viernes, 13 de septiembre de 2019

Cascorro Factory





Como ya amenacé, aquí está mi súper-mega-archi-artiblog. Trata, evitando el lado oscuro de la política en la medida de lo posible, de una época de España que fue frontera entre dos periodos: atrás la dictadura, por delante la democracia. Sí, este artiblog va de la cacareada transición, perfecta obra de ingeniería política según lo ven unos ojos, o auténtica chapuza para otros. Pero, insisto, no es de política de lo que vamos a hablar, sino de un movimiento contracultural que tuvo  lugar en aquellos tiempos. Fue precursor de la Movida y lamentablemente muy pocos están al tanto de su existencia y su posterior importancia. Lo iniciaron jóvenes artistas, algunos ensalzados después y otros olvidados. De eso es de lo que voy a hablar ahora en este súper-mega-archi-artiblog, de Cascorro Factory, el movimiento contracultural inspirado en el cómic underground americano, del que fui devoto seguidor. Espero que no os aburra y os refresque la memoria de un pasado que a todos nos pertenece.








CASCORRO FACTORY
El dibujante invisible



Vamos a ponernos en la España de la década de los 70, más bien, mediados, justo antes de que muriera Franco. La dictadura llevaba forrenta años, como decía Forges, inapelable e indiscutible y el personal empezaba a desmelenarse; demasiado tiempo de católica sumisión. Antes de que se acuñara oficialmente el término “transición”, ésta ya había empezado oficiosamente. El cambio, o las ganas de que se produjera, se respiraba en el ambiente, aún alcanforado y rancio. Aire fresco, había que abrir las ventanas para eliminar la cadaverina que desprendía una sociedad liderada por un general decimonónico y meapilas. Había que conquistar la modernidad que nos habían robado.

El acceso a la modernidad, más que por terrenos de la tecnología, se transita por otros en los que la cultura es el principal transporte. España tenía la necesidad de incorporarse al resto de países modernos de los que la dictadura de Franco separó sin que apenas se diera cuenta la mayoría de españoles. Este viaje empezó poco a poco, coge impulso a mediados de los 70, como hemos dicho, y en los 80 culminará con la Movida. Una transición no solo política sino además cultural y social. ¿Quiénes se ocuparon de aupar culturalmente a España dentro del panorama artístico que le correspondía y en el que otros países ya se movían con soltura? No se debe a nadie en concreto, de momento no existía un impulso institucional, y sí a muchos artistas anónimos. Pequeños héroes de papel. Como vehículo transmisor tuvo una importancia destacada el cómic, el cómic underground que ya existía en Estados Unidos. Historietas antisistema con un estilo definido y diferente y unos contenidos delirantes y reivindicativos. Estas historietas empezaron en Barcelona y se extendieron al resto de España. En Madrid, el grupo Cascorro Factory hizo lo suyo. Hizo lo suyo pero se le podía haber concedido mayor importancia, pues fue el germen de todo lo que vino a continuación. Cascorro Factory fue un movimiento contracultural auspiciado por jóvenes artistas que encontraron en el comix un medio de expresión estupendo para proclamar sus ganas de romper con lo establecido. El viejo mantra del arte.

El comix, o cómic underground, tuvo sus inicios en Estados Unidos unos cuantos años antes, pero a España, paleta en muchos terrenos (excesivos) no llegó hasta que un grupo de dibujantes empezaron, sin medios, a crear historias que seguían este nuevo modelo de expresión y nos lo dieron a conocer a todos los que vivíamos en la inopia. Apardalados.

Estos dibujantes se encontraban extraños en un sistema senil y rancio, descubrieron las drogas, el sexo fuera de las relaciones admitidas y bendecidas, y sobre todo, tenían imaginación y ganas de contravenir lo pactado, por lo que contaban con lo esencial para liarla parda. Solo faltaba ponerse de acuerdo entre varios, y eso es justo lo que hicieron en Cascorro Factory. Lo que no tenían era editoriales que financiaran y apoyaran su creatividad, de modo que los primeros trabajos los imprimían ellos mismos en fotocopiadoras, y grapaban sus páginas de forma tosca, para vender el resultado en el Rastro madrileño. No podía ser otro sitio, claro. Todo muy Punk, movimiento también iniciado por aquellos años y gran influenciador de aquel desparrame.

