Como ya amenacé, aquí está mi súper-mega-archi-artiblog.
Trata, evitando el lado oscuro de la política en la medida de lo posible, de
una época de España que fue frontera entre dos periodos: atrás la dictadura,
por delante la democracia. Sí, este artiblog va de la cacareada transición, perfecta obra
de ingeniería política según lo ven unos ojos, o auténtica chapuza para otros.
Pero, insisto, no es de política de lo que vamos a hablar, sino de un
movimiento contracultural que tuvo lugar en aquellos tiempos. Fue precursor de la Movida y lamentablemente muy pocos están
al tanto de su existencia y su posterior importancia. Lo iniciaron jóvenes artistas,
algunos ensalzados después y otros olvidados. De eso es de lo que voy a hablar
ahora en este súper-mega-archi-artiblog, de Cascorro Factory, el movimiento
contracultural inspirado en el cómic underground americano, del que fui devoto
seguidor. Espero que no os aburra y os refresque la memoria de un pasado que a
todos nos pertenece.
CASCORRO FACTORY
El dibujante invisible
Vamos a ponernos en la España de la década de los 70,
más bien, mediados, justo antes de que muriera Franco. La dictadura llevaba
forrenta años, como decía Forges, inapelable e indiscutible y el personal
empezaba a desmelenarse; demasiado tiempo de católica sumisión. Antes de que se
acuñara oficialmente el término “transición”, ésta ya había empezado
oficiosamente. El cambio, o las ganas de que se produjera, se respiraba en el
ambiente, aún alcanforado y rancio. Aire fresco, había que abrir las ventanas
para eliminar la cadaverina que desprendía una sociedad liderada por un general
decimonónico y meapilas. Había que conquistar la modernidad que nos habían
robado.
Ejemplar secuestrado por las autoridades competentes, y que llegado el caso puedo vender bastante caro
El acceso a la modernidad, más que por terrenos de la
tecnología, se transita por otros en los que la cultura es el principal
transporte. España tenía la necesidad de incorporarse al resto de países
modernos de los que la dictadura de Franco separó sin que apenas se diera
cuenta la mayoría de españoles. Este viaje empezó poco a poco, coge impulso a
mediados de los 70, como hemos dicho, y en los 80 culminará con la Movida. Una
transición no solo política sino además cultural y social. ¿Quiénes se ocuparon
de aupar culturalmente a España dentro del panorama artístico que le
correspondía y en el que otros países ya se movían con soltura? No se debe a
nadie en concreto, de momento no existía un impulso institucional, y sí a
muchos artistas anónimos. Pequeños héroes de papel. Como vehículo transmisor
tuvo una importancia destacada el cómic, el cómic underground que ya existía en
Estados Unidos. Historietas antisistema con un estilo definido y diferente y
unos contenidos delirantes y reivindicativos. Estas historietas empezaron en
Barcelona y se extendieron al resto de España. En Madrid, el grupo Cascorro
Factory hizo lo suyo. Hizo lo suyo pero se le podía haber concedido mayor
importancia, pues fue el germen de todo lo que vino a continuación. Cascorro
Factory fue un movimiento
contracultural auspiciado por jóvenes artistas que encontraron en el comix un
medio de expresión estupendo para proclamar sus ganas de romper con lo establecido.
El viejo mantra del arte.
El comix, o cómic underground, tuvo sus inicios en
Estados Unidos unos cuantos años antes, pero a España, paleta en muchos
terrenos (excesivos) no llegó hasta que un grupo de dibujantes empezaron, sin
medios, a crear historias que seguían este nuevo modelo de expresión y nos lo
dieron a conocer a todos los que vivíamos en la inopia. Apardalados.
Estos dibujantes se encontraban extraños en un
sistema senil y rancio, descubrieron las drogas, el sexo fuera de las
relaciones admitidas y bendecidas, y sobre todo, tenían imaginación y ganas de
contravenir lo pactado, por lo que contaban con lo esencial para liarla parda.
Solo faltaba ponerse de acuerdo entre varios, y eso es justo lo que hicieron en
Cascorro Factory. Lo que no tenían era editoriales que financiaran y apoyaran
su creatividad, de modo que los primeros trabajos los imprimían ellos mismos en
fotocopiadoras, y grapaban sus páginas de forma tosca, para vender el resultado
en el Rastro madrileño. No podía ser otro sitio, claro. Todo muy Punk,
movimiento también iniciado por aquellos años y gran influenciador de aquel
desparrame.
