Me tomé unas minivacaciones y me fui a una pequeña
isla de Micronesia, con tan mala suerte que me atacó un microbio o algún
microorganismo de esos que se dan en los microclimas exóticos. También pudo
ser un insecto microcéfalo.
Calenté
un vaso de leche en el microondas
y me lo tomé con una aspirina que micronicé para poder tragarla. Creo
que me pasé, pues los trozos eran microscópicos.
Decidí grabar mis últimas
voluntades por si me pasaba algo, con el mismo micrófono del teléfono, gracias
a los microprocesadores elaborados por Microsoft. Puse un microsurco antiguo
para ambientarme, y vi como pasaba mi vida por delante de mis ojos como si fuera
un microfilm. Entonces decidí escribirla. Con un microrrelato fue suficiente.
Ahora sé que he llegado al máximo.
Un relato muy adecuado para leerlo durante un breve desplazamiento en microbús.
ResponderEliminarjajaj, pues ahora que lo dices, es verdad.
EliminarMicrorrelato maravilla de nanoliteratura.
ResponderEliminarmuchas gracias GRAN amigo
EliminarNos has trasladado a un interesante microcosmos. Gracias.
ResponderEliminargracias a ti, inmensamente agradecido por tu comentario Molina de Tirso
Eliminarjajaja, muy buen remate. Gracias joaquín ;.))
ResponderEliminarLo lei en este fin de semana. Super y no digo mas
ResponderEliminarmuchas gracias por leerlo y muchas gracias por decir lo que te pareció.
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