Cualquier cambio supone una infidelidad a algo. Por
ejemplo, si cambias la natación por el tenis, estás siendo infiel a un deporte
que te ha dado unos hombros estupendos por otro que te dejará asimétrico. O por
poner un ejemplo más personal, yo estuve once años de mi vida estudiando ingeniería
aeronáutica para luego a la primera de cambio, poner los cuernos a mi carrera y
largarme con la primera profesión que se cruzó en mi camino y me hizo ojitos. Solo
porque era mucho más divertida y tenía más dinero. Me encandiló su juventud y
su pasta, y he de decir que no me arrepiento en absoluto, he pasado unos años estupendos a
su lado y siempre le he sido fiel.
La mayor parte del tiempo que duró nuestro romance estuve en
agencias multinacionales y estupendas, hasta que debido a otra infidelidad, me
monté por mi cuenta junto a mi socio Jaime Gamboa. En esta ocasión los cuernos me los pusieron a mí. La
agencia en la que estaba se largó con un grupo de comunicación muy rico y
poderoso, y me dejó plantado con dos palmos de narices (nos dejó a todos, y no solo en España sino world wide). Es mejor para los dos,
me dijo, hemos sido muy felices juntos pero yo quiero realizarme por mi cuenta,
y para ti también será enriquecedor, ya lo verás. Pues vale, pensé, pero como
yo te he querido nadie te querrá, aunque luego, en muy poco tiempo descubrí que
tenía razón: estaba mucho mejor sin ella, me sentía libre, hacía lo que me daba
la gana y me iba con cualquier cliente que se me pusiera a tiro. Fue
una época loca, no me importaban los excesos ni el qué dirán y nos lo pasábamos
en grande…, pero últimamente ya nada es igual.
Claramente mi profesión me está engañando con otros;
ya no me llama ni cuenta conmigo para nada y hace mucho que no lo hacemos. No
ha habido ninguna bronca ni malos rollos, sencillamente se ha cansado de mí, quizá
porque antes me he cansado yo de ella, y lo ha debido de notar. Una ruptura
silenciosa, sorda e indolora.
Ahora estoy tratando de rehacer mi vida sin ella. He
encontrado otra profesión que me hará olvidarme de la que tenía, aunque he de
decir que hasta ahora no hemos llegado a nada serio. Que conste que yo me esfuerzo en complacerla, quizá no todo lo que debía, lo admito, pero el caso es que lo máximo a lo que he
llegado es a rozarle un poco una teta. Está claro que no todas las profesiones son iguales y las hay que se resisten como gato panza arriba.
A ver cómo se me da este verano, de momento ya he
terminado mi sexta novela, Dos veces
muerto y tengo empezada otra, La
maldición de un dios cabrón. Si con esto no pillo, no sé yo.
Mis cinco novelas y Premios literarios
Por cierto, los más observadores habrán notado que el
título es Cuernos 1, lo que induce a pensar que habrá, al menos, un cuernos 2.
Efectivamente, bien pensado. Atentos entonces,
porque esto no acaba aquí.
Para ser sinceros, no tengo ni idea de cómo se logra notoriedad en el, a primera vista, difícil mundillo de las letras. Pero ni en ese ni en ningún otro. De hecho, si llega el día en el que ansíes pasar totalmente desapercibido por la faz de la tierra, entonces llámame; en ese aspecto sí que me considero un verdadero maestro. Con mis indicaciones, serás capaz de proezas tales como interpretar la danza de “El lago de los cisnes” por el centro de Madrid, con zapatillas de ballet y tutú incluido, sin que nadie te haga el menor caso. Incluso puede que, en el transcurso de tu actuación, te atropelle un camión y ni recojan tus restos. Pero mientras, continúa escribiendo, que yo, siempre que los elementos no se interpongan, seguiré haciéndome con tus libros. Y esos dos, por sus títulos, tienen pinta de humorísticos, cosa que me encantaría.
ResponderEliminarGracias Mazcota por ofrecerme tu apoyo. De momento me voy a conformar con pasar desapercibido pero si en alguna ocasión siento la necesidad de pasar a la siguiente fase y ser atropellado por un camión, vestido con un tutú, sin duda recurriré a ti.
EliminarPero sobre todo gracias por tus ánimos para seguir escribiendo, y considéralos recíprocos. ;-))