Por supuesto, también había publicaciones “serias” en
editoriales catalanas que seguían esta nueva línea. Por ejemplo, Quonmic, Star, Pauperrimos cómics
(1974) de Josep Farriol. En Barcelona se pusieron en contacto Nazario, Mariscal
y los hermanos Farriol, más que interesados en crear historietas transgresoras
inspiradas en la estética feísta del underground norteamericano, y en 1973
autopublicaron el Rrollo Enmascarado.
Los dibujos abigarrados seguían la llamada línea
chunga, nombre elegido quizá en contraposición del perfeccionismo de la línea clara de Herge y otros cómics
“burgueses”.
Sobra decir que hubo muchos números de estas revistas
secuestrados por orden judicial, acusados de escándalo público. Faltaría más.
Llegado a este punto no me queda más remedio que presumir de tener el número 6
de la revista Star, secuestrado por
el Ministerio de Información por motivos que saltan a la vista nada más ver su
portada. Se ve que el día que la compré, inexplicablemente madrugué y llegué al
kiosco antes de que lo hicieran las fuerzas del orden. Para los más curiosos diré que la multa impuesta fue de 100.000 pesetas. En
aquella época era el precio de un coche estupendo, aunque creo que nunca
llegaron a pagarla.
Pero volvamos a Cascorro Factory. Si uno investiga
sobre este movimiento, verá que su inspirador fue Ceesepe junto el fotógrafo
Alberto Garcia Alix, a los que pronto se unieron otros dibujantes estupendos y la
fotógrafa Oukalele, pero si nos quedamos en esos nombres, cometeremos una gran
injusticia histórica. Uno de los fundadores, el más joven de todos, con apenas
16 años, fue MarcosCarrasco. Su contribución fue más que notoria, y eso es lo que
quiero poner aquí de relieve. He seguido la obra de Marcos desde hace bastante
tiempo. Es uno de esos pintores que en algún momento te va a enamorar porque
está en continua evolución, buscando siempre una nueva forma de expresión.
Empezó con la ilustración y el cómic, y luego hizo la carrera de Bellas Artes
donde adquirió los conocimientos técnicos necesarios para iniciar una
trayectoria profesional con los grandes maestros de la pintura universal
metidos ya en sus circuitos creativos, y a partir de ahí no ha dejado de
innovar buscando materiales, soportes, técnicas diferentes y novedosas con los
que poner a prueba su creatividad. Así son los grandes artistas, los que
evolucionan porque nunca están conformes con lo que encuentran. Lo siento por
Botero, por poner un ejemplo de artista unicode que no cambia ni el marco de
sus cuadros. Tengo en mi casa muchos de sus cuadros, de Marcos no de Botero, y
conservo la ilusión de ampliar mi colección con nuevas obras suyas.
Al lado de su estudio que huele a trementina que da gusto, a pigmentos inventados y a lino húmedo, tiene una amplia
showroom donde expone sus últimos trabajos y con la excusa de echarles un
vistazo, de vez en cuando me autoinvito a cenar, más que por llenar la andorga,
que también, por las charlas siempre
interesantes que vienen a continuación. Precisamente en una de estas agradables
sobremesas, me enteré de que Marcos fue uno de los fundadores del movimiento
Cascorro Factory, que compartió piso con Ceesepe, que se fue a vivir la bohemia
a Barcelona con Ceesepe, Mariscal, Juan José Fernández, el editor de la revista
Star, Nazario..., y que en definitiva formó parte de aquellos primeros momentos
de uno de los movimientos culturales más rompedores del siglo pasado. Me enseñó
historietas originales publicadas en
las revistas Underground de aquellos tiempos de la forma más natural,
pero para mí era como tener el Arca de la Alianza delante de mis ojos.
Voy a completar este artiblog con una entrevista a
Marcos Carrasco, pero antes de incluirla quiero dar unas breves pinceladas
sobre qué era el DIY (do it yourself) imprescindible en los inicios de Cascorro
Factory.
El término Fanzine,
viene del inglés, fan’s magazine. Se
trata de un tipo de publicaciones no profesionales dirigidas a un grupo de
seguidores bastante reducido, producido por los propios autores que hacían todo
(DIY), hasta coser las páginas de cada ejemplar, en muchos casos. Y así es cómo
hacían Ceesepe, el Hortelano, Iñaki, Roger y Marcos Carrasco entre otros, el Carajillo Vacilón, Capullo verbenero y el Marrano social, fanzines llenos de historias desquiciadas y demoledoras en el
estilo característico del underground.
