El Homo sapines,
es decir, nosotros, es el único ejemplar que queda de humano. Hubo un tiempo en
que llegaron a convivir varias especies de humanos, y aquí conviene hacer una
aclaración muy necesaria, pues tenemos la convicción de haber sido siempre
únicos pero lo cierto es que hace nada más que cien mil años, había al menos
seis especies diferentes de humanos sobre la tierra. Homo es el género y sapiens
es la especie, de la misma forma que león es una especie dentro del género panthera (los géneros a su vez se
agrupan en familias, y en el ejemplo anterior, el león pertenece a la familia
de los félidos. Nuestra familia es la
de los grandes simios, por si alguien
está interesado en escribir a algún pariente). Pues bien, como decía, hubo un
tiempo en que convivían varias especies de humanos, pero desaparecieron para siempre; la más conocida
es el homo neandertalensis, y la que más tiempo estuvo sobre la tierra antes
de extinguirse es el homo erectus, y
estuvo tanto tiempo que se pensó que eran antepasados nuestros, cuando la
realidad es que constituyen una especie de humanos diferente, como ya he dicho.
El homo erectus
habitó la tierra nada menos que durante dos millones de años, y que se sepa, no
iban fardando de lo fenomenales que eran, ni lo bien que les sentaba andar
erguidos; no como nosotros que no paramos de decir lo inteligentes y simpáticos
que somos, cuando la realidad es que a pesar de nuestra gran inteligencia se
estima que no duraremos otros mil años más. En cualquier caso estamos muy lejos
de alcanzar la permanencia del erectus,
y eso que él no consiguió ni pisar la luna ni dividir el átomo en cachitos, ni
siquiera escribir “mi mamá me mima”.
Yo tengo mi teoría para explicar el fracaso que se
nos avecina inevitablemente. Para mí, después de darle bastantes vueltas al
asunto, lo que nos pasa es que vamos a morir de éxito. Los avances tecnológicos
se suceden con excesiva rapidez y eso no puede ser bueno, y nos está sucediendo
desde hace muy poco tiempo, exactamente desde que se inauguró la etapa digital.
Desde entonces, es que no paramos. No se puede estar en un mundo donde tu
teléfono móvil queda anticuado en cuestión de meses y esperar que eso no traiga
consecuencias fatales. Te compras el último modelo de lo que sea que funcione
con coltán, y a las pocas semanas ya estás recibiendo el mensaje de que te
descargues la nueva versión del chirifú que lo hace funcionar. Yo estoy tan
harto de descargarme cosas (tengo la impresión de que no hago otra cosa en todo
el día), que he renunciado a tener la última versión de cada invento, ¿y cuales
son las consecuencias de mi decisión, sabia en apariencia y previsible
conociendo mi carácter? Pues que la mitad de las “aplicaciones” han dejado de
funcionar. Cojonudo. Tengo un teléfono que me costó 600 euros y ya no me sirve
para pagar el ticket del aparcamiento, lo cual me parecía una idea estupenda.
E-Park, que así se llama la aplicación, solo funciona con la última versión de
iOS, que supongo debe andar ya cerca de la número tresmil…, yo qué sé.
Pero eso es un simple ejemplo, tengo más, pero me
deprime hablar de lo que supone sin ninguna duda el principio del final de la
humanidad, y no olvidemos que con nosotros, desaparecerá no solo una especie,
sino un género entero.
Todo por culpa de los sistema operativos.
Pues yo, como experto en tecnología, utilizo una táctica infalible contra las actualizaciones de sistemas operativos y aplicaciones: no tengo smartphone. Puede que no te lo creas, pero esto despista mucho a las compañías. Hasta tal punto que jamás me ha llegado un mensaje de los que mencionas.
ResponderEliminaresa puede ser la solución, sí, pero me temo que la tendencia es la contraria y que acabemos haciéndonos un reconocimiento médico con nuestros propios teléfonos móviles. Eso sí, si quieres los resultados del TAC, tienes que tener actualizado el iOS de los cuyons.
EliminarPues yo creo que la culpa de todo la tiene el erectus. Era una especie muy débil (como nosotros) y jamás hubiera podido sobrevivir de no ser por su afición a las apps prehistóricas. De hecho, tenía la misma dependencia tecnológica que los sapiens. Ellos fueron los primeros en fabricar herramientas sofisticadas, como cuencos o lanzas. Me los imagino reunidos en torno a la hoguera y a uno de ellos diciendo: "Pues yo tengo una lanza 2.0 que es la monda, con punta de sílex y ligaduras de tendón de oso, no como esas mierdas 1.0 que tenéis vosotros". De ahí al smartphone sólo hay un paso.
ResponderEliminarPosiblemente, como apuntas, los smartphones acaben con la humanidad y dominen el mundo. Pero yo tengo grandes esperanzas puestas en los lémures.
Los lémures, siempre alerta, sí señor, esos saben entender la vida en grupo. Claro, que quizá están pendientes, más que de los comelémures, de ver cuando llega la última actualización para sus smartsrascadores (de piojos).
EliminarEn otro momento hablaré del daño enorme que ha hecho la tecnología a la publicidad (al menos a los creativos). pero ese es otro asunto ajeno a los lémures y ahora estamos con los lémures.