Por supuesto, también había publicaciones “serias” en editoriales catalanas que seguían esta nueva línea. Por ejemplo, Quonmic, Star, Pauperrimos cómics (1974) de Josep Farriol. En Barcelona se pusieron en contacto Nazario, Mariscal y los hermanos Farriol, más que interesados en crear historietas transgresoras inspiradas en la estética feísta del underground norteamericano, y en 1973 autopublicaron el Rrollo Enmascarado. Los dibujos abigarrados seguían la llamada línea chunga, nombre elegido quizá en contraposición del perfeccionismo de la línea clara de Herge y otros cómics “burgueses”.

Sobra decir que hubo muchos números de estas revistas secuestrados por orden judicial, acusados de escándalo público. Faltaría más. Llegado a este punto no me queda más remedio que presumir de tener el número 6 de la revista Star, secuestrado por el Ministerio de Información por motivos que saltan a la vista nada más ver su portada. Se ve que el día que la compré, inexplicablemente madrugué y llegué al kiosco antes de que lo hicieran las fuerzas del orden.  Para los más  curiosos diré que la multa impuesta fue de 100.000 pesetas. En aquella época era el precio de un coche estupendo, aunque creo que nunca llegaron a pagarla.

 
Ejemplar secuestrado por las autoridades competentes, y que llegado el caso puedo vender bastante caro


Pero volvamos a Cascorro Factory. Si uno investiga sobre este movimiento, verá que su inspirador fue Ceesepe junto el fotógrafo Alberto Garcia Alix, a los que pronto se unieron otros dibujantes estupendos y la fotógrafa Oukalele, pero si nos quedamos en esos nombres, cometeremos una gran injusticia histórica. Uno de los fundadores, el más joven de todos, con apenas 16 años, fue MarcosCarrasco. Su contribución fue más que notoria, y eso es lo que quiero poner aquí de relieve. He seguido la obra de Marcos desde hace bastante tiempo. Es uno de esos pintores que en algún momento te va a enamorar porque está en continua evolución, buscando siempre una nueva forma de expresión. Empezó con la ilustración y el cómic, y luego hizo la carrera de Bellas Artes donde adquirió los conocimientos técnicos necesarios para iniciar una trayectoria profesional con los grandes maestros de la pintura universal metidos ya en sus circuitos creativos, y a partir de ahí no ha dejado de innovar buscando materiales, soportes, técnicas diferentes y novedosas con los que poner a prueba su creatividad. Así son los grandes artistas, los que evolucionan porque nunca están conformes con lo que encuentran. Lo siento por Botero, por poner un ejemplo de artista unicode que no cambia ni el marco de sus cuadros. Tengo en mi casa muchos de sus cuadros, de Marcos no de Botero, y conservo la ilusión de ampliar mi colección con nuevas obras suyas. 

Al lado de su estudio que huele a trementina que da gusto, a pigmentos inventados y a lino húmedo,  tiene una amplia showroom donde expone sus últimos trabajos y con la excusa de echarles un vistazo, de vez en cuando me autoinvito a cenar, más que por llenar la andorga, que también,  por las charlas siempre interesantes que vienen a continuación. Precisamente en una de estas agradables sobremesas, me enteré de que Marcos fue uno de los fundadores del movimiento Cascorro Factory, que compartió piso con Ceesepe, que se fue a vivir la bohemia a Barcelona con Ceesepe, Mariscal, Juan José Fernández, el editor de la revista Star, Nazario..., y que en definitiva formó parte de aquellos primeros momentos de uno de los movimientos culturales más rompedores del siglo pasado. Me enseñó historietas originales publicadas en  las revistas Underground de aquellos tiempos de la forma más natural, pero para mí era como tener el Arca de la Alianza delante de mis ojos.

Voy a completar este artiblog con una entrevista a Marcos Carrasco, pero antes de incluirla quiero dar unas breves pinceladas sobre qué era el DIY (do it yourself) imprescindible en los inicios de Cascorro Factory.

El término Fanzine, viene del inglés, fan’s magazine. Se trata de un tipo de publicaciones no profesionales dirigidas a un grupo de seguidores bastante reducido, producido por los propios autores que hacían todo (DIY), hasta coser las páginas de cada ejemplar, en muchos casos. Y así es cómo hacían Ceesepe, el Hortelano, Iñaki, Roger y Marcos Carrasco entre otros, el Carajillo Vacilón, Capullo verbenero y el Marrano social, fanzines llenos de historias desquiciadas y demoledoras en el estilo característico del underground.


