lunes, 17 de diciembre de 2012

35.137




Los niños de San Ildefonso son, como se dice ahora, una marca. Probablemente sea la marca que más decepciones ha producido a sus usuarios y sin embargo, todos siguen confiando en ella. Hay que ser rarito. Es una marca, que a pesar de que siempre falla, cuanta con una imagen estupenda. Inexplicable. A lo mejor es por culpa de mi abuela. Yo, cuando era pequeño, recuerdo que mi abuela me decía que los niños de San Ildefonso eran muy buenos, los más estudiosos y los más inteligentes, y precisamente por ser tan buenos tenían el privilegio de cantar la lotería el día de Navidad. Yo lo del privilegio no lo veía por ninguna parte, más bien me parecía una pesadez insoportable, pero eso de que estuviera reservado para los más listos acuciaba mi incipiente espíritu competitivo. Por cierto, nuca pasó de ahí. El caso es que lleno de envidia por un lado y de curiosidad por otro, un año me fui directito al salón de sorteos de Loterías y Apuestas del Estado y me hice pasar por un niño de san Ildefonso. Todo resultó mucho más fácil de lo que yo pensaba y enseguida me vi delante de un bombo extrayendo bolas y cantando como podía el número que aparecía en cada una. He de decir que a pesar de que mi voz siempre ha sido un espanto, y desde luego, nada atiplada, no lo hice nada mal. Después de un buen rato de sacar solo pedreas y más pedreas, que ya me tenían aburrido, apareció entre mis infantiles dedos, justo cuando estaba a punto de irme a mi casa, la bola con el premio gordo. La visión me dejó paralizado, mudo, sin respiración y preso de un ataque de nervios. No podía apartar los ojos de aquella bola, a pesar de lo cual pude ver perfectamente a todo el mundo que había en la sala. Estaban unánimemente congelados, nadie movía ni un músculo y todos me miraban entre perplejos y expectantes. Mi reacción no tardó en llegar. Hice algo inesperado, incluso para mí. Me tragué la bola. Sí, ya se que no fue un comportamiento adecuado, pero qué quieres, me faltaba el entrenamiento que todos los niños de San Ildefonso sí habían tenido (estoy convencido de que el entrenamiento que reciben es para evitar que se traguen las bolas).
Aquella vez no hubo gordo de navidad, claro, lo que no impidió que al siguiente año las ventas de décimos volvieran a disparase. Lo dicho, cuentan con un público entregado y da igual lo que le hagas.
Por cierto, como consecuencia de aquel episodio jamás me ha tocado ni siquiera el reintegro. De la misma forma que si te tomas una aspirina se te pasa el dolor de cabeza, si te tragas una bola de lotería con el premio gordo, quedas inmunizado de por vida contra todo tipo de premios. Soy una especie de Obelix de los juegos de azar. Pese a todo, he comprado tres billetes completos del número que aparece arriba. Anda que como salga, vaya risa. 


6 comentarios:

  1. ¿De verdad has comprado 3 billetes de ese número?
    ¿O me he tragado tu bola?

    Ya sabes que soy crédulo, más que gárrulo, así que no me tengas en ascuas que puedo cambiarte un par de décimos por la lotería de mi antigua empresa... (son participaciones, de 2 números, sin recargo).

    Dime lo que sea que necesito la pasta

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    1. No, no es verdad, no llevo ningún billete, ni siquiera una pequeña participación del 35137, pero te voy a contar su historia: ese número es una maldición que me persigue desde mi primera juventud. Era el número al que estaba abonada mi abuela, es decir lo jugaba todos los sorteos que había en el año. Ni que decir tiene que jamás tocó, pero a mí se me quedó grabado para siempre en mi memoria. Una jugarreta del hemisferio izquierdo que se fija en sandeces, sobre todo mi hemisferio izquierdo. El resultado es que cada vez que hay un sorteo de lotería me asalta ese número de forma promiscua y pertinaz sin poder quitármelo de la cabeza. Espero que jamás toque, no es necesario decirlo, pero si lo viera, creo que compraría un par de décimos y te daría con mucho gusto uno de ellos.

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  2. la historia de ese número de tu abuela ya es una historia que tiene su historia. Gracias por tanta historia y tan buenas.

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  3. no he podido evitar mirar si ha tocado la lotería en el 35137, y no. Pero viendo las noticias me he reido imaginándote disfrazado de niño de san ildefonso, ja ja, :-)) Sonia

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    1. Ya me imaginaba yo que no iba a caer en el número de mi abuela. Por cierto, ... esto..., la verdad es que no me disfracé de niño de San Ildefonso, sino de niña. Abrazo.

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