Estaba a punto de escribir algo sobre Urdangarín, o cosas de aún mayor calado, como el inminente fin del mundo (ligeramente posterior al fin de Europa), cuando me he dado cuenta de que todo eso son bagatelas.
Hay algo muchísimo más importante y son las pequeñas decepciones que sufrimos a diario, pequeñas pero que si las ponemos todas juntas nos pueden amargar una mañana. En este orden de cosas, hace un rato me he llevado una desilusión que puede acabar con toda la confianza que tenía yo puesta en el Universo.
Leyendo un suplemento científico, me he enterado de la siguiente verdad incontestable: “hay más moléculas de agua en una sola gota que estrellas en todo el universo”. Me ha sorprendido, sí, pero sobre todo me ha decepcionado. Yo siempre había pensado que el universo era algo inabarcable, un sitio tan desmesurado que la palabra enorme resultaba insignificante para intentar describir sus dimensiones y donde el número de estrellas, tan solo en una de sus incontables galaxias, excedía con mucho cualquier cantidad imaginable. Y encima está en expansión. Pues bien, resulta que toda esa admiración por el cosmos que yo sentía se me ha venido abajo en cuanto me he enterado de que es mucho más incontable lo que hay dentro de una simple gota de agua. Una gota de agua que si la soplas durante unos pocos segundos desaparece evaporada.
Y es que la naturaleza guarda secretos grandiosos al lado de otros que resultan terriblemente decepcionantes como el hecho de que si coges dos moléculas de ADN, una de un ser humano (que se supone que tiene que ser un ADN formidable) y otra de un melocotonero, a no ser que te fijes mucho, serías incapaz de distinguirlas. Entonces, yo me pregunto, qué sentido tiene que nos pasemos toda la vida pensando que somos los reyes de la creación, inteligentes, con sentido de la trascendencia, discernimiento moral, etc, etc, si al final, cuando rebuscas en nuestra esencia, en lo más oculto de nosotros mismos, nos llevamos la sorpresa de que realmente no son para tanto las diferencias que nos separan con un aguacate, y encima con el agravante de que el aguacate no tiene que trabajar todos los días. Es que para ser iguales, prefiero ser aguacate.
Claro que si en una sola gota de agua hay más moléculas que estrellas en todo el universo, nosotros que estamos hechos básicamente de agua, un setenta por ciento, gota arriba gota abajo, resulta que contenemos una infinidad de universos dentro de nosotros mismos y eso sí que te hace sentirte grande.
Está claro que la ciencia aunque te decepcione al principio, al final te da consuelo.
Lo de los universos en las gotas de agua, ¿vale para la orina?
ResponderEliminar¿son universos paralelos amarillentos? ¿sus habitantes serán todos tipo asiático, amarillos? ¿o sólo parecerán afectados por dolencias hepáticas?
Cada vez que meo, no puedo evitar pensar que estoy sembrando más universos moleculares que el mismísimo dios es cristo.
¿No has leído, por casualidad, la segunda parte del estudio referida a las heces? ¿o es que los muy asépticos de los investigadores no se quieren 'mojar' y sólo trabajan con agüita mineral? ¿sabes de qué marca? ¿cuál tiene más moléculas, FonteVella o Solán de Cabras? Lo digo porque tú como especialista en comunicación podías colarles la idea de una campaña...
querido Félix, cada vez que meas lo que no puedes evitar es hacértelo encima. Para observar esos universos moleculares (de color amarillo), tendrías que analizar tus pantalones, ¿o ya te has decidido a usar empapador? al menos para las noches te lo recomiendo.;-))
EliminarLo mismo te crees muy gracioso pensando que bromeas con esa cruda realidad que estampa mis calzoncillos y pantalones, que a todo se llega. O esas pequeñas, y no tan pequeñas, pérdidas antes de despertarme del todo agarrándome los bajos y corriendo al baño...
ResponderEliminarPues sí, ya me está llegando la hora de los empapadores...
He visto unos modelos tipo tanga, súper absorbentes en una página web, pero no los sirven a Burkina, tendré que pedirlos para cuando esté por España.
Nunca llueve a gusto de todos, aunque en mi caso ya llueve sobre mojado.
¡Las vueltas que da la vida...! Gira il mondo, gira...