 Y ahora, sin más introducciones teóricas de un aficionado al cómic y al comix, vamos a ver qué dice un profesional, colaborador y cofundador de uno de los movimientos más iniciadores en este terreno que tuvo influencia en otros más alejados.


     Primeros fanzines surgidos a mediados de los 70 en los que participaron Marcos Carrasco, Ceesepe, Hortelano, Nazario...


Lo que viene a continuación es la transcripción de una conversación que tuvimos Marcos y yo hace unos días, de modo que en lugar de guardar el formato clásico de la entrevista periodística, basada en una pregunta y su consiguiente respuesta, la voy a transcribir como diálogo, que a fin de cuentas, es lo que fue.

       -Marcos, ¿qué es Cascorro Factory?
    -Pues Cascorro Factory son dos palabras –me dice con cierta sorna-. Por un lado, Cascorro, que hace referencia al barrio de la Latina, el castizo Rastro, donde se inició todo el movimiento, y por otro Factory, que como todo el mundo sabe, es fábrica. A mí particularmente me produce un efecto contradictorio...
     -Factory es un guiño a Warhol, ¿no? –interrumpo yo haciendo gala de una mala costumbre que debería evitar.
       -Sí, efectivamente pero con una pequeña diferencia. En la Factory de Warhol se reunían artistas de todo tipo, los más punteros del momento, intelectuales, cineastas, pintores, escritores, músicos, galeristas... lo más granadito. En nuestra factory, al principio estábamos Ceesepe y yo solitos vendiendo nuestros cómics underground –no puede evitar soltar una risa franca recordando el viejo kiosco que él mismo construyó en el rastro con sus propias manitas-. Por eso, es lo que te iba a decir, que veo un tanto contradictorio, o mejor dicho, parece que no pega mucho, Cascorro, con todo su tipismo y costumbrismo madrileño, con Factory, palabra muy poco castiza   que además hace referencia a nada menos que al estudio fundado por Warhol en el midtown de Manhatan, es que parece de risa, no me digas.
    -Pues sí, no me había fijado pero casi es un oxímoron.

Marcos me explica que el kiosco que pusieron en el rastro Ceesepe y él para vender sus fanzines, como más adelante nos contará con más detalle, en cierta ocasión fue arrasado por la gente que corría delante de los “grises” en una de las cargas policiales que entonces se producían con cierta regularidad.
    -Ten en cuenta –me dice frunciendo el ceño como si le enojara el recuerdo-, las coordenadas políticas del momento, todavía estaba vivo Franco, le quedaba poco, pero seguía vivo y con él, seguía vivo todo lo que le había acompañado durante 40 años.
Asiento frunciendo yo también el ceño.
    -Eran los días de la censura, los dibujantes de comix nos sentíamos como cuando el pintor Volterra recibió la orden de tapar las excesivas desnudeces del Juicio Final en la Capilla Sixtina porque resultaban ofensivos. Por cierto, este pintor pasó a la historia con el mote de braghettone, el pintacalzones. Pues bien, cinco siglos más tarde estábamos igual, rodeados de braghettones por todas partes.
Estalla en una carcajada contagiosa antes de terminar con el asunto de la Capilla Sixtina:
    -¡Pero no había suficientes braghettones para taparnos a nosotros! Fíjate en las viñetas de Nazario...
Marcos se levanta y pone delante de los dos una enorme carpeta llena de dibujos originales de aquella época. Historietas que acaricio reverencialmente oliendo su tinta. El papel está ya amarillento de los años que se han ido acumulando en sus fibras y que sin embargo a mí me produce un efecto de rejuvenecimiento que disfruto como si estuviera tomando las aguas en algún balneario decimonónico.



