miércoles, 27 de septiembre de 2017

¿Correos? Tururú







La totalidad (o casi la totalidad, no me gusta ser categórico) de los artiblogs que he publicado en La tertulia perezosa, los he escrito con ilusión. También la totalidad (o casi la totalidad, recordemos que no me gusta ser categórico) me ha divertido escribirlos; ya que no obtengo ningún beneficio inmediato que se traduzca en gambas con su publicación, si no me divierte, me abstengo y dejo pasar los días hasta que encuentre algo que me divierta escribir.

Pues bien, en este contexto, el presente artiblog desentona escandalosamente: no me hace ninguna ilusión escribir lo que vais a leer. Mucho menos me divierte.

Se trata de una denuncia, de una mala experiencia que me ha eliminado de participar en un concurso literario, y de un aviso que puede resultar útil para todo el mundo, tanto si van a participar en concursos literarios como si quieren mandar unas morcillas a sus primos que viven en Illinois.

Se trata del lamentable servicio de Correos Express, empresa que utiliza el sistema de correos estatal de España cuando el envío es urgente. Es el sistema que utilicé yo para enviar mi última novela al Concurso Literario Asturias. Correo Express es más caro, porque es mucho más rápido. Es una mierda porque no entregan los paquetes. Ayer recibí el que yo mandé con el sello de DEVOLUCIÓN cruzando el sobre.

Y ahora viene lo bueno. Nada más recibir, perplejo, la devolución, fui a la oficina de Correos donde llevé optimista e ilusionado mi novela, para pedir explicaciones. El funcionario, tras pelear un buen rato con el ordenador, consigue sacar un informe del seguimiento del envío, y en él puedo leer las siguientes mentiras (las tengo impresas):

Viernes 14. 18:00 horas: su envío no se ha entregado por tener la dirección incompleta o incorrecta. Parece que les resulta difícil decidirse por una de las dos opciones, ambas falsas, pues tengo el paquete en mi mano y veo que la dirección es completa y por supuesto compruebo que también es correcta. El funcionario asiente, yo creo que sorprendido por la incompetencia de sus colegas.

Pero sigo leyendo el informe y pone:
Viernes 14. 21:00 horas: su envío no se ha entregado al haber sido rehusado por el destinatario. Te pillé, me dije yo. ¿Cómo es posible que el destinatario se niegue a recogerlo si no lo ha podido recibir ya que la dirección estaba incompleta o era incorrecta tres horas antes?
El funcionario me da la razón, faltaría más, pero no me devuelve el importe del envío. No pretendo que contraten a Miguel Strogoff para llevar la paquetería, pero esta forma de proceder resulta inaceptable.

Ahora, decepcionado y triste, lo único que me queda es avisaros a todos para que jamás utilicéis el servicio de Correos Express. Yo, todavía estoy esperando que al menos me devuelvan los 15 euros que me costó el envío urgente y garantizado. Menuda mierda.










viernes, 15 de septiembre de 2017

Reflexiones sobre el nacionalismo








Yo no soy una persona orgullosa (me parece) pero comprendo que haya personas que lo sean cuando hay un motivo. Estoy orgulloso de mi hijo que ha superado las pruebas para ser astronauta, por ejemplo. Sin embargo me parece una enorme estupidez sentirse orgulloso de una circunstancia. Cada vez que llega la primavera siento un gran orgullo, también como ejemplo. Pues bien, de todas las circunstancias que rodean al ser humano, las más aleatorias son la fecha y el lugar dónde ha nacido, y de la misma forma que nos parecería una gilipollez sentirse orgulloso por haber nacido el dos de enero, debería parecernos sentir orgullo porque su madre lo trajo al mundo en Tordesillas. Otra cosa muy distinta es que su madre sea un gran motivo de orgullo, y que también lo sea su padre y su abuela,... pero ¿el pueblo dónde nació? ¿Por qué? Pues en esto consisten los nacionalismos, en sentirse seres especiales por haber nacido en tal valle en lugar de en tal llanura, que como todo el mundo sabe, son mucho más feos.

No voy a sacar conclusiones sobre el tipo de límites que tiene un cerebro nacionalista, pero invito a que cada cual lo haga.

Los nacionalismos son los causantes de las mortíferas guerras que asolaron Europa el siglo pasado. El romanticismo decimonónico creó el caldo de cultivo, un romanticismo burgués, exagerado con todo lo que oliera a gesta.

Los nacionalismos son incompatibles con el pensamiento de izquierdas, que es internacionalista, salvo en España, que curiosamente son los mayores defensores. Pensemos que precisamente es La Internacional, el concepto de unión de los socialistas, pero aquí, ni caso.

El nacionalismo es la excusa para sentirse superior a los demás, prueba de ello es que crea mitos, héroes y superhéroes para demostrar que han nacido en tierra de titanes. No entiendo que haya personas dispuestas a armar la marimorena a causa de sentirse superior a los demás, y en el fondo me asquean hasta la nausea. Orgullo de pertenecer a una etnia o de hablar una lengua o de tener a Noé entre los antepasados, significa sentirse superior a los que no son de esa etnia ni hablan esa lengua ni cuentan con Noé entre sus ancestros.

Jamás compartiré la emoción ante una bandera y mucho menos prometeré defenderla hasta la muerte. “Patria o muerte”, es para mí, la frase más imbécil de todas las que pueda pronunciar un ser humano.

Últimamente estoy escuchando otras frases que si las destiláramos, al final saldría un asolador “patria o muerte”.

Esto solo son las primeras reflexiones sobre el nacionalismo que me han venido a la cabeza. Ahora, cada cual que amplíe la lista con las que se le ocurran.