Esta mañana he ido a una exposición decepcionante y
al mismo tiempo reveladora. Se trata de la exposición que hay en la Casa del
Lector en el Matadero de Madrid, de Eric Fonteneau, sobre la obra de Julio
Verne. Decepcionante porque yo esperaba muchísimo más, pero eso es culpa mía
pues supuse que vería calamares gigantes, podría visitar el camarote del
Capitán Grant, ver la barquilla del globo de Viaje en ochenta días, besar la mano de Auda… en fin ese tipo de
cosas que uno se imagina cuando lee que la cosa va de Julio Verne, pero, claro,
la cosa iba de Eric Fonteneau, artista gráfico francés, por tanto, la culpa es
solo mía por no fijarme.
Vale, esta es la parte decepcionante, ¿y la
reveladora? La reveladora es, sencillamente la bomba, un hallazgo de tal magnitud
que puede revolucionar el mundo de la literatura. Resulta que en la exposición
había material prestado por el Musee Jules Verne de Nantes, y entre las piezas
prestadas se encuentran manuscritos originales de Julio Verne de algunas de sus
novelas. Hojas escritas de su puño y letra, con sus correcciones, tachaduras,
borrones, anotaciones al margen hechas a lápiz. Es imposible quedarse
indiferente contemplando esos documentos venerables, yo al menos, he sentido una emoción que ha justificado estar
más de media hora intentando aparcar el coche para ver la exposición. Claro,
que aún no he llegado a la parte reveladora.
La letra de los manuscritos es muy bonita, ordenada y
sorprendentemente uniforme. Parece hecha con plantilla. Hay manuscritos que se
pueden leer perfectamente, a pesar de que la letra es muy pequeña, pero… la
letra cada vez es menor. Sí, algunas hojas tienen un tamaño de letra, aunque
prolija y bien trazada, tan excesivamente pequeña que es imposible descifrar
una sola palabra. ¿Vais, entendiendo ya cual es la revelación? ¿No? Pues yo lo
veo clarísimo. Esta es mi teoría: Julio Verne le pasa los manuscritos al
linotipista que empieza colocando los tipos en las planchas sin ningún
problema, pero poco a poco se va dando cuenta de que es imposible descifrar lo
que el gran maestro ha escrito, de modo que como es un linotipista vergonzoso,
en vez de llamar al escritor para preguntarle qué narices pone ahí, se lo
inventa. A partir de cierto momento, todo lo que pone es el fruto de su
imaginación. Luego, una vez publicada la novela, Julio Verne la lee y se da
cuenta de que es buenísima, entonces ¿qué hace? Pues lo cómodo: a partir de ese
momento le pasa a su linotipista manuscritos con solo las tres o cuatro
primeras páginas perfectamente legibles, y el resto con su letra de mosca, de
modo que el linotipista, una y otra vez, se ve en la obligación de continuar
cada novela lo mejor que puede, con el resultado que ya todos conocemos.
¿No es revelador?
Ana Rosa ya lo sabía ;O)
ResponderEliminarSí, jaja, creó escuela.
EliminarAhora entiendo por qué todas sus novelas empiezan tan flojitas y remontan el vuelo a partir de esas primeras páginas. Seguro que ese tal Verne era de descendencia española. Aquí siempre se ha dicho que lo importante no es saber mucho, sino rodearte de personas que sepan.
ResponderEliminary como dice Silver 8 , seguro que es ascendencia de Ana Rosa..;-))
Eliminarpues ahora que lo dices, seguro que eso mismo le pasaba a la mitad de los escritores de entonces, porque desentrañar la letra de algunos ten´ia que ser un trabajo improbo para los linotipistas que preferian llegado un momento inventarse como seguia la novela que tratar de descifrar el manuscrito, entonces el escritorcuando se veia en un aprieto escribia con una letra garrafl para que lo rematara el linotipista. que astutos.
ResponderEliminarSí, ahora ya ni siquiera te corrigen las faltas de ortografía.
EliminarLinotipista..., ¿no son los médicos que te curan cuando te da una linotipia?
ResponderEliminarMe parece que los confundes con los médicos que te corrigen los lípidos. Si te da una linotipia, según donde te de, mal asunto ;-))
EliminarEn mi primer año de profe había una enorme aspirante a maestra cuya letra tenía un tamaño inversamente proporcional al de su autora. A partir de cierto momento, los exámenes se los corregían con lupa. Me gustaría haberlo inventado pero es rigurosamente cierto.
ResponderEliminarsupongo que sería un trabajo ímprobo, en caso de extenderse mucho en las respuestas. En ese caso la mejor solución sería poner exámenes tipo test. ;-))
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