    -Nuestra inspiración estaba en el cómic underground americano, con Robert Crumb, Richard Corben, Aline Kominsky, la mujer de Crumb..., acuérdate del gato Fritz.
    -Me acuerdo, me acuerdo, y no son dulces recuerdos, más bien ácidos.
Los dos reímos con ganas, cómplices en el recuerdo.
    -Marcos, ¿cuándo empieza realmente Cascorro Factory?          
                               
                
                   Marcos Carrasco a mediados de los 70                                                               Ceesepe en la misma época

    -Cascorro Factroy no empieza en el rastro, realmente empieza en la calle Gutierrez de Cetina, que es donde vivíamos Ceesepe y yo, cada uno con sus padres, claro. Nosotros nos conocíamos desde que éramos pequeños, sus padres y los míos eran amigos de toda la vida, paisanos de Torrevieja, y se veían muy a menudo, en realidad ellos tenían más relación que nosotros, hasta que un día en los billares de la calle Emilio Ferrari, descubrimos Ceesepe y yo que compartíamos la afición a dibujar, y entonces se nos ocurrió hacer historietas, juntarlas y graparlas...

Marcos rebusca en la carpeta y me enseña algunos dibujos estupendos firmados por él que en algún momento fueron la portada de esos tebeos lejanos.
    -Pero Ceesepe era mucho mayor que tú –vuelvo a interrumpir, esta vez además para demostrar que estaba equivocado.
    -Nooo, bueno, sí, era mayor, pero solo un año mayor.
Con un gesto me disculpo y le pido que continúe con la historia.
     -Pues eso, que en ese momento, empezamos a dibujar juntos, yo tenía trece años y él catorce, y juntos inventábamos historietas y poco a poco la cosa fue a mayores. Investigamos el cómic underground americano, analizando su estructura y el concepto, lo estudiamos hasta con lupa, nos atraía el tono antisistema que respiraba, también nos molaba el hecho de introducir drogas en las historias...
       -En las historias, ya...
    -Sí, bueno, también en las historias quiero decir –no puede evitar que asome una sonrisilla maliciosa-. Entonces, te decía,  al poco tiempo decidimos hacer nuestras propias historias contraculturales, que así las llamábamos, y venderlas en el rastro. También vendíamos revistas underground americanas que comprábamos en el mismo rastro en otros tenderetes, que conste –Marcos vuelve a reír con ganas-. Y tengo que decir que el primer tenderete del rastro lo construí yo solito, porque Ceesepe era genial dibujando y pintando pero no tenía ni puta idea de manualidades.
Me imagino al Marcos de aquellos años con un serrucho y unos tablones y estoy convencido de que le quedó un kiosco que era la envidia de todo el rastro.

En esta ocasión no interrumpo aunque me quedo con las ganas de decir que a lo mejor era una treta de Ceesepe para dejar que todo el trabajo lo hiciera Marcos.

                                  

                Portada del fanzine Nº2 de El Marrano Social, con comics de Carrasco y Ceesepe del año 1975

    -Así es como empezó Cascorro Factory –dice Marcos contundente-. Con un tenderete en la calle de Ribera de Curtidores, a la altura del nº 2, donde vendíamos cómics Ceesepe y yo. Nuestro primer fanzine se llamaba El marrano social.
        -Precioso nombre. ¿Sólo Ceesepe y tú?
    -Efectivamente, pero entonces empezamos a buscar editoriales porque queríamos profesionalizarnos. Nos interesaba tener una editorial que nos respaldara, y en nuestra búsqueda nos entrevistamos con otros colegas. Quedamos en El Café Comercial con Nazario, que ya tenía experiencia de haber publicado en Barcelona su personaje Purita Braga de Hierro, un personaje totalmente transgresor, en El rollo enmascarado. También nos vimos con Pejo, con Moncho Alpuente...
    -Moncho Alpuente vivía en Chamberí, cerca del Comercial, claro –lo que está claro es que yo no puedo evitar interrumpir.
     -Exacto. Entonces Moncho Alpuente era un agitador cultural, por decirlo así.
     -Ya lo creo, solo hay que acordarse de Castañuelas 70, con Las Madres del Cordero –Es que no paro de meter baza. Marcos asiente y sigue con su relato que es de lo que se trata.
     -Moncho nos ayudó bastante, nos dijo adónde podíamos dirigirnos en Barcelona a qué editoriales ir, nos dio la dirección de Producciones Editoriales, propiedad de Juan José Fernández, que a pesar de sus apellidos era muuuuuuy catalán, con el que empezamos a publicar en la revista El Comix Marginal Español –hace una pausa para facilitar el trasiego de recuerdos-. Esto era ya en 1976, Franco ya había muerto, desde luego.

Portada de El Comix Marginal Español de Producciones Editoriales, la misma editorial que producía la revista Star. 1976


Con rapidez saca de la carpeta uno de aquellos ejemplares y me lo tiende. Lo tomo como si tuviera el Santo Grial en mis manos y le dejo que siga contándome los inicios de todo aquel desparrame.


