sábado, 11 de enero de 2014

Igualito, igualito






El otro día hablando con mi vecino (fuente inagotable de reflexiones), me di cuenta de hasta qué punto éramos diferentes. Dos personas que comparten portal, escalera, ascensor, cuartito de las basuras y tantas otras cosas, que hasta habremos comido filetes de la misma vaca, resulta que somos los polos opuestos en casi todo. No nos ponemos de acuerdo ni en la forma de vestir, y eso que en mi barrio casi todo el mundo viste igual. En fin, una invitación, ya digo a la reflexión, y entonces reflexioné: es obvio que lo nuestro no es una anomalía, es decir que todo el mundo es diferente a todo el mundo, así somos los seres humanos de diversos. Vale, pero entonces, seguí reflexionando, ¿qué pasaría si ocurriera lo contrario?, es decir, que todos fuéramos exactamente iguales, me refiero al comportamiento, claro. ¿qué ocurriría si todos fuéramos igual de simpáticos (o de antipáticos), todos igual de cachondos (o de serios) todos igual de generosos (o de tacaños), de amistosos (o violentos)…?
Es difícil imaginar cómo sería el mundo si no hubiera ninguna diferencia entre los seres humanos, pues el mundo sería diferente de infinitas maneras, ya que habría tantos mundos posibles como personalidades existen. Habría un mundo que seguiría en la edad de piedra, otro que habría llegado a colonizar Marte, otro que ya habría desaparecido, uno en que no existiría ningún dios y otro en que todos estuvieran convencidos de que la luna está hecha de queso.
¿Cómo sería un mundo en que todos fueran como Rajoy, o todos como Rubalcava o todos como Fabra?. Pero la gran pregunta que debemos hacernos, como prueba del nueve para comprobar cómo somos, es ¿cómo sería el mundo si todos fuéramos exactamente iguales a nosotros mismos? ¿sería mejor, sería peor? ¿habría corrupción, más asesinatos, ninguno? ¿habría casos de abusos de autoridad, crueldad con los animales, estaría permitido el aborto siempre que éste fuera el deseo de la madre o tendría que pasar por un tribunal presidido por sacerdotes dominicos (pongo por caso)? ¿existirían los abrigos con el cuello de terciopelo? Esta pregunta parece una tontería pero su respuesta implica muchas más cosas, por lo que yo puedo ver. Otra pregunta que tenemos que hacernos: ¿en nuestro universo se plantearía siquiera dar el indulto a Jaime Matas o a un conductor suicida amigo de Gallardón? ¿habría mas ballenas de las que hay, habría menos o no quedaría ninguna? ¿estaría el tigre en peligro de extinción como lo está ahora?
La respuesta a estas pregunta nos dará una idea bastante clara, siempre que no nos engañemos, de cómo somos.
En un mundo en que todos fuéramos como mi vecino, a lo mejor, este artiblog lo habría escrito él y yo lo estaría leyendo ahora sin saber exactamente si me gusta o no. 



25 comentarios:

  1. pues en tu mundo yo seria tu leyendo este artiblog escrito por tu vecinoy llegando a la conclusion de que si me ha gustado.

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    1. muchas gracias, aunque ya no sé si te gusta lo que has leído en este mundo o el que podrías haber leído escrito por mi vecino, en el ejemplo que puse. Vaya lío

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  2. Es una reflexión curiosa porque, seguramente, somos más parecidos de lo que creemos. Igual que nosotros pensamos, mientras observamos un banco de atunes, que todos son iguales, seguro que todos los atunes piensan (¿piensan?) que todos los humanos que participan en un marathon son idénticos. Y si no son los atunes serán los extraterrestres, que también son todos iguales. Siempre que provengan del mismo planeta y sean de la misma especie, claro.
    Pero lo más inquietante es que, si todos fuésemos iguales, sabríamos en cada momento qué es lo que nos iba a decir el vecino y, a su vez, él sabría que le iríamos a contestar. Entonces no haría falta decir nada para comunicarse. A ver si va a ser verdad que todos lo atunes son iguales y por eso mismo no necesitan hablar...

