domingo, 2 de enero de 2022

Cumplo años feliz



Hoy ha sido mi cumpleaños y como siempre, yo mismo me he hecho un par de regalos con los que espero acertar. Algunos años, el par es de tres, y siempre consiste en libros, pero no los que me compraría de no ser mi cumpleaños, sino de los otros. Yo creo que todo el mundo sabe a qué clase de libros me refiero.

Últimamente, no sólo por mi cumpleaños, me ha dado por comprar libros raros, de esos que tienen, a lo mejor, una página entera dedicada a enumerar las bacterias que habitan en nuestro intestino delgado, todas con sus nombres en latín, por supuesto; como para enterarse. Este libro sobre el salvífico poder de las bacterias lo terminé de leer en la sala de espera del médico, por si salía como tema de conversación.

También he leído un libro interesantísimo que trata de los ciclos circadianos, muy revelador, y del que he sacado algunas conclusiones. Lo malo es que mis conclusiones son tan obvias que la mayoría de las personas ha llegado a ellas sin necesidad de leer un libro raro. No me importa. Recuerdo que cuando visité las médulas en León, dejé el coche al lado de un chiringuito y empecé una interminable ascensión por un tortuoso camino flanqueado por viejísimos castaños; realmente hermoso y realmente empinado.  El primer kilómetro fue terrible, y a partir del segundo la cosa se complicó notablemente. Después de tres o cuatro horas de penosa caminata, trepando por lugares prácticamente inaccesibles, sin resuello, a punto de morir por hipoxia, conseguí llegar hecho unos zorros a lo más alto. El panorama era de una belleza indescriptible y hubiera estado toda la tarde contemplándolo extasiado si no llega a ser porque un griterío a mis espaldas hacía imposible la deleitación ante lo sublime. Me giré al tiempo que una anciana, rodeada de toda clase de niños, se acercaba sonriente hacia mí. Detrás iba alguien que perfectamente podría ser el padre de la anciana. La señora venía con su teléfono móvil extendido como si quisiera regalármelo. Pensé que me lo ofrecía para que llamara inmediatamente a una ambulancia para recoger mis despojos, pero  lo único que quería era hacerse una foto rodeada de sus nietos y su vetusto marido. Cogí su smartphone para satisfacer sus deseos reprimiendo las ganas de lanzarlo por el barranco y busqué con profesionalidad un fondo adecuado. Lo que veía detrás de ella era un espantoso parking atestado de coches poco apropiado para inmortalizar un recuerdo. 

Pero sigamos con los libros. El número de libros que un ser humano puede leer a lo largo de su vida es muy limitado y conviene elegir muy bien cuál será el próximo, pues empezar uno huero es un lujo que no nos podemos permitir. Pero, y aquí viene lo bueno, hay libros que sin descubrirte nada del otro mundo merece la pena leerlos. Es la magia de los buenos libros, te enganchan desde el principio independientemente de qué traten. 

Encontrar ese je ne sais quoi que hace obligatorio terminar la lectura empezada es el santo grial de los escritores y divulgadores, también escritores. Todos deberían perseguirlo pero lamentablemente no es así, hay libros que pasadas las dos primeras páginas te preguntas por qué diablos alguien se ha tomado la molestia de imprimirlos.

No hay distinción entre libros de divulgación o novelas, se pueden escribir ensayos sobre peliagudos asuntos con la capacidad suficiente de engancharte aunque no entiendas gran cosa de lo que te están hablando, como mi libro raro sobre bacterias, o entiendas todo, como mi libro raro de ciclos circadianos. Lo importante es sentirte atado a las paginas que estás leyendo con el deseo de que no terminen nunca. Qué cosa tan difícil de conseguir por parte de los escritores y qué tesoro tan maravilloso cuando lo consiguen, para sus lectores.

La caminata que me pegué para subir a las médulas y llegar al mismo sitio al que otros llegaron en su coche es de las mejores cosas que me han pasado en mi vida. Sé que en esto que acabo de decir hay un mensaje oculto pero ni yo mismo  caigo en cuál puede ser. A veces me lío de manera espantosa y ya no sé qué quería decir.

Voy a tener que dejar de cumplir años, me parece.


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