Cach 22 es una novela de Joseph Heller, estupenda novela,
que me hizo pasar unos momentos fantásticos cuando la leí, hace ya más de tresmil años. Aún recuerdo a
Yossarian, el protagonista, desesperado por su suerte y la gracia que me hacía.
Yossarian es un joven piloto de la
segunda guerra mundial que se quiere librar de ir a combatir con su avión
alegando que está mal de la cabeza, a lo que su coronel le dice que eso no es
excusa, pues precisamente hay que estar completamente loco para meterse en un
bombardero con un montón de gente abajo dispuesta a derribarlo, por lo que él
es perfectamente apto para realizar las misiones más peligrosas.
Cach 22 es una expresión inglesa que viene a significar, así
en versión libre, la pescadilla que se
muerde la cola, es decir, una trampa de la que es imposible salir hagas lo
que hagas. Un círculo cerrado que te lleva una y otra vez al mismo sitio. Así
me he sentido yo esta mañana tratando de obtener el certificado digital de la
Seguridad Social por Internet. Resulta que llegado un punto aparece un
alarmante mensaje en la pantalla del ordenador advirtiéndome de que la conexión
no es segura y que me pueden atacar los piratas informáticos, incluso gente aún
más malvada, por lo que más vale que me retire. Yo, que llegado el caso soy
capaz incluso de hazañas más audaces, decido sin vacilar asumir los riesgos y
seguir adelante, pero mi gesto heroico no me vale de nada, pues el ordenador no
me da la opción de demostrar los redaños que estoy dispuesto a echarle al
asunto, y no me permite continuar con el proceso. Lo intento varias veces, pues
el certificado digital es imprescindible para realizar un montón de asuntos
burocráticos que me exige la Seguridad Social, pero siempre acabo en el mismo
lugar, imposible pasar a la siguiente fase. Una trampa mortal sin escapatoria.
En el fondo debería estar agradecido pues no hay duda de que hay alguien
realmente decidido a protegerme del ansia de los hackers, sin embargo la cólera
hace presa en mí, a pesar de que estoy siguiendo un curso de meditación que
tendría que mantenerme alejado de los ataques de ira. Decido que lo mejor es el
viejo y olvidado sistema de hablar con un funcionario y aunque reconozco que es
mucho más cómodo no tener que salir de casa, voy personalmente a una oficia de
la SS . Lo primero que pienso preguntar es por qué, si están tan seguros de que
es una temeridad meterse en esa página, existe esa página, en caso de que
exista, claro, pues dado que no te permiten acceder a ella, sería una estupidez
muy grande tomarse la molestia de crearla. Cuando llego a las oficinas de la
seguridad social, me dicen que para cualquier consulta necesito cita previa, lo
cual no me importa en absoluto hasta que me explican que la única manera de
conseguirla es a través de Internet. ¡Cielos! ¡Pero si ya estoy ahí!
Vuelvo a mi casa, entro en otra dirección de la
Seguridad Social (hay muchas) para sacar cita previa y cuando he superado
varias pantallas, como en los juegos de los marcianitos, llego de nuevo a la
que me avisa de que estoy en serio peligro de que mi identidad sea suplantada y
no me deja continuar. Game over, se acabó. Llamo a un número de teléfono que
consigo en otra dirección, también de la Seguridad Social, y me atiende una
máquina que después de tenerme varios minutos desplegando un menú de opciones
que no vienen al caso, por fin aparece la de solicitar cita previa. Me dice que
tengo que ir a una dirección de Internet que me deletrea: uve doble, uve doble,
uve doble, ese, ge, e, guión,
punto es. ¿Guión bajo o guión alto? pregunto estúpidamente pues la maquina no
es capaz de captar mi angustia. Pruebo primero con guión bajo y aparezco en una
página en la que me avisan de que ese dominio está libre y que si me interesa,
puedo comprarlo. La oferta es tentadora pero llevo ya demasiado tiempo con este
asunto así que pruebo con guión alto y me lleva a la misma página en la que
estuve hace diez horas, al principio de todo. ¡Ya está!, me digo yo chasqueando
los dedos, lo que pasa es que no estoy utilizando el navegador apropiado, a
veces pasa, así que bajo Firefox. Luego Safari, luego Google Chrome, luego
Explorer, Browser… creo que tengo todos los navegadores posibles en mi
ordenador, pero nada.
Ahora son las diez de la noche, y acabo de llamar a
un amigo mío que nunca se desespera
(también viene al curso de meditación conmigo, pero lleva más tiempo), y
me ha dicho que posiblemente todo lo que me está pasando se debe a que yo
utilizo un Mac y el sistema de la Seguridad Social solo admite Windows. Ya es
tarde, pero mañana mismo lo primero que voy a hacer es comprarme un PC, además
aún estamos con el Black Friday de las narices.
A ver qué pasa.
JAJAJAJAJAJAJAJAJA buenísimo JAJAJA
ResponderEliminarSí qué risa. Me alegro de que te haya hecho reír, pero te aseguro que es real, tan real como que sigo sin el certificado de las narices.
EliminarPues fíjate tú que a mí, eso de que no te deje toquetear y te ponga un mensaje de volver atrás para estar a salvo, me recuerda más a "Yo, Robot", de Asimov.
ResponderEliminarseguro que el comportamiento de la página web de la SS contraviene alguna de las leyes de la robótica, al menos de la lógica, con total seguridad.
Eliminar