Desde que existe la realidad virtual, que me parece muy bien, cada vez nos fijamos menos en la otra, la realidad... no sé cómo llamarla. Realidad real es una redundancia que no me quiero permitir, de modo que la llamaré, realidad anterior. Pues bien, desde que existe la realidad virtual, cada vez nos fijamos menos en la realidad anterior. Cómo iba diciendo.
Es lógico: las medias de seda dejaron de existir cuando aparecieron las de nylon, y luego las medias de nylon pasaron a la historia cuando llegaron los pantis, cuyo futuro ignoro. Si ampliamos el ámbito de las piernas, que no tenemos por qué hacerlo, a todo el universo, llegamos al punto que decía al principio.
Y no solo nosotros, también las vacas. No me extraña, si yo fuera vaca preferiría, sin dudarlo, vivir en una realidad virtual. Es lo que están haciendo en plan experimental en Rusia. Como las vacas no salen en todo el día del cuchitril dónde viven, las ponen unas gafas de realidad virtual para que se hagan la ilusión de que están en verdes prados, a ver si así, dan más leche. Los visores han sido diseñados, obviamente, para ajustarse a la anatomía de las vacas y proyectan unas imágenes también muy al gusto vacuno.
El resultado supera las expectativas: un aumento del orden de cinco litros de leche por vaca. Exitazo total. A pesar del prometedor futuro para los productores de leche y para las vacas que son las únicas productoras, ya se han alzado otras voces planteando problemas de tipo ético a la utilización de entornos virtuales en animales. Esto sí que es la leche. ¿No se han planteado, antes, problemas de tipo ético sobre la realidad "anterior" de las vacas?
Hay mentiras que merece la pena creerse, porque la mentira nos hace más felices que la verdad. Esto nos puede llegar a pasar a todos, no sólo a las vacas.
Si no fuera porque ya lo han hecho, daba para un capítulo nuevo de Black Mirror. Aún así, me siguen dando mucha pena las vacas en su realidad anterior.