            Portada de El carajillo Vacilón (¿Quién podría resistirse a comprar una revista con este nombre?)

    -Casi al mismo tiempo publicábamos con Iniciativas Editoriales S.A. el tebeo El carajillo vacilón... muy transgresor, como te puedes imaginar.
    -Buscabais unos nombres llenos de poesía...
    -¿Te acuerdas de Carlos Tena?
    -Sí claro, yo tuve ocasión de conocer a sus dos hermanas... Paloma se llamaba una, y la otra, mucho más seria, que ya no recuerdo. Creo, aquella época la tengo muy confusa, de modo que puede ocurrir hasta que Carlos Tena no tuviera ninguna hermana.
    -Pues Carlos nos hizo una entrevista en “Popgrama” un programa de televisión que tenía con Diego Manrique.
Finjo acordarme de aquel programa, pero la verdad es que mi memoria no da para tanto.
    -Ese mismo año, o quizá el siguiente, en 1977, organicé la primera exposición madrileña del cómic Marginal y undergraund español. Todo un acontecimiento. Con Ceesepe, Pejo y Montxo Algora, Hortelano y conmigo como comisario de la expo.
    -Por curiosidad, ¿cuál era el nombre de la exposición? –pregunto esperando una respuesta punki.
     -Tenía un nombre bastante normalito: “Exposición del comix rockero y calentón”
     -Sí, ahí estuvisteis muy comedidos... ¿tomasteis mucho café ese día?


Cartel dibujado por Marcos Carrasco para la primera exposición del comix, comisariada por él mismo. Madrid, 1977

En este momento aparece Angus, el perro de Marcos, un snauzer bajito con cara de cachondo, que naturalmente se llama así por el cantante del grupo AC/DC. Le sobo los lomos con profusión, le rasco detrás de las orejas y ya es imposible seguir con la entrevista, hasta que Marcos impone orden. Parece mentira que un perro que se llama como el cantante del grupo más heavy, obedezca a la primera.
Marcos retoma la historia.
    -Ya teníamos lo que queríamos, habíamos pasado de tener un cómic marginal publicado en fotocopiadora y cosido con grapas a tener una editorial detrás de nosotros. Juan José  Fernández también reclutó al Hortelano, Nazario, Pejo, gente de Valencia, de Galicia...
Angus trata de llamar mi atención de nuevo, pero me mantengo firme sin rascarlo. No quiero distraer a Marcos.
      -Ceesepe era el puente entre Barcelona, mucho más activa en este mundo, y Madrid. Nosotros viajábamos mucho a Barcelona para estar con la gente de allí. Conocimos a Mariscal a los hermanos Farriol, Martí, Roger..., yo iba con Ceesepe y nos entrevistábamos con toda la gente de allí, ellos nos llevaban la delantera con las publicaciones de El Rollo, Nasti de Plasti, De Qvommic, El Sidecar, Picadura Selecta, Piraña Divina, Purita, Catalina… Javier Mariscal nos explicó la técnica de la cuatricromía, como se convertía el color..., por cierto en aquella época él hacia un cómic con unos ratoncitos, Los Garriris, que tenían el morro afiladillo y que fue la base claramente para su famoso Coby.

Marcos empieza a enseñarme páginas de dibujos de forma aleatoria mientras su mente se pira muchos años atrás.
     -Era una época en que yo iba a casa de Ceesepe y él a la mía a escuchar música. Era el año que salió el disco The dark side of the moon de Pink Floyd, ¿te acuerdas?
    -Sí, yo también lo fumaba, perdón, lo escuchaba casi todas las tardes.
    -Frank Zappa...
    -En el concierto que dio Frank Zappa en Madrid se armó una buena...
    -Sí, fue porque un gilipollas, que siempre tiene que haber, tiró un ladrillo a los grises. Aún no había entrado la gente, todo el mundo estaba en la cola y no había escapatoria... se pusieron las botas a repartir.
    -Nunca se las quitaban. Yo creo que los grises hacían todo con sus botas. Iban a la playa con botas, dormían con botas, paseaban al perro con botas...
    -Si, es que en chanclas impondrían menos.
Reímos unos segundos la tontería y enseguida Marcos vuelve a conectar la máquina del tiempo.


