El verano es un buen momento para demostrar lo vagos
que podemos llegar a ser. Había empezado hace tiempo un artiblog para hablar de
Spinoza, un filósofo holandés, como todo el mundo sabe, cuyos padres nacieron
en Espinosa de los Monteros, en la pedregosa soledad de Burgos, pero por culpa
de la molicie dejé sin terminar. Como aún seguimos en tiempos de mucho calor y
la pereza permanece, voy a redireccionar lo que había empezado en función de
los últimos acontecimientos.
Ya hemos visto lo que se hace por defender a dios, y
lo que se hace en su nombre. Para empezar, no veo necesidad de salir a la calle
en defensa de ningún dios pues por su naturaleza divina le sobran poderes para
defenderse él solito. Y hacer cosas en su nombre seguro que es pecado de
soberbia, pues no creo que ningún asesino haya recibido el encargo expreso de
su dios para tal misión. Entonces llegamos al punto de que los asesinos que
matan en nombre o en defensa de su dios, lo hacen a sus espaldas. Con esto no
quiero ni muchísimo menos exculpar a las religiones, como si no tuvieran nada
que ver en que existan religiosos dispuestos a matar a quienes no las sigan,
sino todo lo contrario. Tienen que ver y mucho, vamos a dejarnos de tonterías.
Por supuesto, en estos días hemos visto que el
colectivo musulmán condena cualquier acto de terrorismo, y declara que no
comparten extremismos ni asesinatos, ni ningún tipo de barbaridad. Estaría
bueno.
Vale, admitamos que no todos los musulmanes son
terroristas, pero admitamos también que si no hubiera musulmanes, no habría
musulmanes terroristas. Con esto solo quiero decir que la religión no es en
absoluto inocente cuando se mata en su nombre. ¿Que es obra de un perturbado? sí.
¿Que no todos los que practican esa religión están perturbados? también, pero no
ignoremos que es en las mezquitas y en las enseñanzas de sus imanes donde se
forjan esos perturbados. En las mezquitas ahora, y en las iglesias hace algunos
siglos y en los templos de Isis hace muchos más. Y en las sinagogas, y en los altares
a Mitra y a Ormuz y la Gran Serpiente Emplumada y el insaciable Tezcatlipoca,
sediento de sacrificios humanos, sin olvidarnos del gran Bachibuzuc.
Sí, es una lata, pero los humanos cada vez que nos
inventamos un dios, cosa que sucede cada vez que nos convencemos de que el
anterior era pura mitología, lo hacemos intolerante con los demás. Siempre nos
sale un dios sanguinario, colérico y con muy mala leche y encima echamos la
culpa del mal, a su oponente, el diablo, cuando la verdad es que el pobre nunca
ha roto un plato, todo lo más que ha hecho ha sido tentar a gente buena con
verdaderas tonterías. No se le atribuye el intento de exterminio con ningún
diluvio universal, ni ha enviado plagas a su pueblo favorito, ni ha dejado caer
lluvia de fuego sobre nadie, ni cerrado el mar sobre miles de soldados que
perecieron ahogados sin remisión... todo lo más a lo que llega el demonio es,
eso, a tentar a un santurrón sin ningún éxito. Da hasta pena, pero no es del
diablo de quién estamos hablando sino de dios. El auténtico culpable de que haya idiotas dispuestos a matar
en su nombre.
Todo lo demás será muy correcto políticamente pero es
equivocarnos.
Nota: queda excluido de este artiblog Buda pues hay que admitir que como
dios resulta bastante excepcional.