miércoles, 18 de diciembre de 2013

Atraco a tres. capítulo 2

En el capítulo anterior ya sabemos todos qué pasó, por lo que sin más dilaciones vamos a la siguiente entrega de Atraco a  Tres, mi apasionante y estresante cuento de navidad de este año.

                                          El inspector Peralta






El inspector Peralta entró en su despacho, como siempre, lanzando su chaqueta al perchero según se sentaba, y como siempre pasaba, la chaqueta acabó en el suelo. Su Smith & Wesson bailó dentro de la funda sobaquera según se dejaba caer pesadamente sobre el sillón. Con desidia cogió el informe que había sobre su mesa y lo leyó por tercera vez antes de archivarlo definitivamente en la papelera. No le interesaba nada que no fuera atrapar a los Tres Jotas, la pequeña banda de rufianes subsaharianos que siempre conseguían escabullirse de sus manos. El ruido machacón de los teclados de los ordenadores se colaba a través de la puerta poniendo en ocasiones al inspector fuera de sus casillas. Él era un hombre de acción y odiaba toda esa porquería de burocracia a la que estaban obligados a cumplir tanto sus hombres como él mismo. Una enorme pérdida de tiempo que siempre acababa con los sujetos que lograban atrapar, de nuevo en la puta calle para continuar haciendo sus fechorías. Si le dejaran a él impartir justicia la cosa sería muy diferente. Peralta era un celoso guardián del orden según entendía él, en qué consistía el orden.
El teléfono sonó varias veces antes de que el inspector lo metiera sin descolgar dentro del cajón central de su mesa y lo cerrara con violencia. Luego empezó a sonar su móvil con el que hizo la misma operación. Al final, se resignó cuando el comisario Baena entro en su despacho con una mandarina en la mano.
    -Te he dicho mil veces que no me gusta que me escondas en el cajón, y si te llamo por teléfono me coges a la primera. La próxima vez será una orden y nuestra amistad no te salvará de que te meta un puro.
Según hablaba terminó de pelar la mandarina que engulló de un bocado, tirando las mondas sobre la mesa del inspector. Luego abrió el cajón central, sacó el teléfono y con el canto de la mono barrió las peladuras hacia su interior.
    -Te voy a dar una buena noticia, para que veas que en el fondo te aprecio.
    -¿Te trasladan a otra ciudad?
    -Mejor aún: te trasladan a ti.
El inspector Peralta tensó abruptamente el gesto. No era amigo de las sorpresas. Su superior continuó disfrutando el momento:
    -A un villorrio que tiene comisaría de casualidad, con lo que el morirse de aburrimiento está asegurado –sin pudor se hurgó entre los dientes- pero qué quieres, alguien tiene que encargarse de los peores trabajos, ¿no te parece?
Peralta intentó abrir la boca pero estaba tan crispado que no pudo despegar siquiera los labios.
    -MMMMMMRR
    -Ya, ya, no sabes cómo agradecérmelo… no lo hagas, mejor agradécetelo a ti mismo, creo que te lo has ganado. Últimamente no has dado una en el clavo, ¿cuándo fue la última vez que resolviste un caso?
    -Una mala racha no puede justificar el destierro.
    -Te equivocas, sí puede. De hecho, ha podido. A partir del uno de febrero del año que está a las puertas, te irás a VillaBolluyos de San  Serenín del Valle a vigilar que los cabreros no se roben entre ellos sus quesos.
    -Pero… precisamente ahora estaba a punto de atrapar a los Tres Jotas.
    -¿Sí? Qué pena,  no me digas.
El comisario Baena se apeó de la mesa del despacho de Peralta sobre la que había estado sentado durante toda la conversación y se dirigió hacia la puerta con displicencia. Por supuesto, buscó la manera de pasar por encima de la chaqueta de Peralta pisándola a conciencia.
    -Sigues sin conseguir encestar tu chaqueta, por lo que veo. Ya pocas oportunidades te quedan, muy pocas.
    -Un momento, tengo dos preguntas –el comisario se detuvo con la mano ya en el picaporte de la puerta dispuesto a marcharse pero también a escuchar a Peralata.
    -Dispara.
    -Primero, me consta que los Tres Jotas están tramando algo para el día de Reyes, ¿si los atrapo, nos olvidamos de mi traslado? Segunda pregunta: ¿porqué me tengo que ir el uno de febrero y no el uno de enero?
    -Sabía que me ibas a hacer esas dos preguntas –respondió con suficiencia Baena-. Afirmativo a la primera, en cuanto a  la segunda es para darte una oportunidad de que triunfes el seis de enero. Ya te dije que te aprecio.
El portazo que dio el comisario al marcharse dio por terminada la conversación que dejó a Peralta con una única idea dentro de su cabeza: tenía que acabar con los Tres Jota. Como fuera.


continuará... (espero)



4 comentarios:

  1. Hola. Es la primera vez que entro aquí, a raíz de la última entrada en "La Fraternidad de Babel", y me topo con un juego literario, con lo que a mí me gustan estas cosas. Ahí va mi aportación:

    Los tres Jotas reciben presiones por parte de los instigadores del plan para que hagan el atraco (dos empleados de los grandes almacenes, que son los que les han pasado la información sobre la mejor hora para hacer el atraco a cambio de parte del botín, y a los que necesitan para llevarlo a cabo). Estos dan a entender que si tienen que ir los tres de Baltasar, que vayan, que si no, se buscan otra banda. Lo que no saben los tres Jotas es que, en realidad, los instigadores son Melchor y Gaspar, los auténticos, que han planeado el atraco para desprestigiar a Baltasar por envidia, ya que es el preferido por los niños.

    Por su parte, Peralta sabe del atraco gracias a un informador de poca monta, que en realidad es el propio Baltasar, el cual se ha enterado del plan de los otros dos reyes magos e intenta sabotearlo para mantener limpia su reputación. Pero no puede entregar la banda a la policía demasiado pronto, porque Melchor y Gaspar se buscarían otra banda.

    Saludos, y enhorabuena por el libro.

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    1. muchas gracias por tu aportación Jarl-900. Eso que dices de que sean los auténticos Melchor y Gaspar me ha dado una idea a la que le voy a dar una vuelta. Sí, lo de los auténticos Reyes Magos puede estar muy bien.
      Y gracias por tu enhorabuena.

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  2. Uhmm, este relato va tomando cuerpo. Destila un cítrico aroma a novela negra que resulta muy interesante. Ahora, que mucho, lo que se dice mucho, tampoco ha avanzado la trama. Pero no importa, así tendremos más capítulos para leer. Aunque, por la cuenta que te trae, no sé si llegarás a tiempo a la cita. ¿Aún necesitas una lluvia de ideas o ya tienes algo en mente? Porque las estupideces que puede idear un ser humano, al menos en mi caso, son infinitas.

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    1. tienes razón en que resulta muy interesante lo del aire a novela negra, tanto que me siento tentado a seguir por ese lado y olvidarme del resto. Es muy gratificante ese tipo de ambientes, diálogos, personajes, situaciones... apetece la verdad.
      En este momento sí tengo algo parecido a una ligera idea en mente, pero tú no te cortes y di cuanto te apetezca decir, hasta ahí podíamos llegar.

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