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    1. CLos atunes son todos iguales en sus comportamientos y las diferencias que hay entre un atún y el que está al lado deben ser mínimas, lo cual no ocurre con nosotros, aunque muchos seamos unos buenos pedazos de atún.

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    2. Pues a eso me refiero. Seguro que somos más atunes de lo que pensamos. Y seguro que el comportamiento de un atún que nada en la cola del banco difiere enormemente con el de otro atún que aletea en cabeza. Aprovechando la detallada explicación de César, el contexto en el que se mueve cada pez es diferente y seguro que cada uno actúa acorde a esas circunstancias.
      Ahora, lo fascinante del banco de atunes (sí, estoy un poquito obsesionado. Es que me he tragado tres veces seguidas "Buscando a Nemo" mientras cuidaba de mi prima de diez años) viene cuando cambian el sentido de la marcha y el que estaba rezagado pasa a ser el cabecilla. Estoy seguro de que el pez que antes actuaba de cola, en el mismo momento que lo ponen a liderar, cambia su actitud. Y si no la cambia lo corren a aletazos y lo relegan.
      Pues lo mismo sucede con una persona cuando le dan poder, que normalmente cambia. Y si no cambia lo apartan de alguna u otra forma.
      Con esto sólo quiero dar a entender que no hace falta que pasen generaciones para conseguir que una persona dócil acabe matando ni, por suerte, para que suceda todo lo contrario con un asesino. Somos muy, muy volátiles. Y precisamente por eso somos todos tan iguales, porque cualquier persona es capaz de hacer tanto una cosa como otra. Así es como llegaba a la conclusión de que un marciano (o un atún, no nos olvidemos) no vería diferencias entre un asesino y un integrante de médicos sin fronteras: los dos actúan como un ser humano.

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    3. el ser humano, y ahí está la madre del cordero, es muy diverso y admite muchísimas formas de comportamiento, debido a la complejidad de su cerebro. Cuanto más complejo, más variables puedes encontrar, y viceversa: los sistemas nerviosos básicos admiten muy pocas posibilidades de diferenciación de modo que lo que hace un gusano platelmito, lo repite con exactitud otro gusano platelmito. o una mosca, o una hormiga... incluso animales mucho más evolucionados como los mamíferos, tienen comportamientos muy similares, aunque ya empieza a notarse "el genio". Y si existeran extraterrestre cuyo CI fuera del 320, seguro que tendrían una gama de comportamiento sicológico aún mayor que la nuestra y nos mirarían como nosotros miramos a los atunes. Eso sí, con más respeto.

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  3. Lamento no estar de acuerdo esta vez contigo, amigo mío. Creo que haces una pregunta equivocada y, por tanto, las respuestas también son equivocadas. Lo planteas como si las personas fuéramos lo que somos de forma intrínseca, con independencia de cualquier otro factor, pero me parece que eso no es así. Como decía Ortega y Gasset: "yo soy yo y mis circunstancias". ¿Serías tú lo que eres si hubieses nacido en un barrio bajo de Bombay en vez de en Chamberí? En tus actuales circunstancias serías incapaz de cometer un asesinato, pero ¿y en otro contexto? Por ejemplo, no eres racista; pero si hubieras nacido en el seno de una rica familia de Atlanta a comienzos del XIX, probablemente estarías encantado de tener esclavos. Y eso puedes aplicarlo a cualquier cosa que consideres esencial en ti. Todo depende del contexto y las circunstancias.

    Es más, llevemos las cosas al extremo. Cojamos un duplicador de materia y hagamos 4.000 millones de copias de ti. Luego, eliminemos a todos los varones del planeta y sustituyámoslos por tus duplicados. No puede haber más igualdad. Pues bien, estoy seguro de que al poco tiempo los comportamientos de todos esos yoes tuyos, al principio idénticos, comienzan a diferir. Porque sus circunstancias serían diferentes. No sé cuánto tiempo tardaría en aparecer, por ejemplo, un Samael asesino, pero estoy seguro de que tarde o temprano surgirían por docenas. Porque los seres humanos no somos inmutables, sino respuestas a nuestro variable entorno.

