Antes, cuando la mayoría de las cosas eran
analógicas y lo digital era un terreno aún por explorar, se nos explicaba que
ese revolucionario sistema se basaba en la utilización de códigos binarios.
Ceros y unos, se decía poniendo cara de entendido y los más entendidos decían,
circuitos abiertos o cerrados. O pasa o no pasa corriente, así de fácil. Es
decir, sin término medio, sin matices.
Pues bien, a ese punto hemos llegado, y ahí nos
encontramos: o estamos abiertos o estamos cerrados, pues lo que es indiscutible
es que ahora somos al cien por cien digitales, no creo que haya nadie que lo
ponga en duda. Y esto que debería ser algo confinado exclusivamente al mundo de
la tecnología resulta que trasciende a nuestras vidas cotidianas; ya no
admitimos escalas entre un extremo y el opuesto. O es cero o es uno. O está
abierto o está cerrado, no puede ser medio entornadillo tirando a más abierto
que cerrado o viceversa, de modo que pase una ligera brisa, pero impida
que un vendaval se cuele en nuestra casa derribando los muebles y llevándose al
gato por la ventana.
Con las palabras pasa lo mismo, ya nadie busca
sinónimos, sino que todo el mundo se afana en encontrar los antónimos. Tanto es
así que los diccionarios de sinónimos, tan útiles para los que nos hemos acostumbrado
a pensar en analógico, ya no tienen salida, según me comentó el otro día un
amigo mío que es librero. Ahora los diccionarios que más se venden son los de
ideas contrarias, antónimos, términos opuestos,… libros que nos nutran del
arsenal necesario para la batalla diaria de llevar la contraria al primer
prójimo que se nos ponga a tiro. Ya nadie dice asintiendo: ”estoy de acuerdo
contigo, incluso yo incluiría a los delgaduchos verdes orejudos”. En su lugar,
se dice de forma acalorada como si por medio hubiera una gran ofensa:”¿pero qué
dices?, es evidente que también hay que incluir a los delgaduchos verdes
orejudos, hay que ser muy tonto para no darse cuenta”.
Sí, nuestra forma de relacionarnos ha cambiado
radicalmente sin apenas darnos cuenta, y en la mayoría de los casos, sin llegar
a entender del todo qué diablos es eso de lo digital.
Opiniones contrarias, ideas contrarias, mundos
contrarios, extremos contrarios, música contraria, cine contrario, arte
contrario (bueno, el arte siempre ha sido contrario a algo, incluso a si
mismo), literatura contraria, gastronomía contraria, cante jondo contrario (lo
llaman alternativo para no resultar tan borde)… ¿Y qué pasaría si hubiera
alguien contrario a llevar la contraria por sistema? ¿cómo se le podría contradecir?, ¿dándole la razón? Yo, por si acaso, no estoy de acuerdo con ninguna de las
posibilidades.
IOIOIIIOIOIOOIIIIOIOOOIOIOIOIOOIIOOOIOIOIOOOIOOOOIOIIIOIIOIOIOOOIOIIOOIOIOIIOIOIOIIOOOIIIIOOIOOODIIIIOOOOIIIOIOIIIOIIIOIOIIOIIOIIOIOIOIOOOIOIOIOOIOIOIOOOIIIIOIOIII...
ResponderEliminarNo me coge todo, como dice un amigo mío muy leído, así que lo voy a dejar para más adelante.
Por cierto, ¿no te apetece escribir mi post de mañana, que estoy un poco vago?
Da igual de lo que sea, que ya me ocupo yo de llevarte las contrarias
estoy de acuerdo hasta OOOIIIIOO. A partir de ahí, te has pasado.
EliminarTus post son inimitables, únicos, exclusivos, incalcables, inemulables, incopiables, inigualables, singulares, irreemplazables,... y cualquier intento de suplantación tiene asegurado el fracaso.
Querido amigo, hacía tiempo que no pasaba por aquí y veo con placer que seguís en la misma onda. Seguro que no es nada sencillo. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias. ¿Sencillo?... pues no lo se. Sigue por aquí y según veas cómo va, ahí está la respuesta.
Eliminar¿Asegurado el fracaso? Eso es lo mío, ¿conoces alguna aseguradora que haga precio?
ResponderEliminarTómate unas ostras de mi parte, en nuestro sitio preferido, por la ristra de piropos, jajaja.
Porque tú también lo vales, como en los anuncios de chorbas
OK, de momento me apaño con una docenita y un par de cañas para trasegarlas mejor ;-))))
ResponderEliminarY el problema de clasificar todo en blanco o negro es que nadie quiere ser gris. Incluso hemos aceptado como peyorativa la frase "es un hombre (o mujer) gris" cuando, irremediablemente, todos lo somos.
ResponderEliminarY es ahí, en esa intolerancia al resto de colores, cuando acabamos defendiendo lo indefendible y llegan las disputas. Porque, también, ese tema que comentas de la agresividad al exponer posturas se ha puesto demasiado de moda y la encuentro anacrónica, como de cavernícola, y no me cuadra con el avance digital. Bueno, me cuadra cuando pienso que el avance tecnológico y científico en inversamente proporcional al avance cívico de los humanos.
No me había fijado pero tienes toda la razón en lo del hombre gris. Se dice de alguien que es gris tratando de denigrarlo, pero ¿qué tiene de malo ser gris, y por qué sería mejor ser negro o ser totalmente blanco? De hecho me parece una alternativa mucho más satisfactoria e inteligente tener algo de los dos; prefiero el eclecticismo como sistema de pensamiento que el dogmatismo. Entre una postura intermedia y otra extrema, me quedo con la intermedia pues de momento incluye que conoce todas las posibles.
ResponderEliminar¡SOY UN HOMBRE GRIS!
Mola.
Hoy es mi segundo día de hombre gris confeso y me encuentro feliz.
ResponderEliminarNo sólo somos grises (bueno, yo en mi época lo que hacía era correr delante de ellos, por eso no acabé la carrera y me cayeron algunos palos), más aun: somos medianías. Por lo de que en en término medio está la virtud..., aunque yo virtudes prefiero las cardinales que las teologales...
ResponderEliminarPerdona todo esto, es que me he levantado con falta de sueño. De sueño de la razón, monstruoso.
Besos y cuídate mucho