Esta vida es una farsa, eso está claro, pero yo me di
cuenta, precisamente, viendo una
obra de teatro. Fui a verla con mi mujer y mi hija y desde ese día ya nada es
igual.
En la obra aparecían varios personajes, y el
protagonista, que era un ser iracundo, huraño y en algunos aspectos muy
parecido a cualquiera de nosotros, al menos a mí, no se hablaba con ninguno de
ellos. Blas, su perro, era el único que lo soportaba y buscaba sus caricias. No
voy a contar qué pasaba sobre el escenario, pues carece de importancia, lo
mismo que carece de importancia cualquiera de las otras farsas que se
representaban al mismo tiempo en el patio de butacas.
El caso, es que después de la función, mi mujer, mi
hija y yo fuimos a tomar algo a un bar y allí nos encontramos con Raúl, mi
mejor amigo. Al poco tiempo, llegaron los actores que habían participado en la
representación, y con ellos la prueba fehaciente de que la vida es puro teatro.
Todos se llevaban de maravilla con el protagonista, justo lo contrario que en
la representación, y el perro, que también estaba, era el único que le gruñía
cada vez que éste intentaba hacerle una caricia.
Fíjate, le dije a mi amigo Raúl, en la obra era al
revés, todos le odiaban y ahora ya ves, le adoran.
-Y a mi qué me cuentas, imbécil –me
contesto Raúl.
La salida de tono de mi mejor amigo me dejó
estupefacto y antes de que pudiera responderle ya se había abrazado a mi mujer
de forma obscena.
-Basta ya de representaciones –me dijo- que sepas que yo no soy Raúl,
sino Alfredo del Valle, actor, y que he sido contratado por esta mujer para
hacer de amigo tuyo de toda la vida.
-Oye, pues te felicito –le respondí con sincera admiración- yo ni me
había dado cuenta de que estabas actuando, lo has hecho muy bien, como un
verdadero amigo.
Raúl, o Alfredo del Valle, me agradeció el elogio con
un gesto y antes de que pudiera decir nada, mi mujer se soltó de su abrazo y me
dijo:
-Por cierto, ya es hora de que te diga que yo no me casé contigo por
amor, y que ni te amo ahora, ni te
he amado nunca,… yo también soy actriz y me contrató tu madre para hacerte
feliz. En realidad, Alfredo es mi verdadero marido, y …
Yo ya me esperaba lo peor y lo peor vino, claro.
-Y …papá, lo siento –mi hija me hablaba sin mirarme a los ojos-. Yo
…estoy haciendo un meritoriaje, también soy actriz, bueno, quiero llegar a
serlo algún día.
Yo auguré un excelente futuro a la criatura que había
representado el papel de hija amorosa tan divinamente, que hasta sacaba buenas
notas en el colegio, y me fui con Blas (el perro que también era actor) a
contemplar la luna a las afueras de la ciudad.
La noche estrellada, con la enorme luna llena que
era de atrezo, servía de telón de fondo.
Real como la vida misma, porque todo en la vida es sueño, aunque yo, desgraciadamente, sólo tengo pesadillas
ResponderEliminarBuen fin de semana, amigote
buen finde y sueña con los angelitos.
Eliminarhttp://youtu.be/aBRBa-HGEU0
ResponderEliminarmuchas gracias. mola.
EliminarPues suerte que el hombre no quiso ir más allá. Se hubiera dado cuenta que él era un actor más interpretando el papel de su vida.
ResponderEliminarSaludos.
Y por cierto, me encanta el final.
muy kafkiano, pero sí, no se me había ocurrido.
EliminarGracias por tu apreciación sobre el final, me alegro de que te guste.
una comedia, una tragedia... de todo hay, sí.
ResponderEliminarde todo, sí, pero no solo representamos un papel, también podemos improvisar y salirnos del libreto, no lo olvides.
Eliminarplas, plas, plas, plas...
ResponderEliminarelegante inclinación de cabeza señalando a mis compañeros de reparto...
EliminarQué tristeza!!. Basta ya de representaciones, hombre. Pero, como relato, es genial. Felicidades.
ResponderEliminarno tiene por qué ser triste, mujé, también hay comedias, vodeviles, sainetes, musicales,...
Eliminar¡y muchas gracias, me alegra que te haya gustado!
¡Soberbio! he vuelto a releer algunos post y este me parece estupendo. No es actuación que conste ;-)))
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