Y ahora,
sin más introducciones teóricas de un aficionado al cómic y al comix, vamos a
ver qué dice un profesional, colaborador y cofundador de uno de los movimientos
más iniciadores en este terreno que tuvo influencia en otros más alejados.
Primeros fanzines surgidos a mediados de los 70 en los que participaron Marcos Carrasco, Ceesepe, Hortelano, Nazario...
Lo que viene a continuación es la transcripción de
una conversación que tuvimos Marcos y yo hace unos días, de modo que en lugar
de guardar el formato clásico de la entrevista periodística, basada en una
pregunta y su consiguiente respuesta, la voy a transcribir como diálogo, que a
fin de cuentas, es lo que fue.
-Marcos, ¿qué es Cascorro Factory?
-Pues Cascorro Factory son dos palabras –me dice con cierta sorna-. Por
un lado, Cascorro, que hace referencia al barrio de la Latina, el castizo
Rastro, donde se inició todo el movimiento, y por otro Factory, que como todo el
mundo sabe, es fábrica. A mí particularmente me produce un efecto
contradictorio...
-Factory es un guiño a Warhol, ¿no?
–interrumpo yo haciendo gala de una mala costumbre que debería evitar.
-Sí, efectivamente pero con
una pequeña diferencia. En la Factory de Warhol se reunían artistas de todo
tipo, los más punteros del momento, intelectuales, cineastas, pintores,
escritores, músicos, galeristas... lo más granadito. En nuestra factory, al
principio estábamos Ceesepe y yo solitos vendiendo nuestros cómics underground
–no puede evitar soltar una risa franca recordando el viejo kiosco que él mismo
construyó en el rastro con sus propias manitas-. Por eso, es lo que te iba a
decir, que veo un tanto contradictorio, o mejor dicho, parece que no pega mucho,
Cascorro, con todo su tipismo y costumbrismo madrileño, con Factory, palabra
muy poco castiza que además
hace referencia a nada menos que al estudio fundado por Warhol en el midtown de
Manhatan, es que parece de risa, no me digas.
-Pues sí, no me había fijado pero casi es un oxímoron.
-Pues sí, no me había fijado pero casi es un oxímoron.
Marcos me explica que el kiosco que pusieron en el
rastro Ceesepe y él para vender sus fanzines,
como más adelante nos contará con más detalle, en cierta ocasión fue arrasado
por la gente que corría delante de los “grises” en una de las cargas policiales
que entonces se producían con cierta regularidad.
-Ten en cuenta –me dice frunciendo el ceño como si le enojara el
recuerdo-, las coordenadas políticas del momento, todavía estaba vivo Franco,
le quedaba poco, pero seguía vivo y con él, seguía vivo todo lo que le había
acompañado durante 40 años.
Asiento frunciendo yo también el ceño.
-Eran los días de la censura, los dibujantes de comix nos sentíamos como
cuando el pintor Volterra recibió la orden de tapar las excesivas desnudeces
del Juicio Final en la Capilla Sixtina porque resultaban ofensivos. Por cierto,
este pintor pasó a la historia con el mote de braghettone, el pintacalzones.
Pues bien, cinco siglos más tarde estábamos igual, rodeados de braghettones por
todas partes.
Estalla en una carcajada contagiosa antes de terminar
con el asunto de la Capilla Sixtina:
-¡Pero no había suficientes braghettones para taparnos a nosotros!
Fíjate en las viñetas de Nazario...
Marcos se levanta y pone delante de los dos una
enorme carpeta llena de dibujos originales de aquella época. Historietas que
acaricio reverencialmente oliendo su tinta. El papel está ya amarillento de los
años que se han ido acumulando en sus fibras y que sin embargo a mí me produce
un efecto de rejuvenecimiento que disfruto como si estuviera tomando las aguas
en algún balneario decimonónico.
-Nuestra inspiración estaba en el cómic underground americano, con
Robert Crumb, Richard Corben, Aline Kominsky, la mujer de Crumb..., acuérdate del
gato Fritz.
-Me acuerdo, me acuerdo, y no son dulces recuerdos, más bien ácidos.
Los dos reímos con ganas, cómplices en el recuerdo.
