sábado, 15 de enero de 2022

Araña que no araña




La confianza auténtica entre dos personas se ve cuando pueden estar en silencio los dos solos sin que resulte incómodo. Las personas cuanto menos se conocen, más necesitan hablar cuando la situación los acorrala a solas, sin nadie más que pueda meter baza. Esas conversaciones forzadas sí resultan realmente embarazosas. 

Yo tenía un amigo que se parecía mucho a Lovecraft en aspectos que no viene a cuento mencionarlos, que era muy tímido pero un maestro en salir airoso de situaciones de este tipo. Cuando se encontraba con alguien que conocía someramente, en lugar de forzar una conversación sobre temas de actualidad o trivialidades, de las que era descarnado enemigo, se inventaba una historia estrafalaria. Conseguía de este modo eliminar la fatiga de no saber qué decir una vez agotado el tema de las mañanas soleadas de Madrid. Además, su interlocutor se lo pasaba bomba escuchando su historia, y él no digamos inventándosela.

Una vez, mi novia que lo conocía de sólo un par de tardes, me comentó que se había encontrado a mi amigo y que la historia de la araña le había dejado fascinada. ¿Qué araña?, pregunté. Mi novia entonces me contó que mi entrañable amigo, cuando se encontraron, le dijo que estaba muy triste porque se acababa de morir su mascota, que sí, lo han adivinado, era una araña. 

Según le contó, la tenía desde hacía mucho tiempo, desde que era pequeño, y la relación que les unía era tan estrecha que no se separaban en ningún momento del día, hasta dormían juntos, le dijo. Mi novia, realmente conmovida, se solidarizó con el  dolor de mi amigo por haber perdido a su querida araña, y consiguió convencerme para que lo llamara inmediatamente como muestra de que lo acompañaba en el sentimiento.

Nunca antes había dado el pésame a nadie por la muerte de su araña más cercana, pero siempre, para todo, tiene que haber una primera vez.

Esta historia la cuento porque me apetecía muchísimo escribir para mi blog pero no sabía de qué hablar. Dejarlo en blanco, sin poner una sola palabra,  además de absurdo sería tanto como encontrarme con alguien y mantener un pesaroso silencio, o peor aún, hablar de las soleadas mañanas de Madrid.



Leoncio López Álvarez



8 comentarios:

  1. El viejo José Mari... Qué personaje. ¿Alguna vez te has preguntado cuánto hay de él en ti? En mí, bastante.

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    1. exacto. Claro que me lo he preguntado, y también he encontrado mucho material. Inevitable mon ami... sobre esto hay mucho que hablar.La historia de la araña por supuesto es real, como ya te habrás imaginado.

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  2. Conocía la historia de la araña, amigo mío, e incluso creo recordar que fui testigo del pasmo de María Jesús. A los lectores de tu blog les puedo asegurar que todo lo que has contado es absolutamente cierto, y que ese personaje surrealista que describes existió. Se llamaba José María Moreno, y era una persona tan entrañable como fascinante.

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  3. Ahora, de repente, he recordado otra historia de José Mari. Le contó a Carmen que, yendo hacia el Vivero, se había encontrado con un niño perdido, y que había pasado toda la tarde intentando encontrar a sus padres. Lo que no recuerdo es cómo acababa la historia.

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    1. Síiiii, lo recuerdo perfectamente. Bueno, perfectamente no, lo recuerdo como tú, sin el final...

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  4. Carmen Martín Gaite dijo que se escribe cuando no se tiene con quién hablar

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    1. anda, pues a lo mejor es lo que me asaba esta mañana...

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