    De hecho, el problema filosófico que plantea tu pregunta es el de la identidad. "¿Quién soy yo?"; cuanto más profundizas en esa cuestión, más claramente comprendes que eso de la identidad no es más que un espejismo.

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    1. Estamos completamente de acuerdo Ortega y Gasset, tú y yo: cada uno de nosotros somos principalmente lo que son nuestras circunstancias. El entorno influye en la formación de la personalidad mucho más que ninguna otra variable. Dices que yo sería distinto de haber nacido en un barrio pobre de Bombay y eso es incuestionable, como también lo es que yo podría llegar a tener esclavos en una plantación heredada de mi abuelo Perkins. Pero la pregunta es: Si todos los seres humanos hubieran sido iguales a mi mismo, desde el principio, no ahora que ya está todo como está y sabemos que está muy mal, ¿habría barrios miserables? Si todos los humanos hubiéramos sido como Lincoln, desde que íbamos de rama en rama, ¿hubiera habido alguna vez alguien con esclavos?.
      Las circunstancias no las pone el planeta, ni las pone el viento, ni vienen del espacio como llegó el agua. Las circunstancias las creamos nosotros y depende de cómo seamos, así serán las circunstancias que tengamos (que asu vez determinarán como serán nuestros hijos).
      Las circunstancias que hay en el siglo XXI son diferentes a las que había en el siglo IV, porque los que ahora creamos esas circunstancias somos otros, y tal como seamos, así será nuestro entorno. Nosotros creamos el entorno, y a su vez el entorno nos crea a nosotros.
      Y sí, el problema de la identidad es muy complejo. Creo que ya he tratado en varias ocasiones en este foro sobre este asunto, siempre apasionante. No será la última.

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    2. Dices: "Las circunstancias no las pone el planeta, ni las pone el viento, ni vienen del espacio como llegó el agua. Las circunstancias las creamos nosotros y depende de cómo seamos, así serán las circunstancias que tengamos".

      Estamos en el 70.000 antes de Cristo. Todos los homo sapiens que hay son iguales a Samael, con su mismo "programa básico". Y todos viven en una feliz armonía. De pronto, zas, sobreviene una inesperada sequía (cosas del planeta) y la consiguiente desertización. Hay dos tribus de sapiens; viven en territorios contiguos, junto a dos fuentes de agua; las últimas dos fuentes. Sólo en esas dos zonas se puede encontrar algo de alimento; pero en cada caso, apenas lo necesario para la supervivencia de cada tribu.

      De pronto, se seca una de las fuentes, la de la tribu A. Se acabó el agua y los alimentos para esos samaeles. Entonces, los de la tribu A van a ver a los de la tribu B y les piden ayuda, agua y alimentos. Pero los de la tribu B saben que apenas tienen suficiente para ellos y que si lo comparten morirán muchos de los suyos, sobre todo los niños, que son el futuro. ¿Qué pasaría en una situación así, una situación provocada por algo sobre lo que los samaeles no tienen el menor control (el clima), una situación en la que lo que está en juego es la supervivencia? No hace falta responder, porque cosas similares ya han ocurrido en el pasado (de hecho, así comenzaba "2001: Una odisea del espacio").

      Como bien sabes, la naturaleza humana puede variar mucho, pero siempre regida por unos principios básicos, y uno de esos principios es el instinto de supervivencia. Tus actuales circunstancias, Samael, te permiten el lujo de ser bueno sin que eso comprometa tu supervivencia y la supervivencia de tu teórica prole. Pero si esas circunstancias fueran distintas, si la única forma de sobrevivir consistiera en ser malo (malo según tus actuales principios, claro), ¿qué crees que harías? En fin, por no hablar de otro principio básico humano, el controlado por nuestro gen egoísta: el sexo y la reproducción. Y anda que eso no es conflictivo...

