He encontrado unas fotos de cuando yo era 30 años más joven. Ni sabía que las tenía. Han aparecido a traición, así, sin que me diera cuenta; de repente abro una caja y ahí están, esperando tres décadas a ser descubiertas. A veces los recuerdos funcionan como venganza sin que esté nada claro quién se está vengando de qué, pero algo así sólo se puede hacer a mala idea.
En esta ocasión es una consecuencia más de la mudanza que hice hace siete meses. Esas fotos estarían por algún lado olvidadas en mi antiguo domicilio, y en el traslado, un empleado de la empresa de transportes las puso en una de las cajas, infinitas, que hasta hace poco se apilaban en el recibidor de mi nuevo hogar.
Cambiar de casa es muy parecido a un naufragio. De repente te encuentras sin nada y luego, poco a poco, la marea va arrojando a la playa restos de lo que fue tu vida anterior. Así es como me siento cada vez que abro una caja, excitado ante lo que va a aparecer, casi siempre cosas que tenía ya olvidadas.
La acción de la marea es continua, cada día te trae algo nuevo, lo mismo me pasa a mí, que procuro ajustarme al mismo ritmo de las mareas, sin prisas, abriendo una caja de tarde en tarde, para ver qué me encuentro de nuevo. Mejor dicho, que me encuentro de viejo pues todo son cosas que pertenecen al pasado.
Las mudanzas sirven para recordarte quién has sido, algo que es muy fácil olvidar, incluso quién eres. Sólo por eso es necesario acometer una mudanza de vez en cuando, cuantas más veces mejor. Lo recomendable es un mínimo de tres mudanzas al año.
Las mudanzas nos obligan a tomar decisiones drásticas en nuestras vidas. Yo por ejemplo, me he comprado un Kindle book para leer libros sin tener que apilar las mondas de los que ya me he leído, así, en mi próxima mudanza acarrearé con una biblioteca de tamaño más manejable. Tengo que añadir, que el Kindle book es un invento infernal, yo nunca me fío de él, creo que me retrasa la señal que dejo para indicar en qué página me detuve y otras veces me cambia de libro, el caso es que cuando retomo la lectura no me suena de nada lo que estoy leyendo. Un galimatías.
Al mismo tiempo que estoy escribiendo esto, estoy viendo la película El gran dictador, y acaban de pasar la escena en que la bella Hanna, Paulette Goddard, le dice a Charles Chaplin en su papel de barbero "¿Conoce el chiste del hombre que coció su reloj mirando un huevo duro?" Así me siento yo con mi flamante Kindle book, creo que algo estoy haciendo mal.
Lo dicho, un galimatías.
Como decía Serrat: "Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas, y que hacen que lloremos cuando nadie nos ve". Respecto a tus problemas con el Kindle, te lo mereces por tu traición al papel impreso. Por cierto, ¡devuélveme mi libro!
ResponderEliminarni de coña, antes muerto, si quieres te descargo la versión Kindle.
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