Estamos en una época del año en que huele a pólvora,
churros, algodón de azúcar y romería. En verano, todos los pueblos de España
celebran sus fiestas patronales, y en todos se organizan ferias, romerías y
procesiones con el santo patrón a la cabeza. Hay que agradecer la buena
cosecha, o pedir que la del próximo año sea mejor; descansar de la labor del
campo, aunque poco descanso hay, y disfrutar de los frutos de tanto esfuerzo.
Las noches piden bailes en la plaza y la temperatura permite prolongarlos fuera
de ella. Éstas son las grandes razones para celebrar las fiestas, y en casi
todos los pueblos se acaban haciendo las mismas cosas.
Sin embargo, la religión da muchas más oportunidades
para ser diferentes. Por ejemplo, para conmemorar la Semana Santa, los tambores
de Calanda nada tienen que ver con las flagelaciones voluntarias de “los
picaos” en San Vicente de la Sonsierra, salvo que los fieles acaban necesitando
atención médica (en Calanda, los auténticos se desollan los nudillos). Son
ritos penitenciales que se mantienen algunos desde el siglo XV sin que nadie se
explique exactamente por qué, y cada pueblo elige su particular forma de expiar
sus pecados.
Y como en todo, también en la forma de llamar la
atención de Dios tiene que haber un ganador. De cuantas fiestas de contenido
religioso que yo tengo noticias, vence por auténtica goleada la romería de
Santa Marta de Ribarteme, que se celebra cada año en As Neves, un pequeño
pueblecito de Pontevedra. La fiesta es para rendir culto a Santa Marta por
interceder para curar enfermedades graves, y de las muchas formas que existen para
mostrar agradecimiento por la intercesión, en As Neves han elegido la más
llamativa sin ninguna duda. Consiste en que los paisanos que han conseguido,
gracias al milagro de la santa, burlar a la muerte, se introducen en ataúdes
que son llevados por sus seres queridos a hombros, hasta la ermita de la santa.
Los féretros van abiertos, que todo tiene un límite, y para evitar el sofoco,
los muertos de mentirijillas se van abanicando tan ricamente. Un golpe de calor
repentino podría hacer que los funerales
pasaran a ser de veras y el
poder milagroso de la santa quedara en entredicho.
Santa Marta, la santa que consigue arrebatar del filo
de la guadaña a sus fieles, es la Marta de Betania, hermana de Lázaro, el que
resucitó por los poderes nigrománticos de Jesucristo. Vaya familia más rarita,
diría yo.
Por supuesto, National Geogrphic ya está preparando
un programa sobre esta fiesta, cuyo rodaje terminará en el mes de octubre.
Como dato adicional, está considerada como la segunda
fiesta más rara del mundo. Por los ingleses, claro; me gustaría saber que
necesitan para que sea la primera.
Para los que sientan curiosidad por los récords en
asuntos religiosos, he encontrado la organización religiosa o cofradía, con la denominación, que yo supongo,
más larga de todas. Se llama: La Ilustre, Humilde y Fervorosa Hermandad y
Cofradía de Nazarenos de la Flagelación de Nuestro Padre Jesús de la Bondad y
María Santísima del Consuelo.
Está en Ciudad Real e ignoro cómo se refieren a ella
sus cofrades, pero me imagino que tendrán algún término que lo resuma todo.