      El planeta sí que impone las circunstancias, amigo mío; lo hace cada día, cada segundo. Y lo hace desde lo más sencillo: dependiendo de en que zona geográfica vivas, tus circunstancias serán distintas. Es cierto que los humanos, seamos samaeles o no, también imponemos nuestras propias circunstancias, pero en última instancia siempre será en respuesta, directa o indirecta, a nuestro entorno. Como es natural, hace 70.000 años el entorno imponía muchísimo más sus circunstancias que ahora, o al menos más directamente (fieras, necesidad de alimentos, catástrofes naturales, etc.)

      Como señalaba, tú no eres esencialmente bueno, porque nadie es esencialmente nada, salvo egoísta. Lo que ocurre es que tus circunstancias te han permitido elegir la opción de ser más o menos bueno. Por ejemplo, me consta que amas a los animales y detestas la caza. Pues bien, si todos los sapiens del pleistoceno fueran samaeles, ya de entrada tendrían que renunciar a ese amor a los animales y ese odio a la caza, porque la alternativa sería morirse de hambre. Y así con todo.

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    3. El entorno, las circunstancias que nos rodean, no solo lo determinan las guerras, también los individuos. Puede haber una guerra, como en el caso que dices, provocada por el instinto de supervivencia, es tu vida o la mía, pero me temo que esa no es la causa habitual de las guerras que hemos tenido.
      El instinto de supervivencia es justificable; la saña, no lo es en absoluto, al menos para los samaeles. Ningún instinto de supervivencia puede justificar la tortura, ni el abuso de poder, ni siquiera el afán de acaparación y acumulación de riqueza. De hecho, la totalidad de animales tienen instinto de supervivencia, pero no existe ninguno que tenga comportamientos de crueldad innecesaria, ni que hagan daño con la única finalidad de hacer daño.
      Una guerra por una charca de agua (de la que depende la vida) no puede justificar que 70.000 años más tarde exista el hambre, la miseria y la terrible injusticia que hay hoy en nuestra especie.
      Por supuesto que yo puedo permitirme ser buena persona, pero mucho más se lo pueden permitir quienes explotan, abusan y denigran a sus semejantes, algo que yo , Samael, no haría en este mundo. Y he personalizado para que sirva de ejemplo, pero me valdría lo mismo poner césares donde he puesto samaeles. El problema, amigo mío, es que hay mucho cabrón suelto, muchísimo. También tengo una interesante teoría que explica su abundancia pero eso lo dejo para otro momento.
      En cuanto a la caza, forma parte de lo dicho anteriormente, de hecho y también como filetes y sé que no crecen en las huertas, pero una cosa es cazar, y otra por ejemplo, tirar cabras por un campanario. Actualmente podemos sobrevivir sin hacer ninguna de las dos cosas.
      Por cierto, no es formula de cortesía, pero te agradezco que hagas de este sitio un lugar de debate. Mola.

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    4. Antes dijiste: "Pero la pregunta es: Si todos los seres humanos hubieran sido iguales a mi mismo, desde el principio, no ahora que ya está todo como está". Por eso te puse el ejemplo de la charca hace 70.000 años, para demostrarte con que facilidad un pacífico Samael podía llegar a convertirse en un asesino. Por otro lado: desde la charca hasta el conflicto más reciente, la inmensa mayor parte de las guerras están motivadas por causas económicas. Tu vida o la mía, a fin de cuentas.

      Ahora bien, aceptas que un samael pueda llegar a convertirse en un asesino, pero ves imposible que se comporte con saña... ¿Seguro? Yo, desde luego, no lo estaría tanto. Todo dependerá de las circunstancias. Si escuchas los testimonios de la gente que ha participado en guerras, todos te dirán que en ese contexto los seres humanos son capaces de lo mejor y de lo peor, del más elevado heroísmo y de la más abyecta crueldad. Estoy hablando de personas normales, de samaeles que, según las circunstancias, se comportarán de una forma u otra. ¿O es que te crees que todos los guardianes de los campos nazis eran sicópatas? Para nada; había mucho samael/fritz que hacía lo que hacía simplemente porque las circunstancias le habían conducido a ello.

