miércoles, 16 de octubre de 2019

¡Arde Barcelona!





Amo a Madrid, amo Madrid. La única razón para hacerlo es que es una parte fundamental de mi vida, una de las que más presentes han estado desde que nací en el castizo hospital de la Milagrosa en pleno Chamberí, toma ya. Amo a Madrid, amo Madrid, de la misma forma que amo a mis piernas, o a mi bazo, o a mis amigos más cercanos. Somos parte de lo mismo, no sé cuál es la relación de pertenencia, pero la hay. La amo tanto como los barceloneses de pro, los que han nacido en el Paseo de Gracia o en el Barrio Gótico, aman a Barcelona, a Cataluña. No creo que ellos quieran más a su ciudad levítica como yo a la mía, en serio, pero hay una diferencia: yo, jamás me vería luchando por la independencia de Madrid contra el Estado al que pertenece, que es España, menuda chorrada.
Y yo tendría los mismos derechos para reclamar la independencia de mi Madrid, que los catalanes de su Cataluña, ¿por qué no? Es por amor, ¿no? ¿O existen otros intereses?
Por amor uno es capaz de hacer lo que sea, las tonterías más grandes y hay que ser comprensivo con el enamorado que las comete, pues ya sabemos que el amor es egoísmo y exclusividad. Claro que a lo mejor hay otros motivos además del amor, también muy legítimos, para exigir ser independientes. Vamos a descartar que la lucha sea para reclamar una libertad que ya se tiene, sería una tontería, o para protestar contra una opresión que no existe en ningún ámbito, que sería otra tontería. Cada vez van quedando menos razones, veamos, ¿la lucha es porque “España nos roba”? (¿Más que en Madrid? ¿Más que Pujol?) Si es por eso, es una curiosa forma de ver en qué consiste la organización administrativa de un país y de contemplar el principio de solidaridad. También en el barrio en el que yo vivo los impuestos son más altos que en otros más desfavorecidos pero nunca se me ha ocurrido pensar que se debe a que Madrid me roba. Hago estas reflexiones a sabiendas de que mis amigos catalanes, que como buen madrileño los tengo en abundancia y muy buenos, me van a decir que no es lo mismo. No claro, hay diferencias, enormes diferencias, lo que pasa es que esas diferencias no las ve todo el mundo, solo las ven los que quieren verse diferentes.
Lo malo, y esto es un hecho, es que cada vez hay más catalanes que se sienten diferentes al resto, y prefieren mantenerse alejados y aislados, INDEPENDIENTES, pues la diferencia consiste en verse superiores, de modo que la contaminación hay que evitarla.
Tengo una amiga que es de Zaragoza, como mi madre que me parió en el hospital de la Milagrosa, y me cuenta que hace 25 años se fue a Barcelona buscando su futuro, un futuro que no veía nada claro en su ciudad natal. Me dice que la ciudad la recibió con los brazos abiertos, que todo el mundo trató de ayudarla y que enseguida encontró trabajo, buenos amigos, y muchos motivos para pensar que Barcelona era una ciudad para amarla. Hoy, 25 años más tarde mi amiga, está triste, muy triste, y yo creo que no es necesario explicar por qué. Quizá ese 49 % creciente de catalanes, los que se creen diferentes, se lo puedan explicar. Yo también tengo una explicación, quizá me equivoque, pero la tengo, y como este es mi blog, la cuento:
Parto de la base de que nadie nace siendo nada, sino que se hace. Ningún bebé catalán nace independentista de la misma forma que ningún bebé catalán nace siendo ingeniero: se hace y lo hacen. Esta es mi opinión que está claro por dónde va y que puedo completar con un dato revelador que puede explicar la diferencia entre la Cataluña de hace 25 años y la actual:
En el año 1996 se acordó, en el denominado Pacto del Majestic, la transferencia de diferentes competencias a la Generalitat, entre las que se encontraban precisamente Educación. ¡La educación, que debe ser única para todo el Estado, se dejó en manos de la Generalitat para que la organizaran a su bola! Por supuesto, su bola consistía en cambiar los programas de todas las asignaturas, incluida historia de España, poner otras nuevas y establecer el uso obligatorio de la lengua catalana. Así, los niños que iban a clase se podían convertir en lo que sus profesores quisieran que fueran, o los jefes de los profesores o los jefes de los jefes de los profesores. Desde luego, los pobres niños no tenían la culpa de nada, y ahora 23 años más tarde, salen a la calle azuzados por el mismo jefe de jefes que saca a la calle a las fuerzas del orden para que les den estopa. Parece una contradicción pero no lo es, porque resulta que es por su bien, según ha explicado. Pues qué bien. Con jefes así te puedes esperar cualquier cosa, y ninguna buena.


AQUÍ el enlace (hay muchos) de las fuentes sobre la transferencia de educación.

















8 comentarios:

  1. Usas la lógica, el sentido común, pero es inútil; sólo convencerás a los ya convencidos. El nacionalismo (cuyo último peldaño es el independentismo) es -cada vez estoy más seguro- un parásito mental que se inocula, como bien señalas, durante la infancia, sea en los centros de educación o en el hogar (o en ambos). Lo mismo ocurre con la religión. Ese parásito mental ofusca la lógica y anula la autocrítica. Hace que lo veas todo bajo el mismo prisma: todo lo relacionado con tu "nación" es maravilloso, mientras la nación de los otros es una puta mierda. Yo, solo por ser (póngase lo que proceda: catalán, vasco, español...) soy mejor que tú, que prácticamente eres inhumano. Bien mirado, cómo mola eso de ser superior por el mero hecho de haber nacido en algún sitio (cosa que solo sucede si has nacido en Kriptón, claro). En fin, que debatir con un nacionalista es tan inútil como intentar convencer a una beata de que dios no existe.

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    1. ciertamente es inútil intentar convencer a un independentista que deje de serlo, o a un taurino o a un fanático religioso, pero como tú dices, es simplemente un ejercicio de aplicar la lógica. Sin embargo con lógica nadie puede defender posturas independentistas, ni taurinas ni religiosas. Grande es la lógica, sí, pero no hace milagros y llega hasta donde llega.

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  2. Hombre, Joaquín, meter al maestro de la lógica matemática en un conflicto que no guarda ninguna lógica... jajajaj. Pero, mira, eso que dices de que la pela es la pela, sí que es rematadamente lógico, el mejor argumento para abandonar las trincheras. Por ahí van a ir los tiros, y sé que no es la mejor expresión que podía encontrar. Gracias por tus comentarios siempre agudos.

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    1. gracias entusiastas. En francés: remerciements chaleureux

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  4. Ya sabes que mis comentarios nunca fueron agudos, más bien romos; sin embargo podría argumentar, o intentarlo, a favor de los toros.

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    1. Pero no lo creo, porque me jode perder un debate

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    2. jajajajajaj, éste no te ha salido ni agudo ni romo, te ha salido afilado y cortante. Abrazo grande, como tú.

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