Hay obras universales que nadie se explica por qué son universales.
Todo el mundo conoce el microrrelato, Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba allí, que es tan micro que lo puedo poner completo entre comas sin
perder el hilo de la oración principal, y no sigo para no contradecirme.
También sabe todo el mundo que es de Monterroso. Escritor guatemalteco, por si
alguien no lo sabía. Los que saben más, saben que ese cuento es considerado
como una metáfora del autor sobre las tres décadas exactas que llevaba el PRI
en el gobierno mexicano en el
momento de ser escrito, y que por cierto, luego siguió otras cuatro, esta vez
de once años cada década.
Sin embargo, existe otra versión sobre su origen,
mucho más divertida y que yo prefiero pensar que es la verdadera inspiración de
este microrrelato universalmente famoso (que tampoco entiendo por qué, las
cosas como son). Según dicen las malas lenguas, la cosa sucedió en un congreso
literario celebrado en Tenerife; cuando le tocó el turno de intervención a
Bryce Echenique, el bueno de Monterroso se dejó arrullar por su florido
lenguaje y se durmió como un ceporro. Cuando despertó descubrió que Echenique seguía
allí, con su parla decimonónica y sin duda elegante, aunque con muchas
cualidades para invitar al sueño y más extensa de lo que nadie esperaba.
Entonces, siempre según esas lenguas viperinas, Monterroso escribió el texto de
lo que ha pasado a ser su obra más traducida (y con menos remuneración para los
traductores que cobran según el número de palabras traducidas).
Cualquiera de las dos explicaciones vale para
justificar el argumento del microrrelato, pero si no conoces ninguna de las
dos, se queda un poco así, vamos que no hay quién lo entienda.
Pues es una obra universal, ya ves, me dirá todo el
mundo. Ya, ya, ya lo sé, diré yo, pero ¿no quedaría más claro si se escribiera
la precuela? Se ha hecho con La Guerra de las Galaxias y parece que la gente ha
quedado conforme. Por eso, yo invito a cualquiera a que escriba por su cuenta
una precuela que justifique el exitazo del microrrelato. Es un ejercicio sano (como
todos los ejercicios), no molesta a nadie, y sobre todo, da para escribir un
artiblog.
A continuación pongo algunas de mis propuestas. Se
admiten sugerencias, para aumentar la colección.
Fue él quién insistió en que durmiéramos juntos.
***
En cuanto se despierte le piso la cabeza, dijo el
brachiosaurio.
***
Este capullo, con el pedo que tenía ayer cuando se
fue a dormir, seguro que cuando se levante ni me reconoce.
***
Esperaré hasta que se despierte para comérmelo, pensó
el dinosaurio.
***
Sr. Juez, maté a mi marido porque estaba harta de que
todas las mañanas me llamara dinosaurio.