      El error, a mi modo de ver, es que consideras que tu "programa básico" está compuesto de honradez, sensibilidad, respeto, espíritu de diálogo, etc. Pero no´; todo eso es la capa de civismo con que te has cubierto durante el proceso de socialización, un fino barniz que puede esfumarse en cuanto se emplee el aguarrás adecuado. Porque tu "programa básico", el de todos nosotros, es el egoísmo y la emocionalidad. De hecho, nada hay más egoísta (y emocional) que un niño muy pequeño. Eso se modela mediante la educación, para permitir la supervivencia en y mediante el grupo. Pero igual que se modela, se puede desmodelar. Y con gran frecuencia ocurre. Es decir, que dadas las circunstancias adecuadas, tú, yo, cualquiera, podríamos hacer auténticas atrocidades.

      Y es nuestra naturaleza (samaeles incluidos), esa naturaleza egoísta, agresiva y territorial, lo que causa "la terrible injusticia que hay hoy en nuestra especie", desde la guerra de la charca hasta la bomba atómica.

      Por cierto, los animales no pueden ser crueles, en efecto, porque la crueldad implica una capacidad de raciocinio de la que ellos carecen. Lo suyo es instinto, y eso no está sujeto a la ética (la naturaleza no es buena ni mala; sólo es). Por eso, aunque el instinto puede desencadenar una extraordinaria violencia, no puede derivar en sadismo, porque el sadismo implica una voluntad racional de causar dolor que los animales, por falta de inteligencia, no pueden albergar.

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    5. Voy a empezar por el final:
      No se pasa de animal irracional a racional, solo por una clasificación de los humanos. Los simios, el gran debate, están en un territorio que calificarlos de racionales se queda un poco ancho y despreciar sus capacidades y sensibilidades todo lo contrario. De hecho se está trabajando como sabes en el reconocimiento de los derechos de los grandes primates (Proyecto Gran Simio). No me estoy desviando (demasiado) lo que quiero decir es, como le dije a Mazcota, que cuanto más complejo es el cerebro, más variaciones encontraremos en sus comportamientos. Hay animaluchos que admiten pocas posibilidades de ser muy diferentes entre ellos, y otros que sí. Hay simios que son básicamente agresivos y otros (como los bonobos, un tipo de chimpancé enano) que son extremadamente pacíficos hasta el extremos de que cuando tienen un conflicto, en vez de pelear, follan. Resulta envidiable esa forma de dirimir los enfrentamientos, al menos a primera vista. Cualquier cosa es mejor a que te den un tiro. Esa es su estrategia de supervivencia. Veremos si funciona. O no.

      La evolución y la adaptación al medio, con el principio básico de la supervivencia, va a marcar la estrategia ganadora que se transmitirán de una generación a la siguiente. Pero ya sabes que no siempre se elige bien la estrategia supuestamente ganadora, me refiero a largo plazo. Efectivamente, como bien dices, la estrategia del ser humano es el egoísmo, y precisamente mi punto de vista es que se trata de una estrategia equivocada, que nos lleva a esos barrios de miseria en Bombay y a los asesinatos, injusticias, robos, abusos... en fin, todo lo que ya hemos hablado.

      Claro que había soldados nazis que actuaban coaccionados por el miedo, pero era un miedo a que los auténticos bestias también acabaran con ellos. Podían ser perfectamente samaeles (o césares, ya está bien de ponerme de ejemplo) que bajo el acojone de que les cortaran las pelotas poco a poco, preferían cortársela a sus semejantes. No tengo ni idea de cómo hubieran reaccionado un césar o un Samael en esas condiciones, de verdad no lo se, pero no es esa la cuestión, pues en el peor de los casos habrían obrado mal OBLIGADOS, mientras que sus superiores lo hacian ENCANTADOS DE HACERLO. Ese es el punto. ¿Y a dónde condujo esa vesania? ¿Se alcanzó alguna meta que mejorara la vida de alguien?

