lunes, 3 de diciembre de 2012

Hitos




Tengo un vecino con el que solía jugar al pádel como hace todo el mundo con sus vecinos, pero desde hace un tiempo a esta parte hemos dejado el deporte y ahora nos reunimos para celebrar hitos. Este cambio de rumbo en nuestras relaciones es todo un hito, comentó mi vecino en nuestra primera sesión. Pues es verdad, reconocí decepcionado por no poder echar la revancha de la última partida. Luego le pregunté (la idea de los hitos fue suya), para qué valían los hitos. Al principio me miró sin entender cómo podía haber estado tanto tiempo jugando al pádel con alguien tan burro que no sabía para qué servían los hitos, pero luego cambió su expresión de incredulidad por otra de condescendencia que me hizo sentir mejor. Me explicó que los hitos eran necesarios para marcar las partes gordas de lo que hacemos. Imagínate, me dijo, que de repente toda la humanidad desaparece… porque nos disolvemos en ácido sulfúrico. Pues bien, los grumos que quedarían, esas partes duras que se resisten al ácido, serían los hitos.
Me imaginé mi esqueleto flotando en un caldo burbujeante de ácido y con franqueza, no lo vi como un hito, pero mi vecino es así con los ejemplos. Son siempre malísimos, en cambio, cuando jugábamos al pádel, sus boleas eran temibles. No se puede ser bueno en todo, está claro.
Mi vecino me descubrió (yo jamás lo hubiera imaginado), que existen varios tipos de hitos. El descubrimiento de América es un tipo de hito, o mojón que también se llama, que nadie discute, incluso hay gente que saca conclusiones socioeconómicas de tan importante jalón, que es otro nombre para referirse a los hitos, me dijo. Esos están bien pero los hitos a los que nos vamos a dedicar nosotros es a otros de menor importancia aparente, continuó. Nuestra labor va a ser la de sabuesos en busca de hitos que hayan pasado desapercibidos por su escasa difusión en los medios, pero que pueden tenar enorme trascendencia social.
    -Podemos –me atreví a opinar- celebrar la llegada del turista número tres millones en alguna ciudad del mediterráneo.
    -No, eso es una estupidez enorme. Eres tan malo buscando hitos como jugando al pádel.
Creo que desde entonces odio a mi vecino. Y esto es un hito porque antes me caía bien. Se lo diré la próxima vez que quedemos para celebrar hitos.



8 comentarios:

  1. ja, ja,... eso un tipo de reuniones vecinales que están muy bien mejor que pedir una tacita de sal.

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    1. yo prefiero lo de la tacita, no sabes como se pone de pesado con os hitos...

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  2. Yo me enteré en mi infancia de lo que era un hito por un juego de cartas-sociedad que se llamaba los 1.000 Hitos, y con lo que supe que era lo mismo que los mojones de las carreteras que marcaban los kilómetros, interminables, que faltaban para llegar en el Seiscientos hasta Benidorm y poder bañarnos con nuestros meybas en aquellas playas casi vírgenes entonces. Luego ya no ha quedado ni una sola virgen por esas playas, ni las playas mismas...
    ¿Jugaste alguna vez a los 1.000 Hitos?
    Busca en el Rastro el juego (también vale por internet, si te has hecho internauta) y reta a tu vecino..., lo mismo ganas a algo alguna vez...

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    1. Es curioso que no conozca ese juego, creí que estaba al tanto de todos los que había en mis años mozos. He jugado a cosas rarísimas en casa de nuestro común amigo César, recuerdo uno en el que teníamos que comprar neveras, tostadoras, sofás, etcétera, que a a mí, particularmente, me encantaba. Supongo que sería el más simple y a pesar de eso no recuerdo haber ganado nunca, así que te doy la razón. Como encuentre 1.000 Hitos en mi tienda de juegos arcaicos te retaré a una maratón. Si a esto no gano, después de la experiencia que estoy cogiendo con mi vecino es que soy más paquetón de lo que cabe esperar.

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  3. ¡Coño, qué flash! Me había olvidado completamente de ese juego... Pero sí, por raro que suene, consistía en ambueblar una casa. Era de mis hermanos y yo lo heredé. No recuerdo ni remotamente cómo se jugaba, pero me encantaría volver a hacerlo. Eso sí que es un hito. En este caso, y por recordármelo, un hito de Tito.

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  4. Sí, los muebles eran de cartón que encajaban en huecos troquelados en el tablero. Todo con un aspecto muy sesentero... una joya, hoy, sin duda.

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  5. No, no es el que yo digo.
    Nada de amueblar casas, al menos el mío.
    Se trataba de un juego de 'carretera' ibas avanzando en función de determinadas cartas que marcaban tu progreso en la carretera. Por eso, quizás, se llamaba 1.000 Hitos.
    Saludos y buena semana. Y Feliz Navidad, ya de puestos

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    1. una bonita metáfora de la vida. Y ahora que lo dices, empieza a sonarme.

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