Pasada una hora de arduas cavilaciones he llegado a vislumbrar el concepto que esconde la frase sin que su articulación sintáctica haya aportado ninguna ayuda. Es que yo, cuando estoy inspirado, las pillo al vuelo sin mayores asistencias que mi intuición. De modo que ya me hago una idea de lo que quiere dar a entender la galimática frase.
Una vez aclarado el sentido he caído en que yo, en estos momentos, estoy superado por los acontecimientos. Vaya putada. Si lo sé no investigo. Pero hay que ser valiente y afrontar la realidad. Eso sí, dado que practico hasta donde el conocimiento me permite, el estoicismo teórico, mi postura se mantiene dentro de la ataraxia exigida por Epicteto.
Os preguntaréis, los más empáticos, en qué he sido superado por los acontecimientos. Pues lo voy a decir sin tapujos: de repente tengo un montón de muebles, lámparas, cuadros y objetos de variados tamaños que me sobran. Estoy rodeado de cosas que ya no caben en mi casa. Llevo casi un mes subiendo a Wallapop sofás (de Natuzzi, una ganga, oiga), mesas, mesillas, arcones, sillones de estilo inglés con acento de Cambridge, calzadoras que también cumplen para descalzarse, piezas únicas de singular belleza en imitación a ébano... un sinfín de cachivaches que lamentablemente me veo obligado a desprenderme de su fiel compañía.
Hasta el día de hoy, los resultados no pueden ser más catastróficos. Nadie se ha interesado por estos chollos. Estoy empezando a pensar que Wallapop es una trampa en la que absolutamente nadie llega a comprar nada. Es imposible que mi mercancía, a unos precios irrisorios, no haya despertado el interés de gente con buen gusto que ama la belleza de objetos que casi son obras de arte.
Mientras tanto, tengo un mobiliario duplicado en el jardín esperando a que las primeras lluvias acaben con su incomprendida existencia.
Es el sacrificio demandado para que yo haya entendido por fin, la frase, Los acontecimientos siempre nos superan.