lunes, 19 de junio de 2017

Cuernos 2, o diferencias entre afición y profesión.






Hay personas que se ganan la vida haciendo lo que más les gusta, dicen. No estoy de acuerdo aunque me lo dijera un actor porno. Yo más bien creo que hay personas que se ganan la vida haciendo cosas que se parecen muchísimo a lo que más les gusta. Pero no tiene nada que ver. Cualquiera de estos afortunados mortales que supuestamente disfrutan una barbaridad trabajando, puede explicar la gran diferencia que existe entre hacer algo por afición, a tener que hacerlo porque en eso consiste su trabajo. Por ejemplo, conozco pilotos que parte del dinero que ganan volando aviones lo emplean en alquilar aviones para volarlos en sus días libres. ¿Es lo mismo volar pagando dinero que cobrando? Para nada. ¿Cuál es la diferencia? Muy fácil: desde el momento en que hay alguien que está poniendo oro en la palma de tu mano para que hagas algo, se establece una clara relación de posesión que elimina el encanto de hacerlo porque eso es lo que más te gusta. ¿Y qué es exactamente lo que posee el pagador? Pues lo más valioso que tenemos: el tiempo. Puede haber otras exigencias, pero todas de escasa importancia frente al plazo en que tenemos que hacer aquello por lo que nos pagan. Cuando el duque de Milán, Dominico Sforza, encargó a Leonardo da Vinci que pintara La última cena, no tenía ni la menor idea del sufrimiento por el que iba a pasar el artista para tenerlo acabado en el tiempo exigido. Al final, ya con amenazas del duque, fueron tres años lo que tardó Leonardo. No hay que decir que al principio se lo tomó con bastante, quizá excesiva, calma.

El que paga, marca un horario, un plazo, una fecha para hacer el encargo. Desde ese momento, la afición se convierte en trabajo. Por ejemplo, yo escribo estos artiblogs porque me gusta escribir (afición). Nadie me paga un duro por hacerlo, ni siquiera Google AdSense por permitirles poner sus estúpidos anuncios en terreno tan sagrado (creo que acabaré por denunciarlos). ¿Los escribiría con el mismo ánimo si tuviera que hacer uno semanal porque he firmado un contrato con alguna publicación? Ya digo yo que no, que ni de coña, los escribiría muchísimo más contento, sería feliz sin ninguna duda, hasta… hasta que al cabo de tres semanas o cuatro me diera cuenta repentinamente del compromiso que he adquirido, de que tengo que entregar un artiblog el viernes, que estamos a jueves y que no se me ha ocurrido una maldita palabra. En ese momento seré consciente de que mi trabajo consiste en escribir artiblogs y empezaré a odiarlos.

Cualquier actividad creativa, supuestamente, se realiza por propia satisfacción. Cierto, así se empieza, y si solo fuera por eso, tendríamos que admitir que en el caso de ser actividades creativas remuneradas, efectivamente tendríamos a gente ganando dinero haciendo lo que más les gusta. Pero demostraré que esto no es así.


Lo demostraré dentro de dos o tres días, de momento me voy a jugar al tenis. Pagando, ¿eh?









4 comentarios:

  1. vale pero no dejes de escribir tus artiblogs, si es necesario cliqueo en tus anuncios

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja, muchas gracias. No, no es necesario, con seguir teniendo lectores como tú es suficiente.

      Eliminar
  2. Te sobra la razón, amigo. Y, si me pagaran por decirlo, me callaría. Abrazos.

    ResponderEliminar