jueves, 1 de diciembre de 2016

Cerebro contra corazón






La razón no me ha enseñado nada, todo lo que yo sé, me ha sido dado por el corazón.  Esta bonita frase es de Tolstoi, y es bonita porque él era escritor y los escritores saben cómo decir las cosas de forma que de gusto leerlas. Pero sin haber escrito Ana Karenina, millones de personas han expresado esa misma idea con otras palabras:

La razón se hace adulta y vieja, el corazón siempre permanece niño.

Cuando la razón entra por una puerta por la otra sale el corazón (y viceversa, añado yo, ¿no?).

La razón me dice una cosa y el corazón me obliga a la contraria (tengo que hacer el mismo comentario que anteriormente) .

Podía estar años repitiendo frases que han sido escritas sobre el eterno enfrentamiento entre los dictados del corazón y lo que nos dice la razón. Cualquier libro de citas tiene un capítulo entero dedicado a esta batalla entre vísceras. La razón contra el corazón y viceversa.
Y es verdad. Todos hemos podido comprobar en nuestros propios corazones y cerebros, es decir en nuestras propias carnes, hasta qué punto esto es cierto. Hemos sido testigos de duros enfrentamientos entre ellos en los que a veces alguno ha salido muy malparado. Cuando el que cobra es el corazón, lo sentimos más porque es mucho más sensible y nos da no sé qué verlo magullado; cuando pierde el cerebro, dada su naturaleza calculadora, ni nos enteramos, él solito procura que no se note su derrota. Es orgulloso, no le gusta que nos demos cuenta de sus fallos y siempre procura taparlos. El corazón sin embargo no tiene esa elegante discreción, todo lo contrario, le gusta hacer aspavientos y montar un melodrama que a veces resulta hasta obsceno y patético
.
También se habla muchísimo de la inteligencia emocional, a mi modo de ver, mezclando las churras con las merinas, precisamente en un intento de que haya paz orgánica y podamos conciliar inteligencia y sentimientos. Me parece loable la intentona, pero no sé yo si va a ser posible, tienen intereses que a veces resulta demasiado complicado conciliar.

Yo no me había dado cuenta de hasta qué punto existen diferencias entre el corazón y el cerebro hasta que me he enterado de qué se alimenta cada uno de ellos. Resulta que lo que es bueno para uno es fatal para el otro y viceversa, lo que demuestra una vez más que son totalmente irreconciliables.
Al corazón le gustan los alimentos ricos en fibra, las galletitas integrales y los danacoles, mientras que las grasas lo matan. Si seguimos estrictamente esa dieta viviremos más tiempo pero no seremos demasiado listos y tendremos elevadísimos riesgos de padecer Alzheimer, pues el cerebro que en su mayor parte es grasa (el 70%), le sucede lo contrario: le nutre todo lo que tenga colesterol, como la chistorra, la carne roja, y el tuétano, y le embrutece la dieta vegana. Según el neurólogo David Perlmutter los cereales integrales pueden causar demencia, trastorno por déficit de atención, ansiedad, dolor de cabeza crónico y depresión, entre otras dolencias.

A mí con lo del dolor de cabeza ya me sobra, así que le voy a dar al torrezno hasta caer fulminado por un ataque al corazón.





5 comentarios:

  1. Gracias por la información. Al próximo que me llame cabezón le diré que es una aglomeración de grasa concentrada. A unos se les acumula en el estómago y a otros en la sesera.

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    1. bien mirado. hay que encontrar el punto de vista que más nos favorezca, estamos de acuerdo.

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  2. En realidad, es un problema de terminología. "Corazón" es una palabra encumbrada por la poesía. Si alguien es bueno "tiene buen corazón" (y si es malo, "tiene malas entrañas"). Si te hacen daño moral, "te rompen el corazón". Qué demonios, el amor se representa gráficamente con un corazón. Pero todos sabemos que el corazón no tiene nada que ver con las emociones, que se producen por acción de las hormonas. ¿Y dónde se producen las hormonas? Exacto, ahí.

    Así pues, hablando con propiedad, la frase de Tolstoi quedaría de la siguiente forma: "La razón no me ha enseñado nada, todo lo que sé me ha sido dado por las glándulas endocrinas".

    Lo dicho: es una cuestión de copy.

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    1. cierto, pero no solo es por poesía, también es por simplificar. Por ejemplo, es mucho más corto y directo decir, "dime corazón" que "dime glándulas endocrinas".
      A veces hay que sacrificar la exactitud en beneficio de la rapidez siempre que no se desvirtúe o modifique el significado de lo expresado (axioma de Tolstoi&Tito)

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