miércoles, 28 de julio de 2021

Cuestión de entendederas

 



Según acabo de leer, los delitos de odio, que ya el hecho de que exista esta categoría refleja cómo es la sociedad, han subido preocupantemente en España. Lo ha dicho el Ministro del Interior que de otra cosa no sabrá, pero de delitos es el que más al tanto está sin cometer ninguno. Esto me lleva a pensar en mis limitaciones, me explico:

Hay muchas cosas que están fuera del alcance de mi capacidad de entendimiento, muchas como es lógico en un mundo tan complejo. Nos pasa a todos, pero yo debo ser tonto de remate porque no entiendo cosas que los menos listos dan por obvias y ver que los más lerdos entienden lo que a mí se me escapa me produce una extraña sensación. Por ejemplo, no entiendo que los homosexuales sean objeto de persecución, rechazo, mofa o directamente odio, mientras que los más atrasados, lo entienden perfectamente; incluso emplean razonamientos que entre ellos son irrefutables en tanto que para mí no hay por dónde pillarlos. Un hombre tiene que ser un hombre, dicen, y con tal tautología queda zanjado el asunto, listo para odiar a quien no se ajuste plenamente a la redundancia.

Es una forma de razonar que muchas veces va más allá del insulto o el desprecio, puede conducir a palizas incluso al asesinato, como ya ha ocurrido demasiadas veces. Y algo tan evidente para los más bestias de la clase y con menos luces, yo cada vez lo entiendo menos; si no fuera porque tengo una autoestima bastante resistente, acabaría con un complejo de los de no te menees.

Me pregunto cómo es posible que tan clarividentes individuos no ocupen puestos de altísima responsabilidad, pero la pregunta no viene al caso porque resulta que algunos de ellos sí ocupan puestos de altísima responsabilidad. Incluso los hay que dirigen países, otros están al frente de grandes partidos dentro de democracias plenas, como es la nuestra, o en ayuntamientos, en consejerías, patronatos… hasta en el Vaticano, a pesar de  lo mucho que se exige para ser Cardenal.

Otro delito de odio muy recurrido por este tipo de delincuentes, es la xenofobia, y curiosamente, xenófobos y homófobos suelen coincidir en los mismos sitios, también en el mismo tipo de cerebro o lo que sea. Pero hay más motivos para odiar: por ideología, religión, enfermedad o discapacidad, estrato social, equipo de fútbol, lugar de nacimiento… cualquier cosa que represente una diferencia es una oportunidad para odiar y muchos no dudan en aprovecharla.

Ya sabemos que una cosa lleva a otra, y buscando pistas que justifiquen al odiador, me he dado de bruces con la eutanasia, y mirando hacia atrás con el divorcio, el matrimonio gay, el aborto y hasta con las ayudas sociales y ahí me los he encontrado a todos, sentaditos, odiando juntitos que así se odia mejor.

¿Por qué será?










 




2 comentarios:

  1. Lo de odiar juntitos, haciendo piña o peña o puño, es típico de esos descerebraos que necesitan sentirse arropaos y agrupaos dentro de la manada tan vociferante como irreflexiva. Porque solos, sin la cobertura de la masa amorfa y descerebrada, no son nada y son incapaces de aguantar una crítica o un razonamiento sencillito.
    ¡Pena de mundo!

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