      En otro momento demostraré por qué la estrategia del egoísmo es una estrategia equivocada y que probablemente nos lleve a la extinción.

      Sí, definitivamente es una mala idea ser un mal bicho con nuestros semejantes, ya lo verás.

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    6. Vayamos por partes, como decía Frankenstein. Yo no digo que la estrategia de supervivencia de los humanos sea el egoísmo, ni mucho menos. De hecho, sostengo que el egoísmo forma parte del "programa básico" no sé si de todos los animales, pero desde luego sí de todos los mamíferos superiores. Ese egoísmo se manifiesta, sobre todo, en la competencia por la reproducción, donde cada individuo lucha por ser él, y no los otros, quien tenga acceso al sexo. Ahora bien, en el caso de los animales, cada especie cuenta con sistemas de protección instintivos para impedir la muerte entre congéneres. Por ejemplo, el lobo derrotado le ofrece la garganta al vencedor y éste no puede matarle porque el instinto se lo impide.
      Cómo bien dices, la inteligencia en el mundo animal es una cuestión de escalas. Lo que pasa es que al llegar a los humanos, la escala se dispara de forma casi absurda, desmedida. Ningún animal, absolutamente ninguno, incluyendo a los grandes simios, ha desarrollado una mente simbólica. Salvo los humanos. Y esa mente simbólica nos ha permitido articular un lenguaje extraordinariamente complejo y desarrollar una inteligencia que, sencillamente, no tiene parangón en la naturaleza y que nos permite ir más allá del instinto. En ese sentido, somos únicos.
      Y ahí reside el problema. Porque la estrategia evolutiva de la especie humana no es el egoísmo, sino la inteligencia. Y esa inteligencia, que es muy útil para sobrevivir, también nos permite derribar las restricciones instintivas que en el pasado nos impedían matar a nuestros congéneres. Y, como nuestro componente básico es el egoísmo, utilizamos esa inteligencia... con fines egoístas. Hay una frase que ilustra esto muy bien: "La civilización (o la inteligencia) no acaba con la barbarie: la perfecciona".
      Pero volvamos al tema de los samaeles. Y perdona que siga con lo de "samaeles", pero es que eres tú quien sostiene que un mundo lleno de semejantes a ti mismo sería mejor. Personalmente, creo que un mundo de "césares" sería tan malo como el actual; o peor, quién sabe.
      Bien, aceptas que los samaeles podrían cometer atrocidades (a causa del temor, por ejemplo), pero alegas que no disfrutarían con ellas. En principio, de acuerdo. Porque estamos hablando de una mente normal, sin trastornos de la personalidad. Es decir, que no eres un sicópata ni un sádico, y por ello no disfrutas con el dolor ajeno. Pero, y esto es importante, lo que si puedes hacer es llegar a desensibilizarte, a reprimir la empatía. En realidad, eso es una forma natural de autodefensa; de hecho, todos nos desensibilizamos en mayor o menor grado, porque si mantuviéramos la empatía a tope todo el tiempo, bastaría con ver un telediario para sumirnos en la más profunda depresión. Y para que el mundo sea un horror no hace falta la maldad patológica; basta con el egoísmo y la insensibilidad.