Marcos Carrasco a mediados de los 70 Ceesepe en la misma época
-Cascorro Factroy no empieza en el rastro, realmente empieza en la calle
Gutierrez de Cetina, que es donde vivíamos Ceesepe y yo, cada uno con sus
padres, claro. Nosotros nos conocíamos desde que éramos pequeños, sus padres y
los míos eran amigos de toda la vida, paisanos de Torrevieja, y se veían muy a menudo,
en realidad ellos tenían más relación que nosotros, hasta que un día en los
billares de la calle Emilio Ferrari, descubrimos Ceesepe y yo que compartíamos
la afición a dibujar, y entonces se nos ocurrió hacer historietas, juntarlas y
graparlas...
Marcos rebusca en la carpeta y me enseña algunos
dibujos estupendos firmados por él que en algún momento fueron la portada de
esos tebeos lejanos.
-Pero Ceesepe era mucho mayor que tú –vuelvo a interrumpir, esta vez
además para demostrar que estaba equivocado.
-Nooo, bueno, sí, era mayor, pero solo un año mayor.
Con un gesto me disculpo y le pido que continúe
con la historia.
-Pues eso, que en ese momento, empezamos a
dibujar juntos, yo tenía trece años y él catorce, y juntos inventábamos historietas
y poco a poco la cosa fue a mayores. Investigamos el cómic underground
americano, analizando su estructura y el concepto, lo estudiamos hasta con lupa, nos atraía el tono antisistema que
respiraba, también nos molaba el hecho de introducir drogas en las historias...
-En las historias, ya...
-Sí, bueno, también en las historias quiero decir –no puede evitar que
asome una sonrisilla maliciosa-. Entonces, te decía, al poco tiempo decidimos hacer nuestras propias historias
contraculturales, que así las llamábamos, y venderlas en el rastro. También
vendíamos revistas underground americanas que comprábamos en el mismo rastro en
otros tenderetes, que conste –Marcos vuelve a reír con ganas-. Y tengo que
decir que el primer tenderete del rastro lo construí yo solito, porque Ceesepe
era genial dibujando y pintando pero no tenía ni puta idea de manualidades.
Me imagino al Marcos de aquellos años con un serrucho
y unos tablones y estoy convencido de que le quedó un kiosco que era la envidia
de todo el rastro.
En esta ocasión no interrumpo aunque me quedo con las
ganas de decir que a lo mejor era una treta de Ceesepe para dejar que todo el trabajo lo hiciera Marcos.
Portada del fanzine Nº2 de El Marrano Social, con comics de Carrasco y Ceesepe del año 1975
-Así es como empezó Cascorro Factory –dice Marcos contundente-. Con un
tenderete en la calle de Ribera de Curtidores, a la altura del nº 2, donde vendíamos
cómics Ceesepe y yo. Nuestro primer fanzine se llamaba El marrano social.
-Precioso nombre. ¿Sólo Ceesepe y tú?
-Efectivamente, pero entonces empezamos a buscar
editoriales porque queríamos profesionalizarnos. Nos interesaba tener una
editorial que nos respaldara, y en nuestra búsqueda nos entrevistamos con otros
colegas. Quedamos en El Café Comercial con Nazario, que ya tenía experiencia de
haber publicado en Barcelona su personaje Purita
Braga de Hierro, un personaje totalmente transgresor, en El rollo enmascarado. También nos vimos
con Pejo, con Moncho Alpuente...
-Moncho Alpuente vivía en Chamberí, cerca del Comercial, claro –lo que
está claro es que yo no puedo evitar interrumpir.
-Exacto. Entonces Moncho Alpuente era un
agitador cultural, por decirlo así.
-Ya lo creo, solo hay que acordarse de Castañuelas 70, con Las Madres del Cordero –Es que no paro de meter baza. Marcos
asiente y sigue con su relato que es de lo que se trata.
-Moncho nos ayudó bastante, nos dijo
adónde podíamos dirigirnos en Barcelona a qué editoriales ir, nos dio la
dirección de Producciones Editoriales, propiedad de Juan José Fernández, que a pesar de sus
apellidos era muuuuuuy catalán, con el que empezamos a publicar en la revista El Comix Marginal Español –hace una
pausa para facilitar el trasiego de recuerdos-. Esto era ya en 1976, Franco ya
había muerto, desde luego.
Portada de El Comix Marginal Español de Producciones Editoriales, la misma editorial que producía la revista Star. 1976
Con rapidez saca de la carpeta uno de aquellos
ejemplares y me lo tiende. Lo tomo como si tuviera el Santo Grial en mis manos y le dejo que
siga contándome los inicios de todo aquel desparrame.
