martes, 16 de enero de 2024

Suspenso en sistema educativo



 



Qué hermosura de niño -dijo el obstetra mirando al bebé como si fuera un pez que acabara de sacar del agua-, nunca había visto uno tan fuerte.

La madre, debilitada por los esfuerzos del parto sonreía sin saber por qué lo hacía. El doctor, una vez que el bebé respiró por primera vez y hubo comprobado que todo estaba en orden, se lo pasó a la enfermera para que se encargara del resto de cosas que se hacen con un recién nacido. 

Al día siguiente, la madre llamó preocupada al doctor porque había observado algo en su pequeño que no encajaba con su corta vida. Mire sus manitas -dijo entregando el bebé como si devolviera una mercancía en mal estado a quien se la había vendido- observe sus palmas. El médico, que conocía perfectamente su oficio, ni se molestó en examinar al bebé. Sabía qué había llamado la atención a su atribulada madre. 

Se refiere usted a que tiene las manos llenas de callos, ¿verdad? La madre asintió. El doctor carraspeó antes de dar sus explicaciones. Verá, estas callosidades en las palmas de las manos están relacionadas con la teoría de la evolución. Este niño viene ya adaptado para la vida que le espera, que es la misma que han tenido sus abuelos, bisabuelos, tatarabuelos,... y aún tiene su padre

La madre trataba de entender la teoría de la evolución, de la que había oído hablar vagamente, pero no le resultaba nada sencillo. El doctor captó su confusión y continuó con sus explicaciones. Esta criatura tendrá que trabajar muy duro para subsistir y... bueno, pues, ya viene preparado de fábrica, por así decirlo, a las condiciones de vida que le esperan. Una ventaja enorme, no lo dude.

El obstetra se marchó y dejó al bebé en los brazos de su madre que trataba de ver esa ventaja enorme que había mencionado el médico en sus explicaciones. Una ventaja enorme, vale, pero ¿para quién? Se preguntó.





Leoncio López Álvarez