domingo, 11 de septiembre de 2022

Todo tiene explicación

 



Voy a empezar por las patatas, luego pasaré a las naranjas y terminaré con los ajos. El kilo de patatas se paga a los productores a diez y ocho céntimos y el consumidor, por ese mismo kilo, ya manoseado, paga un euro con cuarenta céntimos. Las naranjas, pasan de quince céntimos a un euro con cincuenta, que ya es exprimir al agricultor, y finalmente, los ajos, llegan al supermercado con un incremento del ochocientos por ciento (800%). Son sólo tres ejemplos, y si pongo más, el resultado es que la cesta de la compra ha subido más de un quince por ciento en lo que va de año, según la OCU. Y no me digan que las patatas, las naranjas o los ajos los traemos de Ucrania, porque no cuela.

Todos estamos de cuerdo en que esto es un disparate, tanto si podemos asumir la subida como si no, más de acuerdo están los que no. También, todos estamos de acuerdo en que alguienes, plural de alguien, se está forrando a base de bien con el rollo de la crisis, la guerra, que si patatín que si patatán y que el Pisuerga pasa por Valladolid. Hasta aquí, todos de acuerdo, supongo. Ahora viene lo bueno.

A yolanda Díaz, se le ha ocurrido, al ver que muchas familias lo tienen crudo a la hora de hacer la compra, poner un tope al forramiento de esos alguienes, al menos en los alimentos básicos (leche, huevos, pan, fruta...). El tope a los precios, ha dejado bien claro la vice, jamás sería impuesto por el gobierno, sino que sería el resultado de reuniones y consecuentes acuerdos, entre las grandes distribuidoras y los consumidores. Simplemente eso: un acuerdo, no se trata de la toma del palacio de invierno y nada tienen que temer los empresarios españoles, todos honradísimos y sobre los que no cae ninguna sospecha de aprovechamiento. Esto sólo va dirigido, y las razones son evidentes, a esos cinco o seis grandes distribuidoras que concentran el 50% del mercado.

La idea, aunque parezca original, no lo es. Ya se ha hecho en Francia. Y se ha hecho con los mismos preceptos anunciados en España: dentro de lo razonable y sobre todo, dentro de la ley. Tampoco tiene nada de original la idea, incluso, dentro de nuestro propio país, pues esto ya se hizo con el precio de las mascarillas (no quiero pensar lo que hubiera pasado si no se le hubiera puesto un límite), y también con la bombona de butano.

Vale, pues, ahora viene lo bueno, ¿preparados?

El sesenta y cinco por ciento de los españoles, estamos a favor de limitar los precios de los productos básicos. ¿Sólo el sesenta y cinco por ciento?, nos preguntamos alarmados muchos de nosotros. Pues sí, porque resulta que el ochenta y seis por ciento de los votantes de Vox están en contra (86%), a los que hay que sumar el sesenta y cinco por ciento de los votantes del PP (65%), y también un reducido cinco por ciento de votantes del PSOE (5%). 

Esta negativa por parte de los votantes de Vox y PP generalizada, sólo se explica si todos son propietarios de las cinco grandes distribuidoras de este país, en cuyo caso entendería perfectamente su oposición y nada que decir, o bien... joder, no se me ocurre otra razón.

Pues nada, felicidades a esos votantes de Vox y PP que además son todos  dueños y accionistas de los "oligopolios", y que sepan que los entiendo perfectamente. Cada uno tiene que defender los suyo.


Leoncio López Álvarez

5 comentarios:

  1. Me encanta, mucha mala leche…

    ResponderEliminar
  2. También están en contra porque lo ha propuesto quien lo ha hecho...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esa es una explicación, ciertamente. Es el llamado efecto "halo", las cosas son buenas o malas dependiendo de de quién las propone, no de su bondad o maldad intrínsecas.

      Eliminar