Portada de El carajillo Vacilón (¿Quién podría resistirse a comprar una revista con este nombre?)
-Casi al mismo tiempo publicábamos con Iniciativas Editoriales S.A. el
tebeo El carajillo vacilón... muy
transgresor, como te puedes imaginar.
-Buscabais unos nombres llenos de poesía...
-¿Te acuerdas de Carlos Tena?
-Sí claro, yo tuve ocasión de conocer a sus dos hermanas... Paloma se
llamaba una, y la otra, mucho más seria, que ya no recuerdo. Creo, aquella época
la tengo muy confusa, de modo que puede ocurrir hasta que Carlos Tena no
tuviera ninguna hermana.
-Pues Carlos nos hizo una entrevista en “Popgrama” un programa de
televisión que tenía con Diego Manrique.
Finjo acordarme de aquel programa, pero la verdad es
que mi memoria no da para tanto.
-Ese mismo año, o quizá el siguiente, en 1977, organicé la primera
exposición madrileña del cómic Marginal y undergraund español. Todo un
acontecimiento. Con Ceesepe, Pejo y Montxo Algora, Hortelano y conmigo como
comisario de la expo.
-Por curiosidad, ¿cuál era el nombre de la exposición? –pregunto
esperando una respuesta punki.
-Tenía un nombre bastante normalito: “Exposición del comix rockero y
calentón”
-Sí, ahí estuvisteis muy comedidos... ¿tomasteis mucho café ese día?
Cartel dibujado por Marcos Carrasco para la primera exposición del comix, comisariada por él mismo. Madrid, 1977
En este momento aparece Angus, el perro de Marcos, un
snauzer bajito con cara de cachondo, que naturalmente se llama así por el
cantante del grupo AC/DC. Le sobo los lomos con profusión, le rasco detrás de
las orejas y ya es imposible seguir con la entrevista, hasta que Marcos impone
orden. Parece mentira que un perro que se llama como el cantante del grupo más
heavy, obedezca a la primera.
Marcos retoma la historia.
-Ya teníamos lo que queríamos, habíamos pasado de tener un cómic
marginal publicado en fotocopiadora y cosido con grapas a tener una editorial
detrás de nosotros. Juan José
Fernández también reclutó al Hortelano, Nazario, Pejo, gente de
Valencia, de Galicia...
Angus trata de llamar mi atención de nuevo, pero me
mantengo firme sin rascarlo. No quiero distraer a Marcos.
-Ceesepe era el puente entre
Barcelona, mucho más activa en este mundo, y Madrid. Nosotros viajábamos mucho
a Barcelona para estar con la gente de allí. Conocimos a Mariscal a los hermanos
Farriol, Martí, Roger..., yo iba con Ceesepe y nos entrevistábamos con toda la
gente de allí, ellos nos llevaban la delantera con las publicaciones de El
Rollo, Nasti de Plasti, De Qvommic, El Sidecar, Picadura Selecta, Piraña
Divina, Purita, Catalina… Javier Mariscal nos explicó la técnica de la
cuatricromía, como se convertía el color..., por cierto en aquella época él
hacia un cómic con unos ratoncitos, Los
Garriris, que tenían el morro afiladillo y que fue la base claramente para
su famoso Coby.
Marcos empieza a enseñarme páginas de dibujos de
forma aleatoria mientras su mente se pira muchos años atrás.
-Era una época en que yo iba a casa de
Ceesepe y él a la mía a escuchar música. Era el año que salió el disco The dark side of the moon de Pink Floyd,
¿te acuerdas?
-Sí, yo también lo fumaba, perdón, lo escuchaba casi todas las tardes.
-Frank Zappa...
-En el concierto que dio Frank Zappa en Madrid se armó una buena...
-Sí, fue porque un gilipollas, que siempre tiene que haber, tiró un
ladrillo a los grises. Aún no había entrado la gente, todo el mundo estaba en
la cola y no había escapatoria... se pusieron las botas a repartir.
-Nunca se las quitaban. Yo creo que los grises hacían todo con sus
botas. Iban a la playa con botas, dormían con botas, paseaban al perro con
botas...
-Si, es que en chanclas impondrían menos.
Reímos unos segundos la tontería y enseguida Marcos
vuelve a conectar la máquina del tiempo.
