada cual tiene en su cabeza el significado de la palabra paleto, y puede variar ligeramente de
una cabeza a otra. Para unificar
criterios, yo voy a dar el que tengo en la mía y así podremos discrepar o estar
de acuerdo en mi interpretación del lamentable suceso sin que medie la del
término. No hay nada como establecer una nomenclatura antes de iniciar un
debate para que sea fructífero.
Aquí va:
Consideración previa sobre la palabra paleto: en ningún caso se entenderá el término paleto como alusivo a un lugar de nacimiento, admitiendo que existen
paletos tanto entre los nacidos en pequeños pueblos como en enormes y
cosmopolitas ciudades.
Paleto: individuo que vive en una pequeña aldea mental, en
ocasiones extremadamente pequeña,
en la que debido a su reducido tamaño no caben demasiadas cosas. Siempre
se queda fuera aquello que no reconoce de su entorno inmediato. Qué pena.
El cura: el paleto puede creer en Dios o no, se dan los dos
casos, pero siempre tiene un pequeño cura alojado en algún lugar de su
minúscula aldea que censura todo lo que está fuera de las convenciones
admitidas por “las buenas costumbres”.
Actitud del paleto: rechaza cualquier cosa que sea novedosa, y
novedoso es todo aquello que viene de fuera o directamente está fuera del
alcance de sus entendederas, de modo que rechaza prácticamente todo. El rechazo
se manifiesta con gestos, a veces exagerados, de asombro que poco a poco van
trocando en gestos de asco, pasando antes por una fase breve en la que el paleto se escandaliza, o simula
escandalizarse.
Al paleto le gustaría que todo el mundo fuera como él. El que
nace paleto, es muy difícil que no muera paleto.
Bien, una vez establecido el término, vayamos al suceso en
cuestión, que todo el mundo conoce ya, y que para mí es
un ejemplo claro, como ya he dicho, de paleto.
De regalo os pongo una escena
de Historia de la frivolidad, de Chicho
Ibáñez Serrador y Jaime de Armiñán, estrenada en 1967, en la que aparecen las
puritanas entonando una alegre cancioncilla compuesta por Augusto Algueró.