La presente historia forma parte del
Ramayana y está basada en un suceso real ocurrido en Occidente. Es de las pocas
manifestaciones de la cultura hindú, e india en general, que tiene un claro
origen en nuestra civilización y lejos de presentarse en el tono épico
normalmente usado en estas obras de carácter religioso o filosófico, usa una
narrativa fresca, casi coloquial, más acorde con la realidad a la que
corresponde el contenido de la historia.
(N.del T.)
Elisa y Luis estaban profundamente enamorados y vivían
juntos, muy juntos, desde que descubrieron que un solo minuto de sus vidas sin
compartir, era un minuto desperdiciado. Cuando hacían el amor lo hacían de
forma lenta, minuciosa, sin dejar un solo centímetro de piel sin que fuera
recorrido por algún beso. Eran extremadamente felices, pero aún así, todos los
días querían serlo aún más. Una vez, Luis, que era insaciable en sus
pretensiones por complacer a Elisa, le preguntó qué necesitaba para que su
dicha fuera completa y alcanzar el Nirvana, el éxtasis completo, la
yuxtaposición con el universo infinito.(1 ) Elisa, que en el fondo tenía un sentido del humor bastante deleznable le dijo
con un mohín que le gustaría tener un PiromioRex, sin saber exactamente que era
un PiromioRex por la sencilla razón de que se acababa de inventar la palabreja.
Luis la miró hipnotizado, pues realmente esperaba que la contestación hubiera sido del
tipo “tengo todo lo que necesito para estar en la gloria, cariño mío” o alguna
frase por el estilo, pero lejos de arredrarse se puso en pie y salió raudo de la habitación, sin
preguntarse qué diantre podía ser un PiromioRex, pero con la clara
determinación de traer uno. Luis, sí, efectivamente, era un imbécil. El caso es
que se prometió, según llamaba al ascensor, que no volvería a su casa hasta
encontrar un PiromioRex, y de los buenos.
Para abreviar la historia, que por mucha paciencia milenaria(2) que nos acompañe no es cuestión de
relatarla en toda su extensión, Luis partió de su casa y no volvió hasta
pasados 15 años. Durante ese tiempo cruzó desiertos, naufragó en embravecidos
mares, atravesó montañas, se despeñó por barrancos abruptos y resecos por un
sol implacable, se sumergió en ríos de aguas turbulentas, fue violado por
turcos enormes y sucios, envenenado por piratas malayos, secuestrado por
contrabandistas, apaleado por criminales, engañado por chinos,... siempre
buscando un PiromioRex para su amada. Al final, derrotado, infeliz y hecho unos
zorros, llegó a su casa. Abrió la puerta Elisa y al verlo en tan lamentable
estado le preparó un baño con sales. Luis confesó que no había conseguido el PiromioRex
y su amada, tomándole la cabeza en el regazo para que descansara se preguntó:
“¿Qué habrá querido decir con que no ha encontrado el PiromioRex?, ¿qué mierda
es un PiromioRex?”.
La historia termina de esta forma, quizá
algo abrupta, pero no se han encontrado documentos que la completen o arrojen
alguna pista sobre qué pasó a continuación. Algunos investigadores de las
teorías expuestas en The
Gravitation, tratan de encontrar alguna conclusión filosófica o moral, pero sin
conseguirlo. O consiguiéndolo muy poco.
A fin de cuentas, dicen, no es lo
nuestro.
Pues vaya ojo tuvo el Hinduismo al ir a fijarse en la historia de este pobre desgraciado. Y encima van y la adoptan para sus creencias. Si este es el intercambio filosófico que nos ha de llevar a compartir conocimientos para que las civilizaciones progresen, apaga y vámonos.
ResponderEliminarYo, como integrante del colectivo de seres humanos occidentales, siempre he esperado que, ya que la nuestra pocas veces ha recogido algo beneficioso, el resto de culturas sí sean lo bastante visionarias como para aprovechar nuestras pocas costumbres positivas. Pero leyendo esta revelación a uno se le quitan las ganas de tener esperanzas en la humanidad.
Dicho esto, y estando seguro de que esta historia del Ramayana se trata de una broma, por muy documentada que parezca (porque lo és, ¿no?), estoy totalmente a favor de cualquier acto de amor; siempre y cuando no sea en perjuicio del sujeto enamorado. Porque la primera persona de la que hay que enamorarse en esta vida es de uno mismo. Y luego, ya si eso, del resto.
Porque poco cariño le profesará ella cuando lo manda a buscar un medicamento, aún no inventado, y deja que su supuesta media naranja vagabundee por esos peligrosos lugares.
P.D. ¿Quién es N. Del T.?
Sí, efectivamente todo es una broma. Es un pequeño disparate con apariencia real que de vez en cuando me permito. Para dar mayor verosimilitud, incluyo N.del T. ( notas del traductor)
ResponderEliminarSon pequeñas debilidades en momentos de baja intensidad. ;-)
esta es la prueba de que las mujeres son caprichosas, inconsecuentes pero que siempre merece la pena volver a ellas ;-))
ResponderEliminarCreo que Mr. Struendo Sonado ha tenido la amabilidad de responder por mí.
Eliminarpara mi es la prueba de que el tal Luis, efectivamente era un imbecil
ResponderEliminarlo dicho, gracias.
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