jueves, 8 de enero de 2015

Imbéciles, sí, y también cabronazos.


Cuando la indignación supera ciertos límites, bloquea los conductos por donde salen las palabras. 
A mí me pasa, al menos. 




6 comentarios:

  1. Sí, a mi también me pasa. La repugnancia que siento es tan inmensa que se me traban las palabras, la saliva al tragar y hasta los pensamientos.

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    1. Sí, supongo que nos pasa a muchos, es el poder bloqueante que produce la indignación por un asesinato sin sentido. Nadie debe matar, en general, y en particular, nadie debe matar por sentir que se ha ofendido a su dios.
      Ahora bien, una vez que sobre este asunto no hay dudas, todo el mundo debe tener claro que lo que ha sido una barbaridad no ha de servir para condenar a todo un colectivo y aprovechar la indignación social para despreciar a los que nos parece que están relacionados aunque sea remotamente. Es como si por el reciente asesinato del hincha de fútbol del Deportivo, saliéramos a la calle exigiendo que se cierren todos los estadios de fútbol y se eche de España a los aficionados al balompié. Así, que, mesura , y limitémosnos a condenar a los asesinos fanáticos y no a los que profesan la misma religión o proceden de países donde está arraigada. Lo digo, porque estoy viendo que ya hay quienes tratan de sacar beneficio de la indignación social (sobre todo en Francia, naturalmente).

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    1. Gracias.
      Tito. Lo de Samael fue una ocurrencia de un día y no tengo ni la menor idea de cómo quitármelo de encima. Cualquier cosa que hagas en Internet resulta imposible deshacerla, debe haber una parte que desconocemos que incluye pactos eternos con fuerzas desconocidas.

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  3. La risa vencerá.

    Por cierto, muy conceptualmente publicitario tu dibujo.

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    1. Sí, vencerá, claro, pero con bajas, y no debería ser así.

      Lo del dibujo es porque a falta de palabras... (basta con aplicar el mismo método que para hacer un anuncio, qué te voy a contar).

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