Hay que ver la cantidad de cosas que se nos olvidó
preguntar en su momento cuando estábamos en el cole. A mí, por lo menos.
Recuerdo una en particular que iba dirigida a dos profesores, al de literatura
y al de historia, y que por mi mala cabeza al final no se la hice a ninguno de
los dos. Una lástima porque terminé el bachiller sin resolver la duda; luego
entré en la universidad pero ya no era el momento pues en mi carrera no había
ningún profesor que diera literatura o historia, y más tarde la vida, esa gran
maestra que enseña de todo, precisamente de lo mío, nada.
La pregunta que tenía entonces, me vuelve ahora a la
cabeza. ¿Por qué estaban tan deprimidos los escritores ensayistas y poetas
españoles de la generación del 98? Sí, la respuesta de libro ya me la sé,
claro, lo de las pérdidas de Puerto Rico, Cuba, Filipinas… una lástima sí, pero
a mí no me entraba en la cabeza que por perder unos territorios que en el fondo
ya eran ajenos a nosotros, anduvieran todos sin levantar cabeza. Tenía que
haber algo más y de eso me acabo de dar cuenta ahora. Por comparación. Azorín,
los Baroja, los Machado, Menéndez Pidal, Blasco Ibáñez, Arniches, Villaespesa,
Maeztu, Unamuno, Gavinet, Benavente, Valle Inclán, Juan Ramón Jiménez, Gabriel
y Galán, los Álvarez Quintero… eran personas con un gran sentido de la decencia
y sabían que la depresión es una disposición intelectual necesaria y ejemplar
cuando no se puede hacer otra cosa. Su depresión no se debía al hecho de las
derrotas contra los americanos como nos decían los libros, sino por verse parte de un país podrido por
tanta mezquindad. Se encontraban en una España asolada por una crisis moral,
política y social. Un país
dominado, sin llegar a los límites actuales, por la vulgaridad y la
mediocridad. Ahora estamos peor todavía, pues además tenemos que añadir los
mayores casos de corrupción de toda nuestra historia, el saqueo sin medida, la
mentira como norma, fiscales comprados, jueces vendidos, políticos que no solo
son ineptos también embusteros; manipuladores y separatistas aunque sepan que
ni siquiera les respalda la mitad de la población ¿qué más da? Rescates a los
bancos, amnistías a los defraudadores, libertad a los que deberían estar entre
rejas, privilegios continuados, obras que se pagan pero no se construyen, obras
que se pagan se construyen pero no valen para nada y nadie usa. Periodistas que
ignoran cómo expresarse en medios públicos, faltones y palabroteros, prensa
sectaria, sociedad con unos niveles de desigualdad que nos devuelven a momentos
que ya habíamos superado hacía tiempo, juventud maleducada, adolescentes
maleducados, viejos maleducados,
niños maleducados, padres encantados con que sus hijos sean así porque ellos también lo son…, y sin embargo todo el mundo está como si nos
acabara de tocar la lotería. Con el fútbol, ya es suficiente. Y cada vez más
fútbol y cada vez menos de lo demás. Y nadie, absolutamente nadie se deprime,
una vez más el triunfo de la pandereta.
Actualmente todo el mundo está enloquecido con un
puto autobús que todavía no sé qué
tiene para merecer ser portada de todos los periódicos durante los últimos diez
días y ocupar todos los noticieros de todas las cadenas. Por no hablar de su
repercusión en las RRSS y la cantidad de chistes que ha inspirado. No hay
personaje destacado que no haya dicho algo, algunos realmente indignados, sobre
el puto autobús…, y mientras tanto la casa sin barrer. ¿Pero nos hemos vuelto
idiotas?
Me temo que sí, que eso es lo que pasa, que nos hemos
vuelto idiotas.
Al menos, tengamos como nuestros abuelos del 98, la
decencia de deprimirnos.
Para deprimirnos como aquellos venerables, sería necesaria su talla intelectual, moral y ética. Lo que, para mayor depresión, ha seguido una progresión proporcionalmente inversa a la de los motivos de la suya que tan certeramente expones... Me deprime, aunque es inútil.
ResponderEliminargracias por deprimirte. Sabía que podía contar con tu depresión.
Eliminaracertado de pleno. Gracias
ResponderEliminarpues lo celebro.
EliminarTe indignas demasiado. Y no es que no haya motivos; es que indignarse, sólo, no vale para nada, salvo para estropearte las digestiones y agriarte el carácter.
ResponderEliminares una actitud intelectual, no significa que necesite prozac ni calmantes, de modo que mis digestiones están a salvo y mi caracter será el de un viejo huraño como siempre.
Eliminarhuraño ermitaño cabrón, especifico.
EliminarMe quedo con la pregunta "¿Pero nos hemos vuelto idiotas?". Porque, aunque no lo parezca, es una deducción bastante positiva: da por sentado el hecho de que alguna vez no lo fuimos. Y, repasando por encima la historia, no estoy yo tan seguro de eso. Quizá, y como conclusión alternativa, nos podríamos preguntar "¿hemos sido en alguna ocasión algo más que unos idiotas?". Pero si ya estas depre con tu pregunta, ni se te ocurra cambiarla. Mira cómo acabé yo, en manos de psicólogos...
ResponderEliminartu visión Mazcota siempre es de lo más aguda y en este caso con su lado positivo.
EliminarSupongo que volverías locos a tus pobres sicólogos jajajaja