jueves, 6 de enero de 2022

El mundo al revés




metamorfopsia



Últimamente tengo la sensación de que todo lo hago al revés. O al verrés, ya no sé. Hacer las cosas al revés en absoluto significa hacerlas mal, simplemente quiere decir que las haces a destiempo, en el sentido contrario o confundiendo de pe a pa lo que tenías que hacer. Por ejemplo, puedes bajar perfectamente las escaleras, con estilo, soltura y ademán atlético, pero resulta que lo que tenías que hacer era subirlas; la operación ha sido ejecutada a la perfección pero... al revés. El camino del Sur, también te lleva al Norte.

Pues eso me pasa a mí, que lo hago todo con auténtica maestría, pero al revés. Si tengo que ir a Madrid a comprar unos tornillos, por ejemplo, en lugar de coger la moto que no tardo nada, voy en coche, me tiro una hora para llegar y luego compro unas tuercas.

Empecé escribiendo cuepro en lugar de cuerpo, por lo que deduzco que lo que me pasa es un tipo de dislexia exagerado, algo patológico. A lo mejor es un síntoma aún no generalizado de la Covid.

Todo lo que yo sé sobre el funcionamiento del cuepro humano lo aprendí en el colegio, se ve que antes enseñaban esas cosas, y recuerdo algo que me dejó marcado: lo que vemos, realmente lo vemos al revés, es decir, que lo vemos del derecho sencillamente porque nos hemos acostumbrado a verlo de esa manera y ya nos parece que es lo correcto, pero estamos engañados, en nuestro cerebro la imagen está proyectada justo al revés de como nos parece verlo. 

El profesor que nos reveló esta verdad suprema y metafórica de otras muchas, al ver nuestros infantiles rostros marcados por el escepticismo, se apresuró a dar la explicación que necesitábamos. Veréis, nos dijo, para comprobar que esto es cierto se ha hecho el experimento de poner a un sujeto unas gafas que cambian la posición de los objetos de modo que todo lo ve al revés; pues bien, tras unos primeros porrazos por no atinar con exactitud su posición, el sujeto llegó a desenvolverse con absoluta facilidad porque "veía" todo perfectamente normal, del derecho, como siempre había ocurrido. Naturalmente, añadió nuestro profesor, al quitarle las gafas tuvo de nuevo que  acostumbrarse a ver todo al derecho, o al revés según se mire.

Es decir, que lo del derecho y del revés depende exclusivamente de cómo se mire. Otra cosa más que es relativa en el universo que habitamos. Lo de que todo es relativo va a acabar siendo una verdad absoluta, verás.

Existe una enfermedad que se llama metamorfopsia invertida,  que consiste en eso, en ver todo al revés pero siendo consciente de que el mundo que tienes delante de tus narices está al revés. Debe ser un suplicio. Supongo que se trata de una incapacidad para acostumbrarse a ver las cosas invertidas y por tanto verlas derechas. 

Esto nos ocurre constantemente en otro orden de la vida, y lo digo en plan metafórico. Cada cual que saque sus conclusiones y lo aplique dónde crea conveniente porque cada cual es consciente de que también le ocurre a él. Damos por normales cosas que si las analizamos en profundidad veremos que están justo al revés. No decimos nada ni nos quejamos porque nos hemos acostumbrado, pero... están al revés y lo sabemos. Todos padecemos metamorfopsia invertida y disimulamos como si nada nos pasara. 

Yo me he dado cuenta de esta gran verdad cuando me encontré, viniendo a mi casa de comprar unas tuercas en Madrid,  con un conductor kamikace. 

Me llevé un susto de muerte, y él también, porque el pobre iba en dirección contraria por error. Sé que era por error porque pude distinguir perfectamente su cara de espanto al verme a mí lanzado hacia él, aunque en realidad era él quién venía lanzado hacia mí. Era un señor bastante mayor y a su lado iba otra señora también muy mayor con el pelo blanco, lo que no sé es si ya lo tenía de antes o se le puso blanco en esos segundos.

Inmediatamente me detuve en el arcén sin saber qué hacer. Por un momento tuve la estúpida idea de perseguirlo hasta darle alcance, adelantarlo y hacer que se parara. Es la idea más idiota que se le puede ocurrir a alguien en esas circunstancias. Luego pensé en llamar a la Guardia Civil, y fue entonces cuando se me ocurrió que a lo mejor el que iba en dirección contraria era yo, de modo que no hice nada. 

Desde entonces sigo con esa duda. 


Leoncio López Álvarez

2 comentarios:

  1. lo del piloto kamikaze es absolutamente cierto. Yo iba en moto y me crucé con un coche que se equivocó (yo creo) y circulaba en sentido contrario. También es cierto que tuve la tentación de perseguirlo pero me abstuve, sabía que había una rotonda no muy lejos y que el coche podría enmendar su error (lo del conductor anciano me lo he inventado pero lo supongo)

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