Hace muchos años, exactamente 9, yo trabajé como director
creativo en una campaña publicitaria del Ministerio de Cultura contra la
piratería. La campaña constaba de tres spots para TV, además de distintas
piezas de publicidad exterior, revistas, prensa y una acción online que
consistía en una especie de concurso con testimonios sobre la piratería. Yo he
trabajado en campañas para Renault, Volvo, detergentes Ariel, más blanco no se
puede, refrescos, alimentos congelados… he participado en campañas ganadoras alguna
con un premio internacional, y otras que sin ser la bomba han cumplido con las
expectativas del cliente, pero tengo que decir que jamás he trabajado en ninguna con tantas críticas recibidas como
la mencionada de hace 9 años contra la piratería. Se dijo de todo para
denigrarla: que mostraba las mentiras más difundidas sobre la propiedad
intelectual, que quién se podía creer que bajar archivos de Internet fuera un
robo, que era lo más ridículo que habían visto, que si en eso se gastaba el
dinero el Ministerio de Cultura más valía que se fueran todos a fumar porros a
la playa (que por cierto no veo por qué tiene que ser una cosa o la otra)…
naturalmente quién decía todo esto eran los que participaban de la piratería,
bien beneficiándose de bajar archivos de la Red para su uso particular o bien
siendo el webmaster de los portales piratas que no paraban de traficar
información. España, creo recordar, era el país con mayor número de bajadas
ilegales en toda Europa (ignoro el ranking actual). Todo un mérito ganado con
el sudor del trabajo de los demás.
He de confesar que hasta ese momento yo no fui
plenamente consciente de que las descargas ilegales implican que estás robando
algo a alguien, de hecho, yo también participaba de la juerga. Por eso era
necesaria esa campaña de divulgación emprendida por el Ministerio de Cultura
dirigido por César Antonio Molina, para que zoquetes como yo nos diéramos cuenta
de que robar está pero que muy feo. En mi caso caló plenamente el mensaje que
yo mismo redacté y jamás he vuelto a descargar ningún contenido de forma
pirata.
Lo que
yo no sabía entonces es que años más tarde volvería a ser protagonista de la
piratería, en esta ocasión como víctima, pues uno de mis libros, El Astrofísico que era poeta y otras cosas
peores, está a disposición libre en un portal pirata, junto con otros
cientos de títulos. Se ve que no hice del todo bien mi trabajo entonces y ahora
lo estoy pagando en mis propias carnes. Y me duele mucho más por los otros
escritores que por mí mismo, no porque vaya de colega ideal sino porque en mi
caso me roban muy poco pero hay cientos, miles de escritores que viven de su
trabajo que sí se ven profundamente afectados porque les roben todos los días
unos cuantos libros.
Me he sumado a la iniciativa de un nutrido grupo de
escritores coordinada para que hoy bajo el título “escribir es mi trabajo”,
difundamos en nuestros blogs el mensaje de que cada vez que alguien se baja un
libro de forma pirata, le está robando al autor, al editor, a la librería, al
distribuidor, al maquetador, al corrector, al diseñador de portada… está
robando a mucha gente, no solo a ese pedante escritor rico y poderoso.
Ahora, hay un bloguero, que está difundiendo enlaces
a páginas piratas para que la costumbre de robar libros no decaiga. Espero que
mi pequeña contribución contribuya a neutralizar su mala acción.
Gracias y siento la chapa que he soltado porque
además sé que entre los lectores de La
Tertulia Perezosa, no hay ninguno que piratee libros, y en caso de que
hubiera alguno, ahora le habrá pasado lo que a mí en 2008, que no lo volverá a
hacer convencido de que perjudica a muchas personas que viven de los libros.
Gracias de nuevo, amigos.
Por cierto, quien quiera alguno de los míos (libros), solo tiene que pinchar en la portada del que prefiera, justo a la derecha. Irá directamente a la página de la editorial y a partir de ahí, yo ya no tengo nada que ver.
Así se habla.
ResponderEliminargracias maestro
ResponderEliminarUn tema peliagudo. Y no lo digo porque opine de forma distinta, ya que cualquier persona sensata condenará la tropelía que se comete en este país con los libros, las películas y la música. Pero quisiera hacer una reflexión, aunque probablemente no venga a cuento.
ResponderEliminarComo casi todo lo que sucede en una región, es derivado de nuestra educación y cultura. Sabemos que está mal piratear, robar, evadir impuestos, el nepotismo, la corrupción... y aún así son prácticas que continúan en pleno auge. Casar nuestra idiosincrasia con la legalidad muchas veces parece tarea imposible; y las sanciones no parecen causar el efecto disuasorio que todos desearíamos. Sin embargo, últimamente veo a la industria de la cultura y el entretenimiento haciendo algo más que interponer denuncias. Por fin han llegado las plataformas para ver series y películas (Netflix, Amazon, etc...), existe Spotify para escuchar música y hay webs especializadas en la venta de libros electrónicos, aunque este último formato no acabe de sustituir al libro tradicional. Todas estas opciones a un precio más que razonable. Y creo que ese es el camino a seguir para, al menos, reducir la piratería: seducir al consumidor, convencerlo. No decirle que es mala persona, por mucho que esa apreciación se acerque a la verdad, porque el defraudador se puede sentir marginado, en un bando opuesto. Hay que ganarlo para la causa. Y, por muy absurdo que parezca, pueden verse apartados y despreciados. Y entonces, aunque sea con argumentos absurdos, se enquistarán en su forma de actuar. Hay que captar a los piratas, hacerles ver lo positivo de pagar por consumir, no lo negativo de su desfalco. Han de querer participar. Como diría el encantador de perros, "estímulos positivos".
Todo lo que tengo que decirte se resume en una frase: estoy de acuerdo, Mazcota, tienes razón.
EliminarPues ya está. Good point, como diría un colega mío de profesión.
Estoy de acuerdo, claro. Pero quizá haya que adaptarse a las tecnologías actuales y buscar una nueva fórmula que sea más justa en el porcentaje que se reserva al autor (y no ese ridículo 10%) y abarate el precio del producto. ¿Cómo? Eliminando intermediarios.
ResponderEliminarPiratear no, pero lo que se cobra por los ebooks también me parece una estafa. Hay que luchar contra la picaresca, pero contra la de todos, usuarios y comerciantes.