domingo, 14 de octubre de 2018

Zona de confort







Últimamente se está poniendo de moda entre mis amigos echarme broncas. Que conste que me importa tanto como que se pongan de acuerdo en regalarme corbatas, tanto caso voy a hacer a las unas como a las otras. Lo misterioso del asunto es que todos encuentran el mismo motivo sobre el que abroncarme. Siguiendo con el símil anterior es como si cada uno me regalara la misma corbata verde con topitos amarillos sin ninguna variación entre una y otra. Un tedio.
Mi sensación es que quedaron para cenar un día en que yo no podía asistir, o lo más probable, que organizaran la cena sin ninguna intención de invitarme, y a los postres, después de hablar de lo mal que está el mundo hablaran de lo mal que estoy yo y como son amigos míos, decidieran advertirme del peligro en que unánimemente me veían. Muy de agradecer, sin ninguna duda, pero una pérdida de tiempo, pues el motivo de la bronca es inaceptable. Me echan en cara, y ahora viene lo bueno, que no salgo de “mi zona de confort”. Para empezar, ¿qué tiene de malo encontrarse a gusto? ¿Dónde radica exactamente el error de que alguien esté en “su zona de confort”?  Yo creo que esto se debe a nuestra educación judeocristiana donde el dolor es el premio, el sacrificio el medio y el gozo un pecado. Pero no soy el único al que sus amigos le aconsejan que salga de su “zona de confort”, ahora es toda una moda; vaya manía más tonta. Porque vamos a ver, ¿qué significa que tienes que salir de tu “zona de confort”? La cosa no está nada clara, yo me imagino que es como si a un guitarrista le dijeran: vale, esos punteos son gloria bendita, pero lo que tienes que hacer es tocar el oboe. Ya pero es que yo no tengo ni idea de tocar el oboe, diría el guitarrista, a lo que enseguida sus amigos le replicarían, pues así no vas a progresar, mientras no salgas de tu zona de confort, que es tocar la guitarra, no vas a conseguir nada en este mundo. Y si el guitarrista carece de la suficiente fuerza de carácter, dejaría su guitarra, con la que se encuentra la mar de bien y empezaría a tocar el oboe hasta que sus labios tumefactos le recordaran que efectivamente ya no está en “su zona de confort”. Luego los amigos que le aconsejaron lo que tenían que hacer, cuando le vieran hecho un desgraciado con los morros como el culo de una mona, comentarían entre ellos: “bueno, al menos lo hemos intentado”.



3 comentarios:

  1. Creo que el ejemplo que utilizas no es correcto. Abandonar la zona de confort no sería que el guitarrista se pasara al oboe. Mas bien sería un guitarrista que sólo tocara "Los pajaritos" o "Palomitas de maíz" y al que se le aconsejara que intentara tocar "El concierto de Aranjuez". Abandonar la zona de confort es no limitarte a hacer lo que sabes hacer e intentar hacer algo más complejo. En el fondo es sencillamente superación. A mi modo de ver es un buen consejo... Pero, claro, yo soy amigo tuyo :-)

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  2. No existe ningún guitarrista cuyo repertorio conste de una única canción. El esfuerzo por aprender a tocar la guitarra merece rentabilizarlo, si no con la perfección técnica, al menos con la variedad. Ya sé que eres reacio a mis conciertos, pero he incorporado nuevas piezas que te harán salir corriendo de la habitación en cuanto veas que una guitarra se pone a mi alcance. Avisado quedas.

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  3. pues ya deberían saberlo ;-)) ... Gracias Joaquín.

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