Con Dudley Mariot inauguro una sección en mi blog que
se llama así, galería de personajes
irrelevantes, en la que irán apareciendo diferentes individuos, unos
reales, otros de ficción, y algunos que están en ese limbo misterioso que no se
sabe muy bien si pertenece al mundo real o es pura invención. Jamás hablaré de
nadie que sea sobradamente conocido, de modo que el lector difícilmente tendrá
la certeza de a qué grupo pertenece el personaje en cuestión; los más curiosos
consultarán al gran ágora de Internet, pensando equivocadamente que si no lo
encuentran es prueba suficiente de su inexistencia. En caso de que aparezca, se
sorprenderán de que alguien así
haya podido existir en la realidad.
DUDLEY MARIOT
El periodo de entreguerras fue la época de oro para
la aviación, sobre todo en la década de 1920 en la que tuvieron lugar las
mayores gestas de la aeronáutica. En 1927, Lindbergh fue el primer aviador en
hacer el trayecto de Nueva York a Paris sin escalas lo que le hizo merecedor
del premio de 25.000 dólares que
el empresario de la hostelería, Orteig, prometió a quién lo consiguiera.
El recibimiento que tuvo Charles Lindbergh a su regreso a Estados Unidos superó
cualquier expectativa y es el acontecimiento más grandioso que se ha producido en las
calles de Nueva York en toda su historia. Acudieron varios millones de personas
a la ciudad el día en que llegaba él procedente de Washington y el entusiasmo
era tan enorme que hubo quién propuso que Linbergh jamás volviera a pagar
impuestos en su vida, asunto de máxima sensibilidad en Estados Unidos. Antes de
salir hacia París, el piloto tuvo la ocurrencia de suscribirse al servicio de selección y reparto de recortes
de periódico en los que apareciera su nombre (algo así como alertas de google)
y que se los enviaran a su madre. La pobre mujer tuvo que ver como una cantidad
asombrosa de camiones llegó a su casa para entregarle varias toneladas de
artículos de periódico después de una semana de aterrizar su hijo en París.
Ríos, montañas, lagos, parques, escuelas públicas, bibliotecas y por supuestos
millones de recién nacidos, pasaron a llamarse como el gran héroe americano.
Naturalmente los bebés tuvieron que conformarse solo con el escueto Charles.
Incluso se pensó en cambiar el nombre del estado de Minessota por el de
Linberghia. Se escribieron casi trescientas canciones dedicadas a Lindbergh. El
piloto recibió casi cuatro millones de cartas, quincemil paquetes con regalos,
una cantidad abrumadora de jamones, latas de conserva, cajas de huevos,
corbatas, calcetines de seda… regalos disparatados probablemente, pero que
demostraban las ganas de hacer ofrendas al nuevo dios.
Lindbergh sin duda merecía todo el reconocimiento
mundial por su hazaña pero no olvidemos que varios aviadores ya habían cruzado
el atlántico con anterioridad. Por ejemplo, los británicos John William Alcock y Arthur Whitten Brown, volaron en 1919,
ocho años antes, desde Nueva Escocia, Canadá, hasta Irlanda. También el avión
español Plus Ultra, con los pilotos españoles Ramón Franco, Ruiz de Alda, Juan
Manuel Durán y Pablo Rada, voló en 1926, un año antes que Lindbergh, desde
Huelva hasta Buenos Aires. Si contamos a los dirigibles, y por qué no hacerlo,
cerca de 120 vuelos transoceánicos se produjeron antes que el del Spirit of
Saint Louis. Pero el personaje del que toca hablar es el oscuro Dudley Mariot.
Dudley Mariot es uno de esos héroes anónimos que tuvo la aviación y
que injustamente ha sido tratado sin ninguna consideración pues o bien nada se
ha escrito sobre él, o bien cuando se ha hecho ha sido en términos poco
laudatorios. Quizá se deba al percance que tuvo lugar en el aeródromo de
Roosevelt, en Long Island, sobre el que sí se escribieron varias páginas en
todos los periódicos. Resulta que en aquella época, las masas de espectadores
que acudían a recibir a los aviadores carecían por completo del sentido del
peligro que te puede mantener a salvo, y de la misma forma que atolondrados
sujetos han muerto por intentar abrazar a un oso o fotografiar a un
león comiéndose una gacela, los había que corrían con los brazos abiertos a
recibir a su héroe que iba a bordo de un aeroplano el cual volaba gracias a una
enorme hélice que seguía girando a gran velocidad aún en tierra. El caso es que
a su llegada de Baltimore, Dudley Mariot seccionó por la mitad con las palas de
su hélice a varios admiradores que fueron a recibirlo. Se trataba del señor
Moore, su esposa y su hijita que quería regalar a Mariot su oso de peluche el
cual también quedó dividido en dos partes. Antes del accidente, el piloto
Dudley era considerado uno de los mejores, de hecho fue el copiloto del gran
Charles Levine aunque quien realmente llevaba el aparato no era Levine sino
Dudley Mariot, por suerte para los dos. En cierta ocasión en que ambos pilotos se
encontraban en Inglaterra, discutieron, y Levine decidió hacer un vuelo en
solitario alrededor del aeropuerto de Croydon que dejó a todos los asistentes
asombrados ante el hecho de que no se matara. Nada más empezar la carrera de despegue estuvo
a punto de estrellarse contra un árbol, para lo cual tuvo que salirse de la
pista y atravesar un campo de cereales que estaba a bastante distancia. Después
de rebotar varias veces contra el suelo consiguió elevarse completamente de lado y así siguió hasta que pasados
veinte angustiosos minutos volvió a tomar tierra en Croydon, convencido de que
había llegado al aeropuerto de Cranwell. Después de este suceso Levine tuvo que
jurar que jamás volvería a intentar volar en solitario, al menos en suelo
británico.