Recreación, por Marcos Carrasco, del kiosco de Cascorro, con Ceesepe, Alberto García Alix con su cámara, a la izquierda, y El hortelano, vestido de mili a la derecha, que se sorprende al ver que Marcos y Ceesepe son muy diferentes a como imaginó.

     -Al poco tiempo, empezó a desfilar gente por Cascorro Factory mucha gente vinculada al arte, Jesús Ordovás, Carlos Tena, Montxho Algora que decoró el famoso Bar de Malasaña, La Vía Láctea –el único de la época que manejaba el aerógrafo-..., por cierto, un día aparece por allí, vestido de militar, El Hortelano, sin conocernos ni a Ceesepe ni a mí. Estaba haciendo la mili, y se presenta allí una tarde, en el kiosco, y nos dice que le gustaría conocer a la gente que hace cómic underground, que quiere conocer a Ceesepe y a Carrasco..., y le decimos, pues mira precisamente los tienes delante de ti. Creo que se llevó una gran decepción pues esperaba encontrarse con lustrosos artistas de estupendo aspecto y francamente nuestras pintas no era lo mejor que teníamos. El glamour no era nuestro fuerte. Total, que entonces también se sumó al grupo. Tanto que se vino a vivir al piso del Paseo Imperial, que había alquilado mi amigo Ceesepe y en el que yo también vivía después de haber roto lazos con mi hogar familiar. En fin, lo típico.
      -Sí, muy típico.
    -Allí se gestaron muchos cómics, hacíamos los originales para la revista Star, por ejemplo. Entonces también con el paso del tiempo apareció por allí el fotógrafo Alberto García Alix, un artista con el que congenié desde el principio, aunque él no vivía en el piso, sino que vivía en su propia casa que estaba muy cerca. También hizo su aparición posteriormente en Paseo Imperial, sin llegar a vivir en ella, Oukalele, aunque ella no se acuerda de mí, ni yo de ella, por cierto. Nos debimos cruzar fugazmente en aquel entonces. En la actualidad somos muy buenos amigos.


       Marcos Carrasco retratado por Ceesepe en el piso de la calle Imperial. 1976

     -Pero tú te despegaste de aquello en algún momento...
    -Sí, verás, yo regresé a casa de mis padres en el 76 o 77, y me hice un chico bueno porque quería hacer Bellas Artes. La falta de recursos, las penurias económicas y el riesgo de estar expuesto a las redadas policiales por la gente marginal que deambulaba por el piso, me llevó a tomar esa decisión. Lo del cómic, por otra parte, no lo veía yo como un fin, sino como una etapa dentro de los planes que yo tenía como artista. Antes de matricularme en la facultad me di un porrazo en coche que casi me mato, pero esa es otra historia. Allí aprendí mucho, en la facultad no en el hospital, incluso empecé el doctorado, hice los dos primeros años y lo dejé, primero porque mi tutor era un capullo y segundo porque empecé a trabajar en publicidad como director de arte.


Fotos tomadas por Oukalele en el Paseo Imperial. Se ve a Ceesepe, Alix, Hortelano. En la foto de la derecha se puede leer Cascorro Factory

