sábado, 5 de febrero de 2022

Juguetes rotos

 


Me gustan los niños que destrozan sus juguetes, tienen algo que reconozco en mí. Yo, cuando era pequeño, no los destrozaba demasiado porque en mi espíritu infantil ya existía el conflicto entre dos visiones del mundo. Por un lado me apetecía practicar el destripe, por curiosidad normalmente, pero al mismo tiempo tener un juguete duradero estaba muy bien porque garantizaba su disfrute durante más tiempo. Siempre me ha acompañado la contradicción, qué le voy a hacer sino asumirla como parte inevitable en el proceso del juicio crítico.

Ser contradictorio no tiene nada malo, al contrario, ser contradictorio te permite ver diferentes puntos de vista sobre las importantes cuestiones que te rodean, mucho mejor que tener sólo uno. Contemplar varias posibilidades simultáneamente es una ventaja frente a cerrarse en una única visión, esto no lo duda nadie, lo malo es estancarse en la mera contemplación sin tomar una decisión, acertada o no. Hay que decantarse.

Las personas que no son contradictorias no tienen este problema, lo tienen clarísimo porque solo ven un lado de la realidad. Eso no es bueno. Tomar una decisión cuando solo contemplas una opción puede ser un problema aún mayor que no tomar ninguna decisión porque te lo sigues pensando. Es decir, que hay dos tipos de personas decididas, las contradictorias y las convencidas. Lo curioso es que tanto las primeras como las segundas se pueden equivocar de la misma forma, por eso nunca se hace esta distinción y se habla siempre de personas decididas, y se habla de ellas como algo estupendo, sin especificar si son decididas por falta de miras o lo son tras un minucioso análisis que sólo el sufrimiento de la contradicción proporciona. Estamos metiendo a estúpidos y listos en el mismo grupo de personas estupendas, qué lamentable injusticia.

Yo, como ser contradictorio confeso, prefiero observar las contradicciones ajenas que las propias, hasta me permito el lujo de aconsejar cuando veo a un colega contradictorio devanarse los sesos sin decidirse por una opción. Cuando llega mi turno me falta esa claridad de miras, y me bloqueo. En estos casos lo mejor que me puede pasar es tener a mi lado a otra persona contradictoria, da igual que sea decidida o no, y que haga conmigo lo mismo que haría yo con ella, es decir, aconsejarme. Otra cosa es que yo le haga caso, eso no lo sabe nadie, menos yo que soy contradictorio.

En cuanto a los niños que destrozan sus juguetes, origen de todo este lío, cuando sean mayores ¿qué destrozarán? La tendencia a romper cosas no es algo pasajero, empiezas rompiendo juguetes porque es lo que tienes a mano en esos momentos, pero el ánimo destructivo permanece y seguirás destruyendo diferentes cosas a lo largo de la vida; a no ser que seas contradictorio y el destripe sólo representaba una opción.

Yo estoy convencido de que los destrozones de ahora, los que vemos por doquier, han sido destrozones de pequeños, pero lo han sido sin contradicciones, eran destrozones convencidos. Por eso ahora lo hacen de maravilla, sin dudar, sin plantearse qué pasaría si no destrozaran. 

Miedo me dan, y estoy, mejor dicho estamos, rodeados.


Leoncio López Ávarez


2 comentarios:

  1. cada vez me gusta más leer lo que escribes

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    1. muchas gracias, espero que te siga gustando mucho tiempo.

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