Todos recordamos la escena de la película Taxi Driver, cuando Robert de Niro está frente al espejo ensayando una respuesta macarra ante una provocación que sólo existe en su perturbada mente. ¿Me dices a mí? ¿eh? ¿me estás hablando a mí? Luego saca un revolver con el que apunta a quién le ha ofendido, perdonándole la vida. La ofensa sólo era que le había mirado.
Actualmente vivimos en un mundo plagado de Travis Bickles, el personaje que encarna Rober de Niro en la película, dispuestos a saltar a la mínima. Crispación lo llaman.
Es fácil encontrarte con alguien que enseguida se pone a la defensiva sin que nadie le haya ofendido, o peor aún, directamente se pone ofensivo sin darte opción a defenderte. Las redes sociales están plagadas de ejemplos: si alguien sube un video reclamando fondos para ayudar a los gatitos abandonados, otro responderá furioso que más valdría ocuparse de los niños pobres, como si él mismo hiciera algo por ellos. Está clara su disposición para sentirse ofendido.
Esta es una actitud insana que solo conduce a la infelicidad propia y ajena. Si pretendes sacarle punta a todo, te acabarás pinchando.
Conozco personas que sólo van a las conferencias esperando que llegue el turno de preguntas para hacer una que ponga en apuros al conferenciante. Normalmente son preguntas cuyas respuestas ya conocen de antemano, pero qué más da.
Son los mismos que en un espectáculo de magia van a ver si descubren el truco al mago, en lugar de dejarse llevar por la ilusión de que están siendo testigos de un prodigio. Ya sabemos que la magia no existe, ¡pero coño, disfruta con la idea de que sí! Pues nada, no hay manera.
Esto son ejemplos más apaciguados de Travis Bickle, pero de la misma forma que existen actos de micromachismo, también los hay de microcrispacion y conviene que estemos prevenidos para no caer nosotros mismos en ellos.
Desde que existen los teléfonos inteligentes que tienen respuesta para todo, se discute mucho más, lo tengo observadísimo. Cuando hay una polémica, enseguida alguien saca su smartphone, interrumpe la conversación y tras unos penosos minutos exclama ufano ¡lo veis, yo tenía razón!
Yo recomiendo practicar un tipo de neoestoicismo que te mantiene alejado de entrar en estos terrenos que sólo conducen a que la felicidad te esquive como a un apestado.
Lo digo en serio.
Qué bien te explicas, da gusto.No lo digo solo por este, lo digo por todos
ResponderEliminarMuchas gracias... por todos.
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