domingo, 31 de julio de 2022

Cosas importantes




                                                            Apunte del cuaderno de campo de Leoncio López Álvarez


El catecismo tiene cosas que no hay quién las entienda; la mayoría. Estoy convencido de que está hecho con ese único propósito: para no ser entendido. Cuando yo era pequeño, se enseñaba el catecismo en los colegios, y digo enseñar y me equivoco, pues eso no era enseñar, ya que nada se aprendía pues nada se explicaba.

El catecismo, lo tenías que aprender de memoria. DE MEMORIA. Estaba estructurado en forma de preguntas y respuestas, y las respuestas no podían ser una libre interpretación a la pregunta, sino que debían ajustarse li-te.ral-men-te a lo que ponía, palabra por palabra. Lógico, a ver cómo respondes a la pregunta "¿Quien es la Santísima Trinidad?", improvisando. O dices, "es el mismo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero", o todo lo que se te ocurra se queda corto.

Aprenderse de memoria, con ocho años, un librito de unas sesenta páginas, tiene narices, pero esa es otra cuestión.

Me estoy yendo por los cerros de Úbeda, porque mi intención no era hablar del catecismo, sino de los bledos.

Todo el mundo tiene la idea de que los bledos son cosas sin ninguna relevancia, algo que jamás va a importar gran cosa a nadie. La expresión "me importa un bledo", la pronunciamos constantemente, pero sin tener ni idea de qué es un bledo. Es un poco como las respuestas del catecismo, que las recitábamos sin conocer su significado.

Pues bien, que sepáis que los bledos son unas plantas no menos importantes que cualquier otra, incluso más. Tienen un alto contenido en aminoácidos como la lisina y la metionina, así como gran abundancia de minerales fundamentales: magnesio, potasio, sodio, calcio, hierro y fósforo. Por todas estas asombrosas propiedades, el bledo puede estimular los procesos mentales y considerase como un oxigenante cerebral de primera categoría. Quizá, indispensable para retener en la memoria datos absurdos como qué es "el acto de contrición".

Podría añadir que el bledo está especialmente indicado para personas con afecciones intestinales como el síndrome de intestino irritable o la colitis y para los que tienen tendencia a padecer diarreas. Incluso, que debido a sus efectos laxantes, asegura el incremento de deposiciones en estos pacientes, pero francamente, lo veo ya innecesario.

Y no sólo el bledo es una planta saludable, también se llama así el cepillo ese, aplanado, que usan los peluqueros para quitarnos de los hombros los pelos que han quedado después de hacernos un buen corte. Si no fuera por el bledo, los hombres jamás iríamos a que nos cortaran el pelo pues no soportaríamos los picores de los pelillos que siempre se quedan por ahí, y que el bledo, manipulado con certeros golpes de muñeca por el barbero, se encarga de eliminar.

¿Por qué, entonces, decimos "me importa un bledo", como si se tratara de algo de evidente insignificancia? Curiosamente la respuesta está en el catecismo: hemos tomado el nombre del bledo en vano. 

Y así nos va.



Leoncio López Álvarez


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