El mejor regalo que se puede hacer no es un libro, sino
varios, cuantos más mejor. Y a todo el mundo, da igual la edad, la inclinación
sexual, o el grado de amistad que nos una con la persona que va a recibir el
regalo. Cervantes decía que en el peor libro se puede encontrar algo bueno, y
esto es algo que no se puede decir
de todas las cosas que nos da por regalar. ¿Acaso en la corbata más fea, por
recurrir al ejemplo típico, podemos encontrar algo que nos impida arrojarla a
la basura, o en el perfume más irritante una razón para no dejarlo abierto con
la esperanza de que se evapore rápidamente sin contaminar el ambiente? ¿La
camisa, que probablemente ni siquiera es de nuestra talla y que nos hace girar
la cabeza buscando su parte bonita, tiene alguna posibilidad de éxito como
regalo? Sabemos que no, todos esos regalos, estadísticamente, son un fracaso y
son un fracaso porque son objetos demasiado personales y es imposible acertar
al cien por cien, por mucho que conozcamos a la persona que va a recibir el
obsequio. Solamente hay que observar la cara de la novia o del novio, cuando
abre el paquete con su regalo y descubre un jersey “que seguro que le va a
encantar”, con la cabeza de un ciervo tejida en vivos colores. Dirá que es
precioso, sonreirá bobaliconamente y en de menos de un año, esa pareja estará
rota. Luego, él o ella, o ambos, seguirán regalando jerseys y destruyendo sus
opciones de ser felices con nadie.
Sin embargo, con un libro el acierto es seguro (solo
hay que recordar lo que opinaba Cervantes sobre el asunto), y con la ventaja
añadida de que lo guardaremos para siempre, en nuestra librería. ¿Alguien hace
eso con sus camisas, sus aguas de colonia o lo que sea por mucho que le haya gustado? Obviamente no, de modo que acabamos de demostrar que el libro es el
regalo, eterno recuerdo de quién nos lo obsequió, más acertado de cuantos
existen.
Ahora, llegados a este momento, dejadme que os
recomiende dos libros que podéis tener en cuenta.
Os pongo los enlaces para ahorraros la molestia de ir
a la tienda, basta con pinchar en el título:
Sí, efectivamente son dos viejos conocidos, pero me
consta que no todos los habitantes del país lo han leído, y muchos esperan que su regalo de navidad no
sea ni una camisa, ni una corbata ni una colonia.
¡Felices regalos y que acertéis, sean los que sean!
Precisamente fue Cervantes, del que no sé nada referente a su obra pero sí todo sobre su biografía, el que instauró la tradición de regalar libros por navidad. A poder ser de tapa blanda, que dolían menos, pues su pareja, que era de carácter complicado, no dudaba en lanzárselos a la cabeza si no eran de su agrado. Y todo empezó cuando le regaló un juego de cuchillos con el mango azulado, que no combinaban para nada con el tono arenoso de la encimera. Para dejar patente su enfado, la mujer se ensañó con él hasta trincharle la mano con el cuchillo jamonero. Cervantes siempre contaba que la perdió en una contienda, pero sin duda lo hacía porque le daba reparo admitir la verdad.
ResponderEliminarCon el tiempo, la frase que mencionas quedó condensada, porque la original decía "de un mal libro siempre pude aprender algo, aunque sólo fuese a esquivarlo".
Lástima que el hombre no pudiera regalar alguno de tus libros, porque le hubieran servido para reconciliar su matrimonio.
Jajajaj me parece buenisima tu versión
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