Este año voy a
hacer una excepción en los últimos… ¿quince?, y no voy a escribir un cuento de
navidad. Son muchas las razones por las que me voy a abstener y me temo que
ninguna interesante, así que os ahorro el trance de tener que aguantar alguna.
Eso sí, que yo
no escriba un cuento, no significa que no encontréis uno en este blog, pues me
consta que muchos lo esperan, lo cual es muy de agradecer, y lo que yo espero
es que no les importe que este año el cuento sea mucho mejor de lo que
esperaban. Y con tanta espera, la introducción ya es infinitamente más larga
que el propio cuento.
El cuento de
navidad que os ofrezco es de Juan Villoro y la ilustración, eso sí, es mía.
Como veréis es
un cuento super-mega-ultracorto, lo cual demuestra que con muy pocas palabras
se puede hacer algo grande.
Y sin más
dilaciones, ahí va el cuento navideño:
En una cena de Navidad la familia reza con
devoción y pide por los que han sufrido. Dios se conmueve y resucita al pavo.
Espero que os
haya gustado. Feliz navidad para todos, amigos.
Pues sí, me ha gustado. Aunque, en cuanto he terminado de leerlo, ya me he imaginado la segunda parte del relato. El pobre pavo, abochornado y pensando "¿qué habré hecho yo en nochebuena, cuando me despierto sin recordar nada, en pelota picada, con un ramillete de verduras en el culo y una família entera observándome?"
ResponderEliminar¡Feliz navidad!
Sí, la verdad es que resucitar de esa guisa tiene que dar cosa ;-)
EliminarMe ha gustado el cuento, pero aún más el corolario de Mazcota. Genial, amigo Mazcota, me he reído con ganas.
ResponderEliminarY lamento, Samael, que este año no hayas cumplido con tu vieja tradición. Entiendo por qué, pero... ¿te has parado a pensar en el poder terapéutico de la escritura? Escribir un cuento de Navidad puede ser un consuelo.
Gracias César. No te creas, ya lo he probado pero no funciona. Hay veces que sí, y otras veces, no, nada es infalible. Quizá en otro momento...
ResponderEliminarTienes razón. Hay cosas que no se pueden forzar.
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