Marcos mira la carpeta plagada de dibujos con cierta nostalgia  antes de continuar con su historia, que tiene algo de historieta, como sus cómics.
     -Mi trabajo como creativo publicitario lo recuerdo con mucho cariño, hice muy buenos amigos, lo pasaba muy bien, y me permitía pintar, mi gran pasión. Hoy día, la publicidad me sigue pagando muchas gambas.
    -¿Podemos decir entonces, que aquel fue el inicio de tu desaparición de la escena de Cascorro Factory?
    -Sí, cuando me fui de la casa del Paseo Imperial, perdí el vínculo con El Hortelano, con Alberto García Alix y con Ceesepe. Era una etapa que di por terminada. Alberto García Alix compró mi parte, eso creo por lo que me ha dicho después, sé que siguieron con el kiosco del rastro durante un tiempo, y... poco más, el final de Cascorro Factory lo desconozco.
Marcos hace una pausa buscando en la memoria algo más sobre el final del movimiento del que él formó parte de manera muy importante.
    -También, he de reconocer, que yo me alejé, como te he mencionado antes, porque era bastante peligroso, la policía no paraba de molestar, se pasaban penurias, redadas, también por asunto de drogas pues en el piso iba gente de todo tipo y algunos muy raros, ya sabes... algo parecido le pasó a Mariscal en Barcelona, que tuvo que huir a Ibiza porque le relacionaron con asuntos de tinte subversivo.
     -Es decir, que un comix, era considerado material subversivo.
    -Pues sí. Luego, además, yo me tuve que ir a la mili, de modo que perdí totalmente la conexión. Y el accidente, no olvidemos el accidente de coche que me mandó casi un año a la cama sin poder levantarme. Ceesepe venía a verme y se sorprendía de ver que yo seguía dibujando, completamente tumbado, sin poder moverme, boca arriba, sujetando el block en el aire con una mano, y con la otra dibujando. Sin apoyarme en ningún sitio, claro. Ahora no sería capaz.
    -Menos, si usas el ordenador.
    -Cuando entré en Bellas artes –ni caso a mi broma-, iba con un corsé con el que apenas podía andar, pero yo quería hacerme pintor, el cómic se me había quedado pequeño. Luego, tanto Ceesepe, Hortelano como Mariscal también se vuelcan en la pintura y abandonan el cómic, pero cuatro años más tarde de que lo hiciera yo. Paralelamente participaba con mis ilustraciones en La Luna de Madrid, que la dirigía Borja Casani, familiar de los que fundaron la galería Moriarty por aquella época, y  en Madrid me mata de Oscar Marine Brandi.
    -Tengo una pregunta más general, Marcos. ¿Cómo crees que influyó Cascorro Factory, si es que tuvo alguna influencia, en todo lo que vino a continuación, en la estética de La Movida, por ejemplo, que tenía una personalidad muy bien definida?
    -Por supuesto que influyó, la transición se hizo a base de pequeñas cosas, o grandes, que iban todas en la misma dirección sumándose sus efectos. Nosotros dábamos testimonio de la época, éramos una especie de cronistas del momento y había una retroalimentación entre lo que hacían unos y hacían otros. El resultado es una estética común que marca una época que a su vez vino determinada por las condiciones sociopolíticas del momento. El arte siempre ha sido sensible a lo que sucede a su alrededor, no puede ser de otra manera –habla sin pausas, entusiasmado-. Cascorro Factory retrataba la forma de vivir del momento, la forma de divertirse, de pensar... esa explosión después de la dictadura que invadía todo. Cascorro Factory creció en ese ambiente como crecen las setas con la humedad, pero no éramos la única seta.
       -Bueno de setas no teníais nada, os lo pasabais genial.
    -Sí, y también las pasábamos canutas, estábamos siempre a la última pregunta, al margen de otros disgustos de naturaleza muy distinta.
Prefiero no indagar en la naturaleza de los otros disgustos.
    -Tú ahora eres un pintor maduro con una trayectoria profesional importante, con exposiciones nacionales e internacionales, y una obra consolidada con carácter que mantiene una personalidad única, aunque la evolución forme parte ineludible de tu historia como artista, ¿cómo ha influido la etapa que pasaste en Cascorro Factory en lo que haces ahora?
    -Me ha influido muchísimo. Por ejemplo fíjate en la figura humana, es el centro de mi obra, y la expresividad que tiene creo que sería diferente de no haber tratado el cuerpo humano durante tanto tiempo, simplemente en dibujos.
Me fijo y me fijo en que tiene toda la razón, su figurativismo está impregnado de ese “toque” que da la ilustración.
    -Tengo una pregunta molesta, Marcos. Cuando se habla o se leen cosas sobre aquella época, de Cascorro Factory y aquellos inicios, salen nombres como Ceesepe, El Hortelano, García Alix, Mariscal... pero no sale Marcos Carrasco. ¿Te sientes maltratado por los historiadores?
    -Vamos a ver, la historia es la que es y no la va a cambiar ningún historiador. Mi nombre no sale, pero yo estuve allí, dejé de estar porque fue mi decisión, nadie trató de echarme. Llegó un momento en que el cómic se me quedó muy corto y quería más, quería formarme como pintor, escultor, estampador... artista total, no solo ilustrador. Y eso es exactamente lo que hice, y lo hice porque quise. De modo que no, no me siento maltratado por nadie. Mi paso por Cascorro Factory y La Movida, fue eso, un paso, nunca lo contemplé como opción para quedarme, yo tenía otros planes de futuro.
     -Buena elección, Marcos, y dado que tengo bastantes cuadros tuyos, solo tengo que agradecer que te pasaras a la pintura. Me gustan los cómics pero para poner en las paredes me gustan más los cuadros.
Todo esto lo digo señalando los cuadros que Marcos tiene en su casa que representan distintas etapas de su trayectoria.

