(continuación de Tarea pendiente)
Efectivamente, mis barruntos fueron acertados y ayer
antes de que terminara el día, sufrí el ataque de otra metáfora, mejor dicho de
varias, fue un ataque masivo. La primera fue al ir al súper. Tuve que salir a
buscar un repelente para avispas porque el truco del limón con clavos y un
casquete de cebolla volvió a demostrarme que no sirve para nada, y como se me
estaba haciendo tarde cogí la moto. No viene al caso explicar lo de las
avispas, así que no lo haré, pero necesitaba el repelente.
El camino de mi casa al súper, como todos los caminos
que van a cualquier sitio, está plagado de rotondas. Cuando vas en moto, las
rotondas son mucho más rotondas que cuando vas en coche, porque una vez que
entras en ellas algo te impulsa a no ceder el paso a nadie aunque se cruce
inopinadamente sin avisar. Naturalmente tienes que controlar el impulso y dejar
que el invasor culmine su fechoría, preguntándote cómo es posible que un coche
tan estupendo carezca de intermitentes. El caso es que yo, perro viejo, veo las
intenciones de cualquier vehículo antes de que inicie una maniobra, y sé cuando
un coche entra en una rotonda con la intención de no abandonarla tan
fácilmente, sino que va a hacer el giro completo para salir por el mismo camino
por el que ha entrado, es decir que lo que va a hacer es cambiar de sentido.
Cuando esto ocurre con varios coches en varias rotondas, te preguntas por qué todo el mundo quiere regresar por donde venía
como si repentinamente se les hubiera olvidado algo de vital importancia y
tuvieran que volver a recogerlo.
No es casualidad, hay una intención y yo supe verla con claridad: se trataba de
una metáfora. Resulta obvio.
Luego, cuando entré en el súper, un cartel enorme que
nunca había estado allí, anunciaba, mejor dicho, advertía:
NO SE ADMITEN DEVOLUCIONES
Eran dos metáforas contradictorias que me querían
decir algo, la primera admitía la posibilidad de volver por el mismo camino,
con un mensaje de segunda oportunidad, mientras que la segunda eliminaba esa
opción. Procuré no pensar en ello y me centré en lo de las avispas. Entonces recibí
el impacto de una nueva metáfora. Fue al coger una lata de tomate (ya que
estaba allí...). De repente, algo que siempre permanece oculto y solo descubres
después de dar mil vueltas a la lata, ese día saltaba a la vista. En letras
claras, grandes y en un color que destacaba sobre el fondo, se podía leer sin
problemas la fecha de caducidad. Más claro el agua, ¿no?
Insoportable, me sentía abatido, acosado por la
evidencia de los mensajes que me mandaba el universo. El castigo por llevar
seis años sin realizar mi tarea pendiente.
Luego la megafonía anunció que estaban cerrando y que
ya no había tiempo para más compras. De nuevo me sentí sacudido por la
claridad del mensaje. Decidí huir, salir corriendo de allí, aunque no hubiera
cogido aún el repelente para avispas. Entonces, al pasar por delante de la
pescadería leí:
FILETES DE CABALLA LIMPIOS A 3€ EL KILO
Aún le estoy dando vueltas a lo que me quiere decir
el destino con este nuevo mensaje que sin duda estaba ahí exclusivamente para mí.
Otra maldita metáfora, aunque en este caso su
significado se me está resistiendo.
Me has dejado impresionado Joaquín, ¡cuánta clarividencia en tu interpretación! Muchísimas gracias pues has corrido el velo de la ignorancia delante de mis ojos, y ahora lo veo claro. Sin duda se trata de lo que has dicho, pero además de agradecido estoy impresionado, ¿cómo sabes el nombre en latín de la caballa? Lo he consultado (perdóname la falta de fe que demuestra mi confesión) y efectivamente el scomber scombrus, de la familia de los escómbridos, es la mismísima caballa o verdel.
ResponderEliminarNunca hubiera adivinado el mensaje oculto de la metáfora sin tu científica ayuda. Gracias again.
¿despúes de picar el azulejo o el anzuelejo? me pensaré lo de las grecas para mayor gloria de mi cocina, que no veo cómo eludir su inminente reforma. ;-))
ResponderEliminar¿Caballas? Pero si está clarísimo: "Caballas de una puta vez a hacer lo que tienes pendiente, coño".
ResponderEliminar¡Claro, ahora me acuerdo! la tarea que tenía pendiente era arreglar la cocina, todo encaja. Loadas sean las metáforas.
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