      (SIGUE)

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    7. (VIENE DEL ANTERIOR)

      No obstante, ¿bajo ninguna circunstancia los samaeles y los césares disfrutarían con el dolor ajeno? Pues no lo sé... Hago un experimento mental: Un tipo viola, tortura con saña y asesina a todos los miembros de mi familia. Y, al cabo de un tiempo, ese tipo cae en mis manos. ¿Qué haría yo con él? No quiero ni pensarlo. Pero me temo que sí, que podría llegar a disfrutar con el dolor ajeno.
      Por otro lado, hay muchas formas de retorcer la mente humana, obligándole a hacer cosas terribles que sin embargo, para esa mente son buenas. Por ejemplo, los soldados nazis que horneaban judíos. No hacía falta que tuvieran miedo a sus superiores, ni que fueran unos sádicos; bastaba con convencerles de que los judíos no eran seres humanos, sino alimañas perjudiciales para la auténtica humanidad. Así pues, según ellos no cometían asesinatos, sino que por el contrario llevaban a cabo la benéfica labor de librar al mundo de alimañas. ¿Qué tiene eso de malo? Y lo mismo sucede con la religión. Los inquisidores, al quemar herejes alegremente, no hacían más que defender la obra de dios. Ya conoces la frase: "Con o sin religión, habrá gente buena y gente mala. Pero para conseguir que la gente buena haga cosas malas, hace falta la religión".
      No me extiendo más; sólo un breve comentario. Antes decías: "El problema, amigo mío, es que hay mucho cabrón suelto". Es cierto; pero creo que yo soy más consciente que tú del inmenso número de cabrones que hay. Porque tú estableces una frontera: a este lado están los buenos y a este otro lado los cabrones. Lo cual, estadísticamente, puede ser más o menos cierto. Pero yo voy más allá y afirmo que, dadas las circunstancias adecuadas, cualquier persona, por buena que sea, puede llegar a comportarse como un cabrón.

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    8. El gen egoísta lo tenemos todos los que tenemos genes. Si no fuera por ese gen egoísta no estaría garantizada su perpetuación, sea de un mamífero o no. Lo importante no es el individuo, sino el gen, siendo el individuo completo un mero vehículo; eso es lo que piensa el gen de nosotros. Pero ese no es el caso, o al menos no es el caso que yo quería dar a entender en mi artiblog.

      Sin perdernos en otros vericuetos, todo lo que podamos hacer o dejar de hacer en circunstancias extremas forma parte de aquello que podemos imaginar. Francamente no se cómo reaccionaria yo en una situación extrema, no tengo ni idea, todo lo que puedo hacer es extrapolar mi comportamiento actual y si acierto es de chiripa pues por mucho que extrapole se me escaparán variables que nunca he manejado en mi aburrida existencia llevada a cabo en situaciones predecibles y en general confortables. Lo que sí es seguro, sin ninguna duda, es que sometido a los mismos estímulos, exactamente a los mismos, las personas reaccionamos de manera diferente. Si ponemos delante de varios niños diferentes objetos, cada uno hará con ellos distintas cosas, y algunas muy reveladoras de su carácter. Por ejemplo, si les damos una lata de gasolina, un murciélago y un mechero, seguro que habrá alguno que rocíe con gasolina al murciélago y luego le prenda fuego, pero también habrá otros que dejen en paz al murciélago y se olviden de los otros dos objetos. Pero, y este es el quid, si todos, absolutamente todos los niños reaccionaran igual, quemando al murciélago, no habría murciélagos, al menos con el valor suficiente para acercarse a un niño. Pongamos adultos en vez de niños y cambiemos esos objetos por dinero (o posibilidad de tenerlo), poder… lo que se te ocurra y que sea tentador. Pasará lo mismo, los habrá que tengan un comportamiento decente y los que matarán a su madre por conseguir más dinero o más poder.
      Ahora cojamos a esos mismos adultos, donde hemos detectado que los hay decentes y también matamadres, y sometámosles a unas condiciones extremas, como el caso de violación de un familiar cercano. También en esas circunstancias tan extremas tendrán comportamientos diferentes. Los matamadres con toda probabilidad seguirán siendo matamadres, y dentro de los decentes, los habrá que sí y los habrá que no y los habrá que ni sí ni no.

      Y esto también es imaginado pues que se sepa no se ha hecho el experimento.

      Para terminar, y aunque no venga a cuento pero tengo ganas de decirlo, para conseguir cosas extraordinarias, tienes que buscar a personas extraordinarias.

