Este año nos toca un año gordo. Los números que
acaban en ocho son gordos, aunque el resto de los dígitos sean delgaduchos unos. Pero además de gordo, el ocho es grande y su grandeza se ve
en cada detalle.
Para empezar el ocho es simétrico doblemente, tanto
respecto a su eje horizontal como vertical, y salvo el cero, que no pinta nada, ningún
otro número puede decir lo mismo.
En el ocho todo es sensualidad, es una curva
infinita. Ninguna línea recta altera su figura formada por dos eses
entrelazadas, como las dos serpientes del caduceo, símbolo de la medicina que
todo lo sana.
El Sol cuando se pone en el horizonte y su esfera se
refleja en el mar, forma un ocho.
El ocho es invencible y si alguien consigue tumbarlo,
su valor aumenta hasta el infinito.
El ocho dibuja, sin darse cuenta, todo un símbolo de
igualdad, donde la parte superior es idéntica a la que tiene debajo. El
equilibrio es perfecto y los dos lados opuestos tienen el mismo valor y ninguno
podría existir sin el otro. Tenemos muchas cosas que aprender del ocho.
Si todos los días del año, tomáramos una foto del sol
a la misma hora, al repetirse el ciclo veríamos que el sol ha descrito un ocho.
Este dibujo estelar se llama analema, y en nuestro planeta el analema es un
ocho.
Por todos estos motivos y por otros muchos más, como
por ejemplo, porque supone la mayoría de edad del siglo XXI, me gusta 2018.
Algo me dice que va a ser un año estupendo para todos.
¡FELIZ 2018!
genial argumento, mira que yo lo miraba con escepticismo pero ahora me has convencido y veo que va a ser un año cojonudo, con perdón.
ResponderEliminarmira, me alegro de que al menos te haya proporcionado esperanza. Gracias por tu comentario
ResponderEliminarY no te olvides de los dientes del choto, que son 18
ResponderEliminar... y si viene del mus, ya no queda ninguna duda ;-))
Eliminares verdad, Joaquín, y que poquito duró nuestra revolución. La rima sin embargo sigue funcionando jajajaj
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