Recreación, por Marcos Carrasco, del kiosco de Cascorro, con Ceesepe, Alberto García Alix con su cámara, a la izquierda, y El hortelano, vestido de mili a la derecha, que se sorprende al ver que Marcos y Ceesepe son muy diferentes a como imaginó.
-Al poco tiempo, empezó a desfilar gente
por Cascorro Factory mucha gente vinculada al arte, Jesús Ordovás, Carlos Tena,
Montxho Algora que decoró el famoso Bar de Malasaña, La Vía Láctea –el único de
la época que manejaba el aerógrafo-..., por cierto, un día aparece por allí,
vestido de militar, El Hortelano, sin conocernos ni a Ceesepe ni a mí. Estaba
haciendo la mili, y se presenta allí una tarde, en el kiosco, y nos dice que le
gustaría conocer a la gente que hace cómic underground, que quiere conocer a
Ceesepe y a Carrasco..., y le decimos, pues mira precisamente los tienes
delante de ti. Creo que se llevó una gran decepción pues esperaba encontrarse con
lustrosos artistas de estupendo aspecto y francamente nuestras pintas no era lo
mejor que teníamos. El glamour no era nuestro fuerte. Total, que entonces
también se sumó al grupo. Tanto que se vino a vivir al piso del Paseo Imperial,
que había alquilado mi amigo Ceesepe y en el que yo también vivía después de
haber roto lazos con mi hogar familiar. En fin, lo típico.
-Sí, muy típico.
-Allí se gestaron muchos cómics, hacíamos los originales para la revista
Star, por ejemplo. Entonces también con el paso del tiempo apareció por allí el
fotógrafo Alberto García Alix, un artista con el que congenié desde el
principio, aunque él no vivía en el piso, sino
que vivía en su propia casa que estaba muy cerca. También hizo su aparición
posteriormente en Paseo Imperial, sin llegar a vivir en ella, Oukalele, aunque
ella no se acuerda de mí, ni yo de ella, por cierto. Nos debimos cruzar
fugazmente en aquel entonces. En la actualidad somos muy buenos amigos.
Marcos Carrasco retratado por Ceesepe en el piso de la calle Imperial. 1976
-Pero tú te despegaste de aquello en algún momento...
-Sí, verás, yo regresé a casa de mis padres en el 76 o 77, y me hice un
chico bueno porque quería hacer Bellas Artes. La falta de recursos, las
penurias económicas y el riesgo de estar expuesto a las redadas policiales por
la gente marginal que deambulaba por el piso, me llevó a tomar esa decisión. Lo
del cómic, por otra parte, no lo veía yo como un fin, sino como una etapa
dentro de los planes que yo tenía como artista. Antes de matricularme en la
facultad me di un porrazo en coche que casi me mato, pero esa es otra historia.
Allí aprendí mucho, en la facultad no en el hospital, incluso empecé el
doctorado, hice los dos primeros años y lo dejé, primero porque mi tutor era un
capullo y segundo porque empecé a trabajar en publicidad como director de arte.
Marcos mira la carpeta plagada de dibujos con cierta nostalgia antes de continuar con su historia, que tiene algo de historieta, como sus cómics.
Fotos tomadas por Oukalele en el Paseo Imperial. Se ve a Ceesepe, Alix, Hortelano. En la foto de la derecha se puede leer Cascorro Factory
Marcos mira la carpeta plagada de dibujos con cierta nostalgia antes de continuar con su historia, que tiene algo de historieta, como sus cómics.
-Mi trabajo como creativo publicitario lo
recuerdo con mucho cariño, hice muy buenos amigos, lo pasaba muy bien, y me
permitía pintar, mi gran pasión. Hoy día, la publicidad me sigue pagando muchas
gambas.
-¿Podemos decir entonces, que aquel fue el inicio de tu desaparición de
la escena de Cascorro Factory?
-Sí, cuando me fui de la casa del Paseo Imperial, perdí el vínculo con
El Hortelano, con Alberto García Alix y con Ceesepe. Era una etapa que di por
terminada. Alberto García Alix compró mi parte, eso creo por lo que me ha dicho
después, sé que siguieron con el kiosco del rastro durante un tiempo, y... poco
más, el final de Cascorro Factory lo desconozco.
Marcos hace una pausa buscando en la memoria algo más
sobre el final del movimiento del que él formó parte de manera muy importante.
