La razón no
me ha enseñado nada, todo lo que yo sé, me ha sido dado por el corazón. Esta
bonita frase es de Tolstoi, y es bonita porque él era escritor y los escritores
saben cómo decir las cosas de forma que de gusto leerlas. Pero sin haber
escrito Ana Karenina, millones de personas han expresado esa misma idea con
otras palabras:
La razón se
hace adulta y vieja, el corazón siempre permanece niño.
Cuando la
razón entra por una puerta por la otra sale el corazón (y viceversa, añado yo, ¿no?).
La razón me
dice una cosa y el corazón me obliga a la contraria (tengo que hacer el mismo comentario que anteriormente) .
Podía estar años repitiendo frases que han sido
escritas sobre el eterno enfrentamiento entre los dictados del corazón y lo que
nos dice la razón. Cualquier libro de citas tiene un capítulo entero dedicado a
esta batalla entre vísceras. La razón contra el corazón y viceversa.
Y es verdad. Todos hemos podido comprobar en nuestros
propios corazones y cerebros, es decir en nuestras propias carnes, hasta qué punto esto es cierto. Hemos sido
testigos de duros enfrentamientos entre ellos en los que a veces alguno ha
salido muy malparado. Cuando el que cobra es el corazón, lo sentimos más porque
es mucho más sensible y nos da no sé qué verlo magullado; cuando pierde el
cerebro, dada su naturaleza calculadora, ni nos enteramos, él solito procura
que no se note su derrota. Es orgulloso, no le gusta que nos demos cuenta de
sus fallos y siempre procura taparlos. El corazón sin embargo no tiene esa elegante discreción, todo lo contrario, le gusta hacer aspavientos y montar un melodrama que a veces resulta hasta obsceno y patético
.
También se habla muchísimo de la inteligencia
emocional, a mi modo de ver, mezclando las
churras con las merinas, precisamente en un intento de que haya paz orgánica y
podamos conciliar inteligencia y sentimientos. Me parece loable la intentona,
pero no sé yo si va a ser posible, tienen intereses que a veces resulta
demasiado complicado conciliar.
Yo no me había dado cuenta de hasta qué punto existen
diferencias entre el corazón y el cerebro hasta que me he enterado de qué se
alimenta cada uno de ellos. Resulta que lo que es bueno para uno es fatal para el
otro y viceversa, lo que demuestra una vez más que son totalmente
irreconciliables.
Al corazón le gustan los alimentos ricos en fibra,
las galletitas integrales y los danacoles, mientras que las grasas lo matan. Si
seguimos estrictamente esa dieta viviremos más tiempo pero no seremos demasiado
listos y tendremos elevadísimos riesgos de padecer Alzheimer, pues el cerebro
que en su mayor parte es grasa (el 70%), le sucede lo contrario: le nutre todo
lo que tenga colesterol, como la chistorra, la carne roja, y el tuétano, y le
embrutece la dieta vegana. Según el neurólogo David Perlmutter los cereales
integrales pueden causar demencia,
trastorno por déficit de atención, ansiedad, dolor de cabeza crónico y
depresión, entre otras dolencias.
A mí con lo del dolor de cabeza ya me
sobra, así que le voy a dar al torrezno hasta caer fulminado por un ataque al
corazón.
Gracias por la información. Al próximo que me llame cabezón le diré que es una aglomeración de grasa concentrada. A unos se les acumula en el estómago y a otros en la sesera.
ResponderEliminarbien mirado. hay que encontrar el punto de vista que más nos favorezca, estamos de acuerdo.
EliminarEn realidad, es un problema de terminología. "Corazón" es una palabra encumbrada por la poesía. Si alguien es bueno "tiene buen corazón" (y si es malo, "tiene malas entrañas"). Si te hacen daño moral, "te rompen el corazón". Qué demonios, el amor se representa gráficamente con un corazón. Pero todos sabemos que el corazón no tiene nada que ver con las emociones, que se producen por acción de las hormonas. ¿Y dónde se producen las hormonas? Exacto, ahí.
ResponderEliminarAsí pues, hablando con propiedad, la frase de Tolstoi quedaría de la siguiente forma: "La razón no me ha enseñado nada, todo lo que sé me ha sido dado por las glándulas endocrinas".
Lo dicho: es una cuestión de copy.
cierto, pero no solo es por poesía, también es por simplificar. Por ejemplo, es mucho más corto y directo decir, "dime corazón" que "dime glándulas endocrinas".
EliminarA veces hay que sacrificar la exactitud en beneficio de la rapidez siempre que no se desvirtúe o modifique el significado de lo expresado (axioma de Tolstoi&Tito)
Cierto, cierto...
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