lunes, 22 de junio de 2015

Introspección.



Con este relato inauguro una serie que lleva el título de:


VIDAS BREVES PERO EJEMPLARES (O VICEVERSA)








 La filosofía además de proporcionar herramientas para encontrar la verdad o el sentido de la vida, puede también proporcionar otras que nos destruyan. Eso pensó el amigo de Damián contemplando su cadáver que consistía en un desordenado amasijo de carne, indistinguible y, sobra decirlo, repugnante.
Damián era, mejor dicho, había sido, profesor de filosofía en un instituto pequeño de una ciudad pequeña al que asistían embriones de grandes fracasados. Ninguno de sus alumnos se tomó jamás en serio el estudio, ni de la filosofía ni de ninguna otra asignatura y Damián se sentía responsable de esa falta de interés, pues precisamente, su obligación era transmitir el amor por el saber, al menos eso era lo que significaba filosofía.
Un día decidió revisar qué es lo que estaba haciendo mal, con el fin de corregirlo, y empezó por uno de los principios que él enseñaba:  conócete a ti mismo.
Bien, pensó, me voy a conocer.
En general todos queremos ocultar nuestros defectos a los demás y que solo se vean nuestras virtudes, y para conseguirlo, mejor empezar por engañarnos a nosotros mismos. Cualquier experto en marketing sabe que la mejor manera de vender las cualidades de un producto es creyéndotelas, por eso un alto ejecutivo de la Cocacola fue despedido de forma fulminante cuando le descubrieron bebiendo una Pepsi. Otro caso en el que el exceso de sinceridad se paga muy caro.
¿Y cómo se descubre la verdadera naturaleza de cada uno? Pensó Damián. Pues haciendo un viaje interior, una visión introspectiva, hay que mirar hacia dentro de cada uno de nosotros. Así empezó Damián. Se sentó, cerró los ojos y empezó a mirar su interior. Sin darse cuenta sus globos oculares giraron bruscamente 180 grados y solo vieron nervios, masa encefálica y vasos de sangre. Desde fuera, se podía contemplar un rostro que en lugar de ojos mostraba dos bolas sanguinolentas. Luego, esos ojos querían llegar más profundo, tocar su corazón, y empezó un viaje agotador hacía adentro. De repente la cabeza desapareció entre los hombros en medio de un espantoso crujir de huesos y cartílagos. Damían continúo absorbiéndose a si mismo en su viaje introspectivo y según avanzaba, sonaba como si con la mano revolviéramos un cubo lleno de vísceras. Al cabo de cinco minutos, todo él se había dado la vuelta como un guante mostrando al exterior todo lo que hasta entonces había sido la parte interna de su cuerpo. En particular, resultaba muy desagradable ver los dos riñones que palpitaban descompasadamente hasta que uno de ellos se partió poniendo todo perdido de orín. Una oleada nauseabunda llenó todo el espacio que rodeaba el cuerpo inverso de Damián.

Lo peor de todo, es que no llegó a ver nada, ni a conocerse a sí mismo ni a descubrir qué es lo que había hecho mal. Como consecuencia sus alumnos siguieron sin mostrar interés alguno por nada.






4 comentarios:

  1. Puede que no me creas (yo no lo haría), pero a mí me sucedió una cosa parecida. Al igual que Damián, intenté ver lo que se escondía en mi interior. Pero cuando ya estaba a la altura del esternón ocurrió algo que me dejó aterrado. De entre los dos pulmones, y apartando con la nariz al corazón, salió a mi encuentro un tipo muy feo que no había visto nunca. Me barró el paso y, muy malhumorado, me dijo <<¿Dónde crees que vas?>>. Como podrás imaginar, me llevé un susto de muerte que me hizo recular de inmediato; a tanta velocidad que al sacar la cabeza hice el mismo sonido que una botella de cava al descorcharse. Desde entonces no he querido saber qué es lo que llevo dentro. Y si alguna vez se me ocurre volver a mirar en mi interior, espero al menos poder acabar como Damián.

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    1. ja ja ja ja, espero que ese tipo no te produzca ninguna incomodidad (flatulencias, dolor de riñones, espasmos gástricos...), pero sobre todo que no tengan que operarte, si no, el susto que se iba a dar el cirujano acabaría con él, y como consecuencia tú irías detrás.

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  2. Esto del cirujano con infarto por culpa del hombrecillo interior es una idea genial para otro cuento. Deberías desarrollarlo.

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    1. Es verdad Molina de Tirso, fíjate, las ideas aparecen detrás de los muebles, solo hay que estar atentos. En una agencia de publicidad en la que trabajé teníamos un juego que consistía en imaginar qué cosas podía haber en alguna parte oculta de algo que tuviéramos delante, por ejemplo, en el techo de un armario, luego, el otro participante tenía que desarrollar una historia a partir de lo que había "encontrado" su compañero de juego. Surgían cosas espeluznantes, claro que todos íbamos a eso, pero era muy divertido.

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