-También, he de reconocer, que yo me alejé, como te he mencionado antes,
porque era bastante peligroso, la policía no paraba de molestar, se pasaban
penurias, redadas, también por asunto de drogas pues en el piso iba gente de
todo tipo y algunos muy raros, ya sabes... algo parecido le pasó a Mariscal en
Barcelona, que tuvo que huir a Ibiza porque le relacionaron con asuntos de
tinte subversivo.
-Es decir, que un comix, era considerado material subversivo.
-Pues sí. Luego, además, yo me tuve que ir a la mili, de modo que perdí
totalmente la conexión. Y el accidente, no olvidemos el accidente de coche que
me mandó casi un año a la cama sin poder levantarme. Ceesepe venía a verme y se
sorprendía de ver que yo seguía dibujando, completamente tumbado, sin poder
moverme, boca arriba, sujetando el block en el aire con una mano, y con la otra
dibujando. Sin apoyarme en ningún sitio, claro. Ahora no sería capaz.
-Menos, si usas el ordenador.
-Cuando entré en Bellas artes –ni caso a mi broma-, iba con un corsé con
el que apenas podía andar, pero yo quería hacerme pintor, el cómic se me había
quedado pequeño. Luego, tanto Ceesepe, Hortelano como Mariscal también se
vuelcan en la pintura y abandonan el cómic, pero cuatro años más tarde de que
lo hiciera yo. Paralelamente participaba con mis ilustraciones en La Luna de Madrid, que la dirigía Borja
Casani, familiar de los que fundaron la galería Moriarty por aquella época,
y en Madrid me mata de Oscar Marine Brandi.
-Tengo una pregunta más general, Marcos. ¿Cómo crees que influyó
Cascorro Factory, si es que tuvo alguna influencia, en todo lo que vino a
continuación, en la estética de La Movida, por ejemplo, que tenía una
personalidad muy bien definida?
-Por supuesto que influyó, la transición se hizo a base de pequeñas
cosas, o grandes, que iban todas en la misma dirección sumándose sus efectos.
Nosotros dábamos testimonio de la época, éramos una especie de cronistas del
momento y había una retroalimentación entre lo que hacían unos y hacían otros.
El resultado es una estética común que marca una época que a su vez vino
determinada por las condiciones sociopolíticas del momento. El arte siempre ha
sido sensible a lo que sucede a su alrededor, no puede ser de otra manera
–habla sin pausas, entusiasmado-. Cascorro Factory retrataba la forma de vivir
del momento, la forma de divertirse, de pensar... esa explosión después de la
dictadura que invadía todo. Cascorro Factory creció en ese ambiente como crecen
las setas con la humedad, pero no éramos la única seta.
-Bueno de setas no teníais nada, os lo pasabais genial.
-Sí, y también las pasábamos canutas, estábamos siempre a la última
pregunta, al margen de otros disgustos de naturaleza muy distinta.
Prefiero no indagar en la naturaleza de los otros
disgustos.
-Tú ahora eres un pintor maduro con una trayectoria profesional
importante, con exposiciones nacionales e internacionales, y una obra
consolidada con carácter que mantiene una personalidad única, aunque la
evolución forme parte ineludible de tu historia como artista, ¿cómo ha influido
la etapa que pasaste en Cascorro Factory en lo que haces ahora?
-Me ha influido muchísimo. Por ejemplo fíjate en la figura humana, es el
centro de mi obra, y la expresividad que tiene creo que sería diferente de no
haber tratado el cuerpo humano durante tanto tiempo, simplemente en dibujos.
Me fijo y me fijo en que tiene toda la razón, su
figurativismo está impregnado de ese “toque” que da la ilustración.
-Tengo una pregunta molesta, Marcos. Cuando se habla o se leen cosas
sobre aquella época, de Cascorro Factory y aquellos inicios, salen nombres como
Ceesepe, El Hortelano, García Alix, Mariscal... pero no sale Marcos Carrasco.
¿Te sientes maltratado por los historiadores?
-Vamos a ver, la historia es la que es y no la va a cambiar ningún
historiador. Mi nombre no sale, pero yo estuve allí, dejé de estar porque fue
mi decisión, nadie trató de echarme. Llegó un momento en que el cómic se me
quedó muy corto y quería más, quería formarme como pintor, escultor,
estampador... artista total, no solo ilustrador. Y eso es exactamente lo que
hice, y lo hice porque quise. De modo que no, no me siento maltratado por
nadie. Mi paso por Cascorro Factory y La Movida, fue eso, un paso, nunca lo
contemplé como opción para quedarme, yo tenía otros planes de futuro.