Miro el reloj y veo que se me ha pasado el tiempo volando, llevamos hablando exactamente 54 minutos. No puedo desaprovechar la ocasión de tener delante de mí a un pintor moderno, con un gran bagaje como artista desde hace la intemerata de tiempo y formado dentro de los cánones estrictos de Bellas Artes, para hacerle una pregunta encaminada a los jóvenes artistas que empiezan.
Dado que a mí también me gusta hablar, planteo la cuestión a mi manera, es decir, enrollándome.
    -Has mencionado, incluso has puesto énfasis, en que las coordenadas políticas y sociales del momento favorecieron el surgimiento de este movimiento. Era el caldo de cultivo propicio para una transgresión justificada, la explosión después de tanto tiempo de limitaciones. Si tú miras el momento actual, que ya sabemos que no tiene absolutamente nada que ver, observas que la juventud está sumida en una especie de sopor malsano, incluso yo diría que están afectados de cierta molicie, todo muy distante de aquellos tiempos del kiosco del Rastro. ¿Cuál es tu análisis de lo que pasa y qué les dirías a los jóvenes artistas de hoy?
Marcos toma aire antes de responder. Lo va a necesitar.
    -Mira, un ser humano no se mueve si no tiene necesidad. Si estás sometido a presión, reaccionas, pero si te faltan estímulos te quedas donde estás. Es el principio del mínimo consumo de energía. Nosotros nos encontrábamos con una presión enorme, la censura, las prohibiciones, los maderos..., realmente nosotros asistimos a un Renacimiento, teníamos que quitarnos el corsé de la Edad Media. Era un movimiento grupal, y aunque cada artista tenía su propia independencia y su estilo propio, se funcionaba como grupo. Ahora, hay expresiones individuales, aisladas, pero no existe conexión, es decir no hay lo que se llama un “movimiento”. Cascorro Factory funcionaba como en su momento funcionó El Equipo Crónica o El Paso..., Canogar, Feito, Millares, Saura.... cada uno era totalmente diferente al otro pero juntos funcionaban de forma reconocida como un grupo que tenía los mismos estímulos y los mismos objetivos y las mismas ganas de hacer cosas. Me preguntas qué les diría yo a los jóvenes artistas, pues les diría que tienen la obligación de crear su propia línea expresiva y no aceptar los modelos que les han precedido. Es obligación del arte y no pueden faltar a esa obligación si quieren llamarse artistas.


Marcos Carrasco en la actualidad y por duplicado

Angus mira a Marcos como sí él también estuviera de acuerdo con todo lo que ahí se ha dicho. Yo hago el gesto de quitarme el sombrero y doy por terminada esta agradable conversación con uno de los artistas que participaron en la Transición, que con sus historietas de tebeo consiguió que la historia cambiara de una vez en este país, que ya iba siendo hora.

Le doy las gracias y me dejo invitar a una cerveza fría que acompaña con unas patatas fritas, de las que parte da cuenta Angus.

































2 comentarios:

  1. No tiene nada de extraño que desconocieras tan profundamente la existencia de Cascorro Factory, aunque fueras muy aficionado al cómic. Yo también lo era y tampoco tenía ni idea hasta que por casualidad cayó en mis manos un libro de Patricia Mayayo y Jorge Luis Marzo, con el sugerente título de "Arte en España, 1939-2015" que dedica unas páginas a este movimiento. Y lo que es la casualidad de la vida, un día cenando en casa de Marcos, lo comenté y él me dijo que había formado parte del movimiento como cofundador. El resto ya lo sabes.
    Muchas gracias por tu comentario. (¿Así que eras Zappaniano.... mmmmm, ya te veo yo venir ;-))))))))

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  2. Hola, excelente trabajo sobre Cascorro Factory aunque echo de menos que hables de Agust, mi tío y otro de los que forman parte de esta aventura, te agradeceré que hables de él ya que aparece en la fotos y vivía allí y creaba como ilustrador grandes obras y enseñó a otros tantos a tocar instrumentos para dar vida a las canciones de la época saludos

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