Dudley Mariot se separó definitivamente de Levine y aunque seguía
marcado por el accidente de Long Island, continuó volando por todo Estados
Unidos batiendo algunos récords que todo el mundo trataba de ignorar. En cierta
ocasión se animó a participar en un espectáculo de acrobacia aérea, y al llegar
su turno, la totalidad de los espectadores salieron despavoridos a sus casas. Realizó
quince tirabuzones seguidos, varios loopings a solo cien metros del suelo y un vuelo rasante invertido a
escasos centímetros de la pista de aterrizaje, antes de tomar tierra en un
ángulo inverosímil. Cuando bajó de su avión con gesto triunfante y descubrió
que tan solo una vaca lo estaba esperando, le entró una depresión de la que
nunca consiguió sobreponerse.
Al poco tiempo, James D. Dole, un magnate de Massachusetts que se
había hecho rico enlatando piñas en Hawai, ofreció un premio de 35.000 dólares
al primer piloto que saliendo de Oakland en California, llegara a la isla de
Hawai. Dudley Mariot no dudó ni un solo instante en apuntarse. El reto era
extremadamente peligroso, pues suponía volar mar adentro hasta llegar a un punto
minúsculo en mitad del océano. De hecho, más de la mitad de los participantes
se perdieron o sencillamente decidieron regresar al continente cuando aún
podían hacerlo. Solo dos aviadores consiguieron aterrizar en la isla. Ninguno
de ellos era Dudley Mariot y ese fue el único momento en que volvió a salir en
los periódicos.
Dudley Mariot, probablemente uno de los mejores pilotos de la historia
y también uno de los menos afortunados.
Jamás se me ocurriría buscar en internet sobre estos personajes. Lo que cuentas sobre ellos (y lo digo en plural porque ya estoy esperando la siguiente entrega) es demasiado divertido como para estropearlo con la verdad de vete tú a saber quién. Me ha impactado lo de la familia abalanzándose sobre la hélices, pero me parece totalmente plausible. De hecho, conozco al padre de un amigo que perdió un dedo al intentar introducirlo entre las aspas de un ventilador industrial en marcha. Eso sí, poniendo en práctica toda la rapidez de movimientos disponible en un ser humano, que se según su parecer era mucha. Derrochaba una Fé tan grande en sus reflejos que creía poder salir indemne de la prueba. Sí, la idiotez humana es infinita y de sobras conocida en todo el universo. ¿De dónde crees que viene, sino, el poco interés por parte de los extraterrestres a la hora de contactarnos?
ResponderEliminarjajaja, supongo que lo del padre de tu amigo es producto de tu imaginación, aunque en efecto, hay personas con reacciones imprevisibles. Esto me trae a la memoria un folleto de instrucciones que aparecía en una Minipimer vendida en Estados Unidos que advertía de no intentar detener las hélices del aparato con los genitales. Está claro que si ponía eso es porque alguien lo había intentado y luego, con los huevos destrozados, les puso una demanda por no advertir del peligro. Cosas que solo pasan en el país más grande.
EliminarPues, mira tú por dónde, lo del padre de mi amigo es cierto. O al menos eso fue lo que me contaron mis padres. Y lo conocían en profundidad, ya que eran también amigos íntimos del idiota.
EliminarPor cierto, me parece de lo más adecuada esa aclaración que viene en el libro de instrucciones de la Minipimer. Porque seguro que el aparato venía acompañado por un libro de recetas; y me juego cualquier cosa a que en alguna de ellas aparecía la frase "introduzca los huevos y bátalos durante dos minutos" o algo parecido. Ya me dirás tú si esas palabras no pueden llevar a equívocos.
jajaja, no se me había ocurrido esa posibilidad pero ahora que lo dices puede ser. Me imagino al pobre usuario tratando de poner sus propios huevos a punto de nieve. ¡Lo que tuvo que pasar el pobrecillo, no me extraña que les pusiera una demanda!
EliminarYo conozco a alguien que tocó los dos bornes de un enchufe conectado a la red, muy deprisa, para que a la electricidad no le diera tiempo a electrocutarle. Sus iniciales eran, son, L.L.A. También sé de un gilipollas que tocó con la lengua los dos bornes de una pila plana, para ver qué pasaba (no lo hagáis)- Sus iniciales son C.M.d.C. Nadie está libre de un repentino ataque de estupidez.
EliminarMuy divertida la entrada. Aventuro que el personaje no existe, pero están muy cuidados los detalles.
Jajajajaja si a todo Me parto recordando esos momentos y me temo que hay mas
EliminarJajajajaja si a todo Me parto recordando esos momentos y me temo que hay mas
Eliminarfrancamente divertido. Lo de menos es si es real o no aunque es cierto que en aquella época los aviadores eran recibido por masas de gente y en muchos casos de forma peligrosa.
ResponderEliminar¿Cuándo el siguiente?
gracias.
Eliminarel 98% de lo que aparece es cierto, real y auténtico, pero como en los guisos de la abuela, hay que añadir un ingrediente sorpresa.