-Buena elección, Marcos, y dado que tengo
bastantes cuadros tuyos, solo tengo que agradecer que te pasaras a la pintura.
Me gustan los cómics pero para poner en las paredes me gustan más los cuadros.
Todo esto lo digo señalando los cuadros que Marcos
tiene en su casa que representan distintas etapas de su trayectoria.
Miro el reloj y veo que se me ha pasado el tiempo
volando, llevamos hablando exactamente 54 minutos. No puedo desaprovechar la ocasión de tener delante de
mí a un pintor moderno, con un gran bagaje como artista desde hace la
intemerata de tiempo y formado dentro de los cánones estrictos de Bellas Artes,
para hacerle una pregunta encaminada a los jóvenes artistas que empiezan.
Dado que a mí también me gusta hablar, planteo la
cuestión a mi manera, es decir, enrollándome.
-Has mencionado, incluso has puesto énfasis, en que las coordenadas
políticas y sociales del momento favorecieron el surgimiento de este
movimiento. Era el caldo de cultivo propicio para una transgresión justificada,
la explosión después de tanto tiempo de limitaciones. Si tú miras el momento
actual, que ya sabemos que no tiene absolutamente nada que ver, observas que la
juventud está sumida en una especie de sopor malsano, incluso yo diría que
están afectados de cierta molicie, todo muy distante de aquellos tiempos del
kiosco del Rastro. ¿Cuál es tu análisis de lo que pasa y qué les dirías a los
jóvenes artistas de hoy?
Marcos toma aire antes de responder. Lo va a
necesitar.
-Mira, un ser humano no se mueve si no tiene necesidad. Si estás
sometido a presión, reaccionas, pero si te faltan estímulos te quedas donde
estás. Es el principio del mínimo consumo de energía. Nosotros nos
encontrábamos con una presión enorme, la censura, las prohibiciones, los
maderos..., realmente nosotros asistimos a un Renacimiento, teníamos que
quitarnos el corsé de la Edad Media. Era un movimiento grupal, y aunque cada
artista tenía su propia independencia y su estilo propio, se funcionaba como
grupo. Ahora, hay expresiones individuales, aisladas, pero no existe conexión,
es decir no hay lo que se llama un “movimiento”. Cascorro Factory funcionaba como
en su momento funcionó El Equipo Crónica o El Paso..., Canogar, Feito,
Millares, Saura.... cada uno era totalmente diferente al otro pero juntos
funcionaban de forma reconocida como un grupo que tenía los mismos estímulos y
los mismos objetivos y las mismas ganas de hacer cosas. Me preguntas qué les
diría yo a los jóvenes artistas, pues les diría que tienen la obligación de
crear su propia línea expresiva y no aceptar los modelos que les han precedido.
Es obligación del arte y no pueden faltar a esa obligación si quieren llamarse
artistas.
Marcos Carrasco en la actualidad y por duplicado
Angus mira a Marcos como sí él también estuviera de
acuerdo con todo lo que ahí se ha dicho. Yo hago el gesto de quitarme el
sombrero y doy por terminada esta agradable conversación con uno de los
artistas que participaron en la Transición, que con sus historietas de tebeo
consiguió que la historia cambiara de una vez en este país, que ya iba siendo
hora.
Le doy las gracias y me dejo invitar a una cerveza
fría que acompaña con unas patatas fritas, de las que parte da cuenta Angus.
No tiene nada de extraño que desconocieras tan profundamente la existencia de Cascorro Factory, aunque fueras muy aficionado al cómic. Yo también lo era y tampoco tenía ni idea hasta que por casualidad cayó en mis manos un libro de Patricia Mayayo y Jorge Luis Marzo, con el sugerente título de "Arte en España, 1939-2015" que dedica unas páginas a este movimiento. Y lo que es la casualidad de la vida, un día cenando en casa de Marcos, lo comenté y él me dijo que había formado parte del movimiento como cofundador. El resto ya lo sabes.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. (¿Así que eras Zappaniano.... mmmmm, ya te veo yo venir ;-))))))))
Hola, excelente trabajo sobre Cascorro Factory aunque echo de menos que hables de Agust, mi tío y otro de los que forman parte de esta aventura, te agradeceré que hables de él ya que aparece en la fotos y vivía allí y creaba como ilustrador grandes obras y enseñó a otros tantos a tocar instrumentos para dar vida a las canciones de la época saludos
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