      Mañana procuraré terminar antes de trabajar para ver si hay que seguir ;-))

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  4. lo del abrigo con el cuello de terciopelo me ha gustado. El presidente de la comunidad de madrid tiene uno, y otro Bárcnas y he visto más por la calle Génova. No quiero pensar si todos lleváramos un abrigo así cómo sería el mundo, miedo me da...

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  5. sí, ya dije que aunque parezca una tontería tiene su enjundia. ;-))

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  6. Es un placer leer a dos grandes polemistas como esta claro que sois vosotros, Samel y Cesar. He de decir que yo estoy de acuerdo con los tres (tambien con Ortega), pero lo que mas me ha gustado es lo que ha dicho Samael: hay mucho cabron suelto.
    Ni nos imaginamos cuantos.

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    1. grcias por la parte que me toca. Sí, en lo de que hay mucho cabrón creo que estamos de acuerdo todos.

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  7. Pues estoy totalmente de acuerdo con Struendo sonado. Es un placer leeros.

    Para aligerar un poco el debate ( y que no se me mal interprete la broma ni penséis que quiero censurar a nadie) sólo diré una cosa: me da la impresión que, para tratarse de LA TERTULIA PEREZOSA, escribís mucho.

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    1. ja ja ja ... sí en esta ocasión no se puede decir que seamos perezosos. Gracias por estar de acuerdo con Struendo.

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  8. Por mí, se acabó el debate. Entre otras cosas, porque como señala Mazcota, he escrito demasiado. Lo que pasa es que, por casualidad, la novela que estoy escribiendo ahora trata en cierta medida de este tema. En un futuro cercano, un grupo de personas normales, civilizadas, tiene que intentar sobrevivir en un mundo donde impera la barbarie y la ley del más fuerte. ¿Qué deberán hacer para sobrevivir? ¿Ser tan salvajes como los salvajes? Quizá, pero entonces ¿en qué te conviertes? Y sobre todo ¿es posible ser un monstruo que lucha contra monstruos y, pese a eso, conservar la inocencia y la fe en la ética? Y una cosa más: ¿hasta dónde es capaz de llegar una persona normal y corriente en circunstancias totalmente adversas?

    Respecto a la frase final de Samael, "para conseguir cosas extraordinarias, tienes que buscar a personas extraordinarias". Bueno, quizá. Pero muchas veces también puedes conseguir lo mismo poniendo a personas ordinarias en circunstancias extraordinarias. ¡Y no pretendo polemizar! NOTA: Pero ahora que lo pienso, casi todos los héroes de mis novelas son así: personas normales que deben, aunque no lo deseen, enfrentarse a situaciones extraordinarias. Eso me parece más interesante que el típico personaje que lo soluciona todo gracias su extraordinario poderío físico y mental. Lo divertido es ver cómo el pequeño David le zurra la badana a Goliat, no al revés.

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    1. Por lo que cuentas, tu próxima novela tiene una pinta estupenda, y de momento ya tienes un lector seguro. Me parece muy interesante (y actual) la trama, quizá porque yo también he pensado mucho sobre cómo será el próximo futuro. Esto parece un truco de marketing, pero... ¡date prisa, cuanto antes la termines antes la leeré!

      La frase ("para conseguir cosas...") en realidad no es mía, sino de James Lee Byars, un artista extraño con una obra que a veces resulta un tanto inquietante y está claro que extraordinaria en muchos sentidos. Quizá él se consideraba a si mismo extraordinario... al menos buscaba lo extraordinario, y eso en una artista es una obligación.

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  9. Vaya, no paran de anunciarse libros interesantes en este blog. Pues aquí tendrás otro lector, pero tómate el tiempo que creas necesario para terminarlo. Desde que leí que George R.R. Martin, por culpa de la presión a la que estaba sometido por sus seguidores, había amenazado con estrellar el cometa rojo sobre Poniente